Al filo de la navaja

Al filo de la navaja
Nuestro pasado no determina nuestro futuro, son nuestras decisiones y nuestras acciones las que lo hacen. Así como tampoco somos responsables por lo que nuestros antepasados hayan hecho o pretendido hacer de nosotros, pero sí lo somos de lo que decidamos hacer con ello. El pasado es un hecho, el presente lo construimos segundo a segundo, y el futuro es un lugar incierto que siempre nos mantendrá… Al Filo de la Navaja

domingo, 29 de junio de 2014

Cap. 17 Sucesos



El tiempo avanzaba y aunque los miembros de la Orden hacían cuanto podían por entorpecer los planes de Voldemort, por otro lado sentían que no avanzaban lo suficiente en el asunto de convencer a la gente del regreso del mismo. Aunque a decir verdad, esa parte la tenían de veras difícil con toda la propaganda en contra desatada por Fudge y por El Profeta.

Aparte de eso, Sirius y Remus estaban muy preocupados por Harry porque lo estaba pasando realmente mal en la escuela. Como bien sabían, el odio infundado de la profesora de DCAO había llegado al límite, suspendiéndolo de por vida  del equipo de Quidditch, ya solo por eso Harry había regresado a la escuela después de las navidades, con muy poco ánimo, y a ello se había sumado la orden de Dumbledore de que recibiese  clases de Oclumancia  con Snape,  clases que a todas luces eran una tortura, según sus palabras. 

Poco después de San Valentín, se llevaron una enorme sorpresa. En  El Quisquilloso, una revista algo “particular” dirigida por Xenophilus Lovegood, apareció publicada una entrevista hecha a Harry, y lo más asombroso para los que conocían la historia, era que la entrevista había sido realizada nada más y nada menos, que por Rita Skeeter. Pero obviando eso, el contenido de la misma había causado conmoción. Algunos de los más recalcitrantes magos y brujas, habían cambiado drásticamente de opinión y se mostraban más dispuestos a dar una oportunidad a la versión “no oficial” de lo ocurrido el día de la última prueba del Torneo.

Una noche mientras cenaban, un fénix plateado se posó sobre la mesa.

-             Reunión urgente de la Orden

Cuando la voz de Dumbledore se extinguió, ellos se levantaron rápidamente y Sirius ordenó a Kreacher retirar el servicio, mientras  se dirigían hacia el recibidor.

Ojo Loco, Bill, Tonks y Jason fueron los primeros en llegar, pero pocos minutos después estaban todos reunidos con excepción de Kingsley, McGonagall y Snape.

-             ¿Alguien sabe qué ha sucedido?  -  preguntó Remus

Pero al parecer nadie tenía ni la más mínima idea. Sin embargo, en ese momento Dumbledore hizo su aparición.

-             Lamento la tardanza  -  se disculpó  - pero debí hacer algunos arreglos antes de venir hacia acá.

-             Aún faltan algunos, pero…  -  comenzó Remus

-             No vendrá nadie más, Minerva y Severus tienen orden de quedarse en la escuela y Kingsley debe estar en el Ministerio  -  y luego los miró a todos  -  acabo de convertirme, oficialmente, en un prófugo de la justicia.

Un estupefacto silencio, los envolvió a todos, y a pesar de que entendían muy poco, nadie parecía en capacidad de hablar.

-             ¿Qué sucedió?  -  preguntó finalmente Sirius que fue el primero en recuperar la voz

-             Tuve un pequeño desacuerdo con nuestra Suma Inquisidora, y con nuestro señor Ministro.

De forma detallada, les narró los hechos de la última hora. Les contó que Dolores Umbridge había descubierto las reuniones del ED a causa de la traición de una de sus miembros, y que había atrapado a Harry. De modo que él se había visto en la necesidad de asumir la responsabilidad del hecho, para salvaguardar la permanencia de los chicos en la escuela.

-             Esto es una locura  -  dijo Molly con un sollozo  -  Hogwarts sin ti…

-             No te preocupes Molly  -  la tranquilizó él   -  Minerva sigue en la escuela, ella cuidará de los chicos. Lo único que lamento es haber tenido que lastimar a Dawlish y a Kingsley, pero no me quedó alternativa

-             ¿A Kingsley?  -  preguntó Emmeline

-             Claro  -  dijo Jason  -  habría resultado extraño que fuese el único indemne ¿no?

-             Así es  -  dijo Dumbledore sonriéndole a Jason  -  tu deducción es correcta.

-             ¿Te quedarás aquí?  -  preguntó Elphias

-             No, no  -  le contestó  -  Mi intención no es esconderme, pero les aseguró que Fudge pronto lamentará todo esto.


En este estado de cosas,  llegaron al mes de abril, si bien no habían adelantado mucho más en la consecución de más adeptos a su versión de los hechos, al menos mantenían a raya a Voldemort, y habían frustrado sus planes de hacerse con la Profecía.

Una noche Lupin leía en la cocina, cuando la cabeza de Harry apareció en la chimenea. Remus se sobresaltó muchísimo, sin embargo, no perdió el tiempo en preguntas inútiles y fue a buscar a Sirius. Después de unos minutos de charla, Remus llegó a la conclusión, de que el chico solo necesitaba ser escuchado, aunque también estaba algo conmocionado por unos recuerdos de Snape a los que tuvo acceso y que no dejaban muy bien parados ni a James ni a Sirius, y a decir verdad tampoco a él, ya que nada había hecho para impedir que sus amigos se comportasen como un par de imbéciles. Pero lo que en realidad los preocupó mucho, fue el anuncio que hizo Harry sobre la decisión tomada por Snape de suspender las clases de Oclumancia. Ellos sabían que era de vital importancia que Harry aprendiese a cerrar su mente, o de lo contrario corría un gran peligro si Voldemort decidía utilizarlo para sus fines, Dumbledore había sido lo suficientemente claro al respecto. Sirius montó en cólera, y quería salir inmediatamente hacia Hogwarts, pero Remus lo detuvo, si había que hablar con Snape, él se encargaría, aun así urgió a Harry a que intentase hablar él mismo con Severus, y aunque Harry les dijo que lo haría, eso no los convenció mucho. No obstante tuvieron que suspender la conversación, porque al parecer alguien se acercaba del lado de Harry, y no podía ser encontrado en el Despacho de Umbridge, ya tenía suficientes problemas.

Cuando la cabeza de Harry desapareció, los dos hombres se pusieron de pie.

-             No me importa lo que diga, voy para allá inmediatamente  -  vociferó Sirius

-             Por favor Sirius, piensa un poco, esto solo complicaría las cosas, vamos a hablar con Dumbledore y a darle  una oportunidad, y si es necesario yo mismo iré a hablar con él.

Aun seguían discutiendo cuando las llamas de la chimenea parpadearon de nuevo. Por un momento pensaron que podía tratarse de Harry nuevamente, pero no, en esta ocasión se trataba de Warren, el mayordomo que cuidaba de Anne Marie.

-             Señor Black  -  gritó el hombre

Tanto Sirius como Remus, se agacharon de nuevo hasta quedar a la altura.

-             ¿Qué sucede Warren?  -  preguntó Sirius  -  Anne…

-             Tiene que venir a toda prisa señor, la señora no está bien y…

Sirius no escuchó nada más, de pronto lo había invadido un terror frío que lo hizo tambalearse.

-             Gracias Warren  -  dijo Remus mientras lo sostenía  -  enseguida vamos.

En efecto en cuanto logró que Sirius se sostuviera de nuevo en pie, salieron para allá. Sin embargo, no estaban preparados de ningún modo para lo que se encontraron.

Definitivamente, algo no iba bien. Anne Marie estaba recostada en el sillón, con una expresión de intenso dolor y una palidez mortecina. Se apresuran a acercarse a ella, pero a ambos les pareció inútil perder el tiempo haciendo preguntas. Sirius la alzó en brazos pero tuvo que recurrir a toda su fuerza de voluntad para no perder el control, porque al hacerlo vieron una gran mancha de sangre sobre el sillón. Nunca se enteraron de cómo lo habían logrado, pero aparecieron a las puertas del Hospital dónde Anne Marie llevaba el control de su embarazo, entraron a toda velocidad y fueron atendidos enseguida. Por supuesto, Remus tuvo que hacer acopio de paciencia, y uso de toda su fuerza, para mantener a Sirius a raya, porque cuando los médicos le impidieron la entrada, él les habría arrancado la cabeza limpiamente de  no haber estado Lupin presente. A pesar de ello, no fue lo bastante rápido como para impedir que uno de ellos fuese brutalmente golpeado.

-                     ¡Sirius!  -  susurró con urgencia luego de apartarlo del grupo de doctores  -  ¡Por las Barbas de Merlín, hombre!  ¿Quieres acabar en una Comisaría muggle? ¡Cálmate o tendré que echarte una maldición!  Necesitamos saber qué sucede con Anne y con tus “suaves” maneras no conseguiremos sino que nos echen  -  dijo todo esto apresuradamente  -  ¿Has comprendido?

Nos es que estuviese muy convencido, pero se quedó un poco más tranquilo, aunque sus ojos seguían indicando “peligro inminente”.

-                     Disculpe doctor  -  dijo Remus dirigiéndose con la mayor corrección al galeno  -  se trata de su primer hijo, y está un poco fuera de control.

-                     No se preocupe  -  dijo uno de ellos  -  No es la primera vez que sucede algo así, no hay mayores daños.

Y aunque era muy probable que el que había recibido el batacazo, no estuviese muy de acuerdo, siguieron adelante.

-             Según la historia clínica de la señora, aún faltan seis semanas para que el embarazo llegue a término  -  les dijo  -  Sin embargo, en ocasiones se presentan estos casos.

-             ¿Tienen alguna idea de por qué?  -  preguntó Remus

-             Los partos  pretérmino pueden obedecer a muchos factores, así es que debemos hacerle algunas pruebas antes de emitir un diagnóstico final

-             Quiero verla  -  dijo Sirius

-             En este momento es imposible  -  dijo el médico  -  hasta tanto no tomemos una decisión.

-             ¿Decisión?  -  preguntaron ambos

-             En el sentido de sí es posible detenerlo o no.

Fueron el par de horas más angustiantes que Sirius recordaba haber vivido, y al final de las mismas, los médicos anunciaron que aunque no había motivos aparentes para aquello, no podían hacer nada para detenerlo. De modo que le permitieron verla un momento, lo que en opinión de Remus había sido mucho peor, porque Sirius quedó en peores condiciones que antes, aparte de que resultó una tarea ímproba sacarlo de allí.

Después de otra desesperante hora, el médico que había estado atendiendo a Anne, que había sido llamado de urgencia, se acercó a ellos.

-             Felicidades señor Black  -  le dijo  -  ya es usted padre.

Remus miró a su amigo y de no haber sido porque acababan de vivir las peores horas de sus vidas, se habría reído de su cara. Sin embargo, tuvo el buen juicio de informarse, ya que Sirius parecía que no podría hablar nunca más.

-             ¿Y qué fue? ¿Están bien?

-             Un varón  -  dijo el médico sonriente  -  y sí ambos están bien. No obstante, el bebe deberá permanecer unos días en la incubadora y bajo observación, porque cuando nacen tan prematuros pueden desarrollar algunas deficiencias respiratorias

-             Pero…  -  comenzó Sirius que había recuperado el habla  -  va a estar bien ¿no?

-             Con los cuidados adecuados, sí  -  le contestó  -  En unos minutos podrá verlos.

Remus agradeció al médico, mientras que Sirius se había dejado caer en una silla, y había escondido el rostro entre las manos.

-             Vamos hombre, alégrate que todo ha salido bien

-             ¿Sabes que he estado a punto de morir de un infarto?

-             Sí  -  dijo Remus sonriendo  -  Lo sé.

Un rato más tarde les permitieron ver a Anne y luego los condujeron a la Unidad de Cuidados Neonatológicos. Sirius se impresionó al ver al bebe tan pequeñito, pero al mismo tiempo lo embargó una enorme emoción. Fue todo un proceso que los dejaran entrar para ver al bebe más de cerca, pero finalmente y aunque no podía cogerlo en sus brazos pudo sujetar la manito del niño.

-             Bienvenido al mundo Anthar Black.


A pesar de que todo había salido bien, no dejaron salir al pequeño Anthar, hasta finales de mes, lo cual representó una alegría y un alivio, ya que las últimas dos semanas las habían pasado prácticamente todo el tiempo en el Hospital, y en el caso de Anne, no se había movido de allí para nada. De modo que el regreso a casa fue todo un acontecimiento.

A partir de entonces, Sirius casi todo el tiempo estaba con Anne y el bebe, exceptuando los días que había reunión de la Orden. Una noche después de cenar, se encontraba en el cuarto de su hijo, cuando una figura plateada hizo su aparición.

-             Regresa de inmediato. Reunión urgente algo serio ha sucedido

Aunque Anne por ser muggle no podía ver un patronus, notó de inmediato que algo no iba bien, ya que Sirius se había quedado a media a frase y con la vista fija en un punto del vacío.

-             ¿Qué sucede?  -  preguntó cuando el colocó a Anthar en sus brazos

-             Debo irme, tenemos problemas.

Ella estaba al tanto de la situación difícil por la que atravesaban, pero era la primera vez que Sirius suspendía una visita de esa manera. Sin embargo, no queriendo ocasionarle más trastornos de los que en apariencia tenía, no hizo preguntas. Sirius se despidió con un beso a ambos y se marchó, dejándola sumida en la angustia y la incertidumbre.

-             Va a estar bien  -  dijo mirando al niño  -  papá va a estar bien.

Evidentemente lo decía más para convencerse ella, que para tranquilizar al bebe, ya que era obvio que él no podía entenderla, o al menos, eso creía ella.


Sirius llegó apenas unos minutos antes de que comenzaran a llegar los demás miembros de la Orden. Los primeros en llegar, fueron los Weasley, seguidos de Ojo Loco y Hestia Jones. Los últimos en llegar fueron Bill y Jason, y lo hicieron solo un par de minutos antes que Dumbledore.

Una vez que estuvieron todos reunidos, Dumbledore se llevó una o mano a la frente, signo inequívoco de su preocupación.

-             Minerva ha sido gravemente herida  -  les dijo

-             ¿QUÉ?  -  fue el grito general

-             La profesora Umbridge intentó echar a Hagrid esta noche haciendo uso de la fuerza  -  les dijo con cierto dejo de indignación  -  Por supuesto Minerva quiso intervenir, pero fue atacada. Recibió cuatro rayos en el pecho y según la información que manejo, está bastante delicada.

-             ¡Maldita arpía desgraciada!  -  exclamó Sirius y varias voces se alzaron igualmente indignadas

-             Profesor  -  dijo Jason  -  ¿Puedo ir a verla?

-             ¿Qué explicación darías para tu presencia?  -  preguntó el anciano  -  No Jason, no sería prudente

Aunque el chico entendió el razonamiento, eso no lo hizo sentir mejor. Realmente si había alguien a quien apreciaba era a Minerva McGonagall. Durante su estancia en Hogwarts había sido un valioso apoyo para él, y después de Lupin, la consideraba la mejor docente que había tenido.

-             Las cosas se están precipitando  -  dijo Dumbledore  -  es necesario que se mantengan muy alertas, Voldemort se está desesperando al no poder conseguir lo que desea, y me temo que intente una barbaridad.

-             ¿Una barbaridad como cuál?  -  preguntó Bill

-             Ya ha intentado que otros lo hagan por él, y ha visto la inutilidad del asunto  -  dijo Arthur

-             Eso es lo que temo, a estas alturas ya debe saber que solo él o Harry pueden tomarla  - advirtió Dumbledore

-             ¿No deberíamos advertir a Harry?  -  preguntó Sirius

-             No, es mejor dejarlo tranquilo  -  negó el profesor  -  confío en que esté practicando lo poco que pudo enseñarle Severus.

-             Ese infeliz no…

-             Calma Sirius  -  lo interrumpió  -  ya reconocí que yo debí hacerlo, pero como dije también, me pareció mucho más imprudente por las consecuencias que eso podría tener. De modo que Severus hizo lo que pudo, pero es obvio que hay ciertas heridas que no sanan jamás.

Se hizo un breve pero incómodo silencio. Sirius nunca había estado de acuerdo en ocultarle nada a Harry, pero todos parecían decididos a hacerlo. De manera que no podía hacer nada, ni contravenir las órdenes de Dumbledore.

-             Lo único que les pido por favor  -  les dijo el Dumbledore antes de finalizar la reunión  -  es que tengan el mayor cuidado, sobre todo los que están en el Ministerio, no sabemos en qué momento puede Voldemort decidir tomar una acción desesperada.

-             No creo que se arriesgue a entrar personalmente allí  -  dijo Ojo Loco -  a menos que su arrogancia lo lleve tan lejos.

-             Todo es posible Alastor, todo es posible.


Y de ese modo, dieron por finalizada la que sería la última reunión de la Orden en aquel lugar.

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