Ron
aceptó el amor entre Harry y su hermana de manera mucho más pacífica de lo que
el chico se habría atrevido a esperar. Harry estaba enormemente feliz, pero
entre los castigos con Snape, su vendetta
en contra de Malfoy y la enorme preocupación por Hermione, le impedía disfrutar
plenamente de su reciente relación con la pelirroja.
Por
otro lado Hermione a pesar de haber hecho los mayores esfuerzos por comer mejor
y dormir más, seguía viéndose muy desmejorada. Jason iría ese día a su consulta
mensual y sospechaba que iba a reprenderla, porque era perfectamente consciente
de que su peso no había variado prácticamente nada. Aun así caminó decidida
hacia la enfermería después de abandonar el comedor y rechazar la compañía de
Harry, porque sabía que el chico intentaría de nuevo hablar de Lupin y era lo
último que deseaba oír.
Cuando
entró a la enfermería ya Jason se encontraba allí. Hermione vio cómo se unían
sus cejas al volverse para saludarla.
-
Hola Jason --
saludó en un tono que esperaba sonara alegre y despreocupado
Jason
se despidió cortésmente de madame Pomfrey, con quien había estado conversando,
y centró su atención en Hermione. Como de costumbre, la chica se sintió
“desnuda” bajo la atenta y penetrante mirada de Jason, y no soportó por mucho
tiempo el silencio.
-
Me he tomado lo que me indicaste y he
comido y descansado más -- dijo con convicción
-
Bien
-- dijo él --
veamos entonces cómo va todo.
Extendió
su mano y la condujo hacia una de las camillas de la sala. Él había esperado y temido ese momento a
partes iguales. Ya había comenzado el último trimestre del embarazo y era el
momento de determinar si el bebé tenía algún problema y tratarlo, o si el
problema era de Hermione.
Una vez que Hermione estuvo tendida, Jason tomó
su varita lo más firmemente que se lo permitía su estado de ansiedad.
-
¡PUER REVELARE! -- una
especie de nube de color claro aunque indefinido, flotó por encima de la zona
abdominal
Jason
permaneció atento durante unos segundos y luego repitió el proceso con el mismo
resultado. Miró a Hermione que lo miraba a su vez con expectación.
-
Todo en orden -- le
dijo ayudándola a sentarse, pero sin permitirle ponerse de pie --
¿Cómo te has sentido?
ç
-
Bien
-- dijo ella de inmediato, pero
luego pareció pensarlo mejor al ver que Jason elevaba una ceja --
Bueno, un poco cansada -- reconoció bajando la mirada
-
¿Solo eso? --
preguntó él, pero ella guardó silencio
-- Hermione -- y
ella levantó la vista aunque siempre le resultaba incómodo mirarlo directamente
a los ojos -- Dime cualquier cosa que consideres fuera de
lo normal, por insignificante que te parezca.
-
A veces me duele un poco la espalda, pero
creo que puede ser el peso de la mochila
-- agregó rápidamente
Sin
embargo, ya Jason había “visto” todo lo que necesitaba saber, y ello le produjo
un enorme dolor en el corazón que trató de disimular lo mejor que le fue
posible, prestando atención a lo que ella continuaba diciendo.
-
Te aseguro que he hecho todo cuanto me
has indicado.
-
De acuerdo linda --
dijo logrando que su voz sonase normal
-- continuarás tomándote la
poción que te indiqué e intenta no llevar tanto peso, estoy seguro que no
necesitas cargar todos esos libros encima.
La
ayudó a ponerse de pie, pero antes de que ella comenzara a caminar hacia la
puerta agregó algo más.
-
A partir de ahora vendré cada quince
días.
-
¿Por qué?
-- preguntó -- Mi
bebé está bien ¿no?
-
Lo está, pero a medida que se aproxima la
fecha del nacimiento, debemos ser más cuidadosos
Como
de costumbre ella le dio las gracias y despidiéndose comenzó a caminar hacia la
puerta, pero antes de salir se volvió hacia él que seguía mirándola.
-
No me mentirías ¿verdad?
-
Por supuesto que no --
dijo él con la mayor seriedad
-
Gracias Jason -- le
sonrió y se marchó
Una
vez a solas, se dejó caer en una silla y escondió el rostro entre sus manos.
Ciertamente no le había mentido acerca del estado del bebé, pero ella nunca
preguntó por sí misma. Se sobresaltó al sentir una presencia próxima a su
espalda, y de forma automática extrajo su varita a una velocidad impresionante
y se levantó.
-
Me alegra comprobar que tus instintos
siguen intactos aun cuando estás destrozado
-
¡Profesor!
Dumbledore
sugirió ir a su despacho y así lo hicieron. Allí estuvieron conversando largo
rato.
-
De modo que no hay nada que pueda
hacer --
dijo el chico abatido
-
Ya estás haciendo todo lo que puedes, y
debo agregar que lo haces muy bien. Pero no puedes culparte por lo que está
sucediendo.
-
¿Y de qué me sirve hacer todo lo que
puedo si ello no es suficiente? -- exclamó con desesperación y poniéndose
súbitamente de pie
-
¡Jason!
-- exclamó Dumbledore a su vez --
Siéntate y escúchame -- él así lo hizo --
Como dije estás haciendo todo cuanto puedes y lo seguirás haciendo
porque eres un gran sanador, pero lo que ha de ser será con o sin nuestro
consentimiento -- guardó silencio durante unos segundos y luego
pasó a otro punto importante en aquel drama
-- ¿Cuándo piensas comunicárselo
a Remus?
Jason
elevó los ojos y Dumbledore vio con toda claridad la rebeldía en ellos. Sin
embargo, era hora de que Lupin fuese partícipe de lo que estaba sucediendo,
aunque Hermione siguiese negándose a hablar con él seguía siendo el padre de la
criatura.
-
Jason
-- continuó -- es
el padre de ese niño y tiene derecho a saber lo que está sucediendo.
-
El bebé está perfectamente bien --
dijo él con terquedad y Dumbledore decidió que había llegado el momento
de hablarle con menos delicadeza
-
Y me alegra que así sea, pero si Hermione
no logra superarlo…
-
¡No lo diga! -- lo
interrumpió poniéndose de pie de nuevo
-
… él debe estar preparado para
afrontarlo -- continuó como si el chico no lo hubiese
interrumpido, aunque era perfectamente consciente de la mirada asesina de
aquellos ojos grises -- Sabes tan bien
como yo, que Remus la ama y esto podría destruirlo. De modo que debe estar
preparado.
Por
primera vez desde que Dumbledore podía recordar, alguien se marchaba de ese
despacho sin su autorización. Jason se había vuelto y sin siquiera despedirse,
se había introducido a la chimenea y había desaparecido.
-
Qué
joven tan mal educado
-- opinó una de las pinturas
-
Está sufriendo Fortescue --
dijo Dumbledore de forma comprensiva
-
Siempre
he dicho que los jóvenes son tan arrogantes, que piensan que sus problemas son
lo más importante del mundo y que son unos incomprendidos --
esta vez fue Phineas Nigellus quien emitió su ácida opinión
-
Gracias Phineas --
dijo Dumbledore -- pero en esta ocasión la preocupación y el
sufrimiento de este joven, son auténticos y no carecen de valor.
Dumbledore
se quedó pensativo unos minutos. Jason Prewet siempre había sido una mente
brillante pero de sentimientos tormentosos, en ciertos aspectos le recordaba a
Sirius aunque mucho menos manejable. Finalmente tomó la decisión de hablar él
mismo con Remus, pasara lo que pasase seguía pensando que era su derecho el
estar debidamente al tanto de la situación. No solo porque era su derecho, sino
porque si Hermione no superaba aquello, había que tomar decisiones con relación
al bebé. De manera que envió un patronus al
hombre lobo y con un último suspiro se dispuso a esperar. La tarea que tenía
por delante no era sencilla ni agradable, aquel era un sujeto que también había
sufrido mucho, y lo que tenía que decirle solo contribuiría a lacerar aún más
su ya muy golpeado corazón.
Tal y
como Dumbledore había supuesto, la conversación con Remus no resultó nada
fácil, y a partir de ese momento él redobló sus esfuerzos por acercarse a la
chica pero con los mismos resultados. Por otro lado, Tonks no dejaba de
perseguirlo tanto como podía y no importaba lo que él le dijera y aunque nunca
había sido grosero, ya comenzaba a cansarse y este cansancio sumado a la
preocupación y el dolor, en cualquier momento haría que el pobre hombre
explotase. De modo que le pidió al Director que redujera las guardias de la
chica en Hogwarts, cosa a la que Dumbledore accedió, y a pesar de que no las
suprimió del todo, esto le proporcionó cierto descanso a Remus.
Otro
visitante frecuente del castillo era Jason, tanto por el seguimiento que hacía
al embarazo de Hermione, como por el tratamiento de Sirius.
Dumbledore
le había recomendado a Remus no mencionarle nada del asunto de Hermione a
Jason, de manera que en sus visitas se limitaban a hablar de la condición de
Sirius, que para beneplácito de Dumbledore y de Remus, parecía ir bien
encaminada. Según les había informado Jason, ya los reflejos del animago
parecían haber comenzado a reaccionar al tratamiento. Aunque seguía sin
conocimiento, respondía mejor a los estímulos sensoriales. De manera que tenían
muchas esperanzas de que finalmente se recuperara del todo, a pesar de que
seguían sin saber cuánto tiempo tomaría.
Durante
un tiempo y aunque Hermione confiaba plenamente en Jason, tuvo cierto temor de
que le hubiese mentido, pero esto se le pasó pronto, porque sentía al bebe
moverse y todo parecía marchar bien. El asunto es que toda su preocupación
estaba centrada en el bebé y no se veía a sí misma. Sin embargo, tanto para los
que lo sabían cómo para los que no, era cada vez más evidente el deterioro
físico de la chica. La profesora McGonagall había conversado con los profesores
y todos, a excepción de Snape por supuesto, habían aligerado la carga de
deberes a Hermione.
Jason
por su parte, nadie sabía cómo, porque entre sus deberes en San Mungo, y el
trabajo con la Orden, aún sacaba tiempo y se las arreglaba para pasar casi a
diario por el castillo. Y aunque en términos generales esto no tenía ningún
beneficio práctico, y resultaba más una tortura que otra cosa, se repetía constantemente
que debía estar cerca.
Al
final de una tarde de principios de junio, Jason se encontraba de pie en las
cercanías del aula de Pociones, esperando que los chicos saliesen de clase.
Cuando sonó la campana guardó en su bolsillo un pergamino que Bill le había
dado contentivo de unos asuntos de la Orden, y giró la cabeza hacia la puerta
del aula. Varias chicas, entre ellas Pansy Parkinson, le sonrieron con
coquetería. Ya para muchas de las estudiantes de Hogwarts se había hecho
habitual encontrárselo por los pasillos de la escuela, y a pesar de que Jason
apenas si les prestaba alguna atención, ellas no cejaban en su empeño de
hacerse notar. En aquella ocasión,
Parvati y Lavender no perdieron oportunidad de molestar a la Slytherin al verla
deshacerse en sonrisas hacia el sanador.
-
Olvídalo Parkinson, no tienes ninguna
oportunidad -- dijo Lavender y Pansy la miró de arriba abajo
con desprecio, haciendo que las otras dos riesen
-
Es más o menos la mirada que él reserva
para cualquier otra chica que no sea Hermione Granger --
dijo Parvati con malignidad
Y
aunque Lavender no tenía especiales motivos para sentir simpatía por Hermione,
ya que tontamente la culpaba de su ruptura con Ron, tal vez el espíritu de
lealtad de una Gryffindor la hizo agregar.
-
La verdad es que al lado de Granger, tu
resultarías muy poca cosa para el apuesto sanador.
Por
mucho que Pansy hubiese querido hacer algo para cobrarse lo que consideraba un
insulto de la peor clase, Jason aún estaba a la vista, de modo que tuvo que
tragarse su rabia mientras las Gryffindor se alejaban riéndose al igual que los
que habían escuchado el breve intercambio.
Harry
y Ron salieron casi de último y eso porque Snape los echó del aula.
-
Si no se van ahora mismo, Potter y
Weasley, estarán en detención hasta que terminen la escuela… -- y
los miró con odio --… el año próximo.
Aunque
Harry consideró que para él no haría mucha diferencia, ya que cumplía un
castigo interminable con aquel desgraciado, la mirada de súplica de Hermione lo
hizo coger su mochila y salir en compañía de un no menos reticente Ron. La
razón de tanta resistencia a abandonar el aula era que Snape le había pedido a
Hermione quedarse, y aquello no les gustaba nada. Conociendo a Snape, tenían
pocas dudas de que haría pasar un mal rato a su amiga. De modo que una vez
fuera, comenzaron a insultarlo en todos los tonos.
-
Ese cretino hijo de… --
Harry se detuvo bruscamente
-- ¡Jason! --
exclamó al chocar contra el sanador
-
¿Qué sucede? ¿Dónde está Hermione?
-
El desgraciado de Snape…
-
El miserable ese…
-
¡Aguarden! -- los
interrumpió Jason porque ambos habían comenzado a vociferar al tiempo -- Uno
a la vez ¿bueno?
-
Snape la hizo quedarse --
comenzó Harry con un poco más de calma pero con la misma ira -- el
muy maldito la hace trabajar incluso más que a nosotros.
Por
una fracción de segundo los chicos tuvieron la impresión de que Jason iba a
lanzarles una maldición, pero de inmediato comprendieron que su ira no iba a
dirigida a ellos.
-
¡Váyanse!
-- les ordenó -- Yo
me haré cargo.
Tanto
Harry como Ron sintieron un maligno placer al ver la mirada tormentosa de
Jason, y lo conocían lo suficiente como para saber que muy mal iba a irle a
Snape. De modo que aunque asintieron y comenzaron a alejarse, solo se
escondieron tras una columna mientras Jason se acercaba con sigilo a la puerta
del aula y se dispusieron a esperar, ya que por nada del mundo se habrían
perdido aquello.
Una
vez que los chicos habían abandonado el aula, Hermione se había vuelto a Snape
y lo miraba con fijeza. Ella estaba perfectamente al tanto de la habilidad del
profesor en Legeremancia, por las
fallidas clases de Oclumancia de
Harry, de modo que se esforzó en cerrar su mente a cualquier intromisión no
deseada. Pero como demoraba en decir algo, se hartó.
-
¿Y bien profesor? Estoy cansada y…
-
Me importa muy poco cómo esté -- la
interrumpió él -- y esperará el tiempo que yo decida.
-
No puede tenerme aquí sin un motivo
justo, y si no me lo dice entonces…
-
¡Cállate!
-- ordenó él -- He
tenido suficiente oportunidad para notar que te resulta imposible mantener tu
gran boca cerrada, pero escúchame bien niña indeseable -- y
levantándose comenzó a avanzar hacia ella
-- siempre supe que tu tan
alabada inteligencia no era tal, y si crees que haber concebido un bastardo con
el miserable Licántropo te da algún derecho o privilegio, estás tristemente
equivocada. Ello solo demuestra que no eres más que una…
Pero
no llegaron a enterarse de lo que según él sería, porque Jason ya había tenido
suficiente y en ese momento un latigazo restalló en el rostro de Snape dejando
una considerable abertura en su mejilla. Hermione giró la cabeza con tanta
violencia que se hizo daño en el cuello, pensando que podía tratarse de Harry.
Pero se encontró con la furiosa mirada de Jason que avanzaba con decisión hacia
ellos con la varita apuntando directamente al pecho de Snape.
-
¿Cómo te atreves? --
siseó Snape
-
¡Aléjate de ella!
-
¡No puedes darme órdenes!
-
Te sugiero no poner a prueba mi paciencia
o podrías descubrir con mucho perjuicio para tu salud, que no soy el escolar al
que puedes enfrentar.
Aunque
la furia de Snape estaba en el punto máximo, y a pesar de ser un mago muy hábil
no alcanzó a tomar su varita, porque incluso antes de mover la mano, ésta había
saltado por los aires y Jason la había atrapado limpiamente.
-
Sal de aquí Hermione -- le
ordenó sin dejar de mirar a Snape porque era perfectamente consciente de que él
aún podía emplear ciertos poderes aun sin varita.
Pero
Hermione no se movió y no por terquedad, sino que por efectos bien fuera del
susto o de su precaria salud, había comenzado a sangrar por la nariz y estaba
muy mareada. No obstante, como ninguno de los dos hombres estaba mirándola,
pudieron percatarse del hecho.
-
¡Tú, bastardo arrogante, vas a
arrepentirte de esto! -- estaba gritando Snape
-
Lo dudo mucho, y escúchame bien Snape, no
me importa qué tanto confíe Dumbledore en ti, no me importa qué o quién
demonios seas, te juro que si vuelves a maltratarla de cualquier forma,
descubrirás de forma muy dolorosa lo peligroso que puedo llegar a ser --
finalizó Jason con toda la arrogancia de la que se le acusaba
-
Jason…
El
gemido ahogado de Hermione, hizo que el chico quitara la vista por un momento
de Snape, hecho que el profesor aprovecho para atacarlo. Innecesario decir que
fue la peor de las decisiones.
-
¡DISTORTUM! -- lo
atacó Jason y Snape comenzó a chillar
-- ¡SILENTIUM! -- lanzó en seguida con lo que cesaron los
gritos aunque él no había dejado de emitirlos
-- ¡ASTRICTUM! -- con ello quedó firmemente atado
Todo
esto fue hecho a una velocidad pasmosa y mientras se acercaba a Hermione.
Guardó su varita, la alzó en brazos y salió de allí sin mirar atrás. Casi
atropella a Harry y a Ron que estaban en la puerta y no habían perdido un solo
detalle.
-
Avísenle a algún profesor para que venga
a atender a este miserable -- les dijo sin detenerse -- y
no es necesario que se den mucha prisa.
A
pesar de que no tenían especial motivo para sentir conmiseración por Snape, el
natural sentido de la misericordia de Harry se impuso, de modo que extrajo a
toda velocidad el “mapa” de su mochila para ubicar a un profesor y rápidamente
notaron que la más cercana era la profesora McGonagall. Guardó el mapa y
echaron a correr hacia el siguiente piso, la hallaron reprendiendo a unos
alumnos de Slytherin y sin darle muchas explicaciones le dijeron que el
profesor Snape necesitaba ayuda urgente. Ella trató de informarse pero ellos ya
corrían en dirección contraria, pero aun así Harry se volvió un momento.
Snape
fue rápidamente expulsado de su mente, pues ya había cumplido con avisar,
mientras que su corazón se encontraba oprimido por la suerte de su amiga.
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