Al filo de la navaja

Al filo de la navaja
Nuestro pasado no determina nuestro futuro, son nuestras decisiones y nuestras acciones las que lo hacen. Así como tampoco somos responsables por lo que nuestros antepasados hayan hecho o pretendido hacer de nosotros, pero sí lo somos de lo que decidamos hacer con ello. El pasado es un hecho, el presente lo construimos segundo a segundo, y el futuro es un lugar incierto que siempre nos mantendrá… Al Filo de la Navaja

sábado, 28 de junio de 2014

Cap. 15 Navidad



Los chicos habían llegado a Grimauld Place y Sirius los había recibido. La única que no venía con ellos era Hermione, que por no ser una Weasley, no había sido avisada de lo sucedido. Sirius tuvo que hacer grandes esfuerzos por retener a los gemelos, que contra todo evento querían ir al Hospital.

-             ¡Escuchen!  - exclamó cuando su paciencia se agotó  -  no me importa si tengo que echarles una maldición para impedírselos, y no duden que lo haré. Piensen un poco su padre ha resultado herido mientras trabajaba para la Orden ¿Cómo creen que se tomarían los empleados del Ministerio, que sus hijos llegasen incluso primero que su mujer? ¿Alcanzan a imaginarse la cantidad de explicaciones que ya hay que dar por lo sucedido?

-             ¡Es nuestro padre!  -  bramó Fred

-             Lo sé, pero aún así deben esperar. Actuando de modo precipitado, perjudicaran gravemente los intereses de la Orden…

-             Qué nos importa la maldita Orden  -  gritó George

-             Esa es una de las razones por las que magos menores de edad o que no han dejado la escuela, no pueden formar parte de la Orden  -  dijo Sirius en tono críptico  -  No son capaces de manejar sus emociones, y no entienden que hay cosas por las que vale la pena morir

-             Por supuesto, para ti es muy fácil, tú solo te sientas aquí y…

-             ¡George!  -  exclamó Ginny, que no había dejado de llorar desde que les dieron la noticia

Sirius parecía tener deseos de golpear al gemelo, pero cuando habló lo hizo en un tono pausado y aparentemente tranquilo.

-             Arthur al igual que todos nosotros, está consciente de los peligros que corre y los ha asumido como todos los demás. No voy a pretender que no se preocupen, pero deben confiar y conservar la calma.

No era que estuviesen muy convencidos, pero no les quedó más remedio que serenarse. Harry por su parte, soltó el aire cuando los gemelos se sentaron y dejaron de protestar. Él también estaba muy preocupado, y adicional a ello, sentía una tremenda culpa, pero no dejaba de verle la lógica a todo lo que había dicho Sirius.

-             ¿Cómo estaba mamá?  -  preguntó Ginny

-             La verdad no lo sé  -  le dijo Sirius  -  no la veo desde la última reunión de la Orden. Después que ustedes se marcharon Dumbledore consideró que era más oportuno que regresara a La Madriguera, como ya saben, para no despertar sospechas. En ocasiones Bill o Jason se quedan aquí, pero normalmente estamos Remus y yo nada más. Pero no se preocupen, Jason se comunicó conmigo y dijo que en cuanto tuviesen noticias, nos las harían saber de inmediato, supongo que Dumbledore le avisó primero a él.

-             ¿Y Remus?  -  preguntó Harry

-             Partió hace dos noches, ya sabes, luna llena.

Harry sintió cierta pena por su padrino, encerrado solo en aquella casa, que para más señas odiaba con todas sus fuerzas.

El tiempo comenzó a deslizarse con una lentitud pasmosa. Sirius había ordenado unas cervezas de mantequilla, pero casi ninguno las había probado, solo se limitaban a juguetear con las botellas, solo por hacer algo.

De pronto un fogonazo ilumino la estancia y un pergamino cayó sobre la mesa.

-             Fawkes  -  dijo Sirius tomando el trozo de pergamino y desenrollándolo  -  Es la letra de su madre  -  y les pasó el pergamino

George leyó en voz alta “Papá todavía está vivo. Salgo ahora para San Mungo. Quédense donde están. Les enviare noticias en cuanto pueda. Mamá”
George miró alrededor.

-             Eso suena como si…

No tuvo que terminar la frase, a todos les sonaba como si el señor Weasley estuviera debatiéndose entre la vida y la muerte.   

Ninguna otra noche se les había hecho tan larga. Ginny estaba acurrucada en la silla, Fred dormía con la cabeza colgando sobre un hombro, mientras que los demás tenían la vista fija en diferentes puntos, y nadie hablaba.

Hacia las cinco de la mañana, se abrió la puerta de la cocina, y entró la señora Weasley, extremadamente pálida y cansada.

-             Se pondrá bien. Ahora duerme. Jason no se moverá del hospital y Bill se tomó la mañana libre por si algo se ofrece. Más tarde podremos ir a verlo.

Todos respiraron aliviados. Sirius ordenó el desayuno y Molly se deshizo en agradecimientos con Harry, pero el chico seguía muy preocupado.

Sirius les dijo que podían quedarse en la casa, para que no tuviesen que hacer viajes tan largos desde La Madriguera hasta el hospital, y Molly se lo agradeció mucho. De modo que se quedarían a pasar la navidad allí, lo que puso a Sirius muy contento.

Esa tarde fueron a visitar al señor Weasley y lo encontraron de muy buen humor, aunque muy pálido. También él le dio las gracias a Harry, y luego los chicos salieron para que Ojo Loco y Tonks pasaran a saludar a Arthur. Jason se disculpó y subió a otra planta porque tenía que atender a otros pacientes. Una vez solos, los gemelos sacaron sus orejas extensibles.

-             Bien, ya que ellos no quieren decirnos qué sucedió, tendremos que enterarnos por nuestros propios medios.

A Harry no le gustaba para nada espiarlos pero sin embargo los chicos insistieron. Pero habría preferido no haberlo hecho, luego de escuchar lo que allí se dijo.

-             Pues es lógico que Harry esté preocupado  -  escucharon que decía Moody  -  ve cosas desde el interior  de la serpiente de Quien-ustedes-saben. Evidentemente, no sabe lo que eso significa, pero si lo está poseyendo…

Harry prácticamente se arrancó la oreja y dio un paso atrás. Todos lo miraban con cara de susto. A partir de aquel momento Harry se sintió sucio, y cuando regresaron a casa, se encerró en su habitación y no quiso ver a nadie. Ya en la noche se fue a la habitación donde Sirius tenía a Buckbeak, y se quedó allí pensando mil barbaridades, incluida la posibilidad de huir, ya que se veía a sí mismo como un peligro para los demás.

Hermione llegó al día siguiente. Jason había ido por ella y la llevó directo a Grimauld Place. Originalmente ella iría a esquiar con sus padres, pero con lo sucedido había decidido quedarse. Entre ella, Ginny y Ron lograron convencer a Harry de que se estaba portando insensatamente al pensar que Voldemort lo poseía. Ginny se encargó de recordarle que ella sí había pasado por esa situación, y él no presentaba ninguna de las características de una posesión. De modo que finalmente, se había quedado más tranquilo.

A pesar de la situación, Sirius estaba muy contento por tenerlos en casa, y se entretuvieron  juntos  en la decoración navideña.

En la tarde del día de navidad, volvieron al Hospital, eSta vez en compañía de Ojo Loco y Lupin que había regresado. Pero los chicos huyeron muy de prisa de la habitación,  cuando la señora Weasley empezó a gritar a su marido, a causa de lo que ella llamaba “tontear” con medicina muggle. Jason intentó explicarle que el sanador en prácticas no había tenido mala intención, pero eso le daba igual a ella, de modo que los chicos salieron y dejaron a Jason intentando mediar en la situación.

Tuvieron dos encuentros inesperados, y ninguno de los dos resultó placentero. En el piso donde se encontraban los pacientes con daños permanentes, se toparon Lockhart, y la sanadora que lo atendía creyó equivocadamente que iban a visitarlo a él. El pobre individuo estaba decididamente chiflado, aunque la mujer dijo que estaba mejorando.

Sin embargo, el otro encuentro resultó mucho más desconcertante. Sin poder evitarlo, y a Harry le habría gustado mucho poder hacerlo,  se toparon con Neville y su abuela que habían ido a visitar a los padres del Gryffindor. Los otros chicos no tenían idea de lo ocurrido con los señores Longbothom, por lo que su sorpresa y malestar, fueron enormes.


Después de navidad, la alegría de Sirius se había ido apagando y cada vez se lo veía menos. Por primera vez desde que había comenzado la escuela, Harry no tenía deseos de volver, y habría preferido quedarse en Grimauld Place con su padrino, pero sabía que aquello era imposible.

Por su parte Lupin había pasado las peores navidades de su vida, viendo como Jason se desvivía por Hermione, y aquello estaba causando verdaderos estragos en su salud. Aparte de pasarlo realmente mal en las noches de luna llena, había que sumarle toda la tensión emocional, y el resultado se traducía en muchas más canas que antes, unas ojeras muy marcadas, y la evidente pérdida de peso. Molly estaba muy preocupada por él, y todos pensaban que solo se trataba de lo mal que le sentaba tener que pasar los días de su transformación, en compañía de los otros individuos de su especie, pero que rechazaban todo contacto con su lado racional.

La última semana del año, Jason había tenido que trabajar mucho, razón por la cual pasaba poco tiempo en el cuartel, y eso no lo hacía especialmente feliz, de modo que procuraba volver lo más temprano posible en las noches, para poder pasar tiempo con Hermione, aunque se estuviese muriendo del cansancio.

El último día del año, habían tenido un almuerzo tranquilo y bastante solitario. Arthur seguía en el hospital, Bill y Jason tendrían que trabajar hasta tarde ese día, y Sirius estaba desaparecido desde hacía dos días, y aunque le habían dicho a la señora Weasley, que estaba encerrado arriba con Buckbeak, todos sabían que no era así. Sin embargo, como ella ya estaba acostumbrada a lo que llamaba sus repentinos “ataques de melancolía”, no insistió en el asunto.

-             Le subiré algo dentro de un rato  -  dijo  -  Pobre, seguramente está así porque pronto tendrá que quedarse nuevamente solo.

-             No se preocupe  -  dijo Harry con celeridad  -  yo lo haré.

-             Gracias querido  -  y luego puso cara de preocupación de nuevo  -  Y Remus también me tiene muy preocupada  -  aquí Hermione prestó mayor atención  -  Apenas si probó el desayuno esta mañana, y ahora no ha bajado a comer tampoco.

-             ¿Está aquí?  -  preguntó Harry  -  Pensé que había salido, no lo he visto en toda la mañana.

-             Está en su habitación. Y aunque él dice que estoy equivocada, creo que no se siente bien  -  continuó ella  -  Le diré a Jason que le haga un chequeo.

Hermione terminó su comida tan elegantemente, como la prisa que se había dado se lo permitió.

-             Señora Weasley  -  dijo poniéndose de pie  -  Subiré a llevarle algo de comer a Remus. Creo que usted tiene razón y no se está alimentando como es debido.

-             Gracias cielo.

La chica le sonrió y se apresuró escaleras arriba. Ella también había notado la desmejora en el aspecto general de Lupin, pero al escuchar a Molly decirlo de aquella manera, e incluso plantearse la idea de que fuese examinado por Jason, le produjo una gran preocupación.

Era cierto que ella comenzaba a tomarse su relación con Jason, con más seriedad de la que habría esperado. El chico era un sol, no solo era evidente lo que sentía por ella, sino que su forma de tratarla había hecho que Hermione reparase en algo más que su atractivo físico. Jason Prewet no solo era guapo, era tierno, inteligente, considerado, atento y se moría de amor por ella. De modo que ella se había ido acostumbrando poco a poco, a pensar en él con mayor seriedad. El problema estaba en que en cuanto volvió a ver a Remus, su mundo se tambaleó de nuevo. Y esto era algo que no le había pasado desapercibido a Jason, razón por la cual, a pesar de amar su trabajo estaba de muy mal humor por verse obligado a estar alejado de Hermione  a causa de éste, y sabiéndola cerca de la amenaza que sabía significa Lupin. El interés de ella, era algo que Jason se había ganado a pulso, y no estaba dispuesto a renunciar a ello. No obstante, era un tema que jamás tocaban. Después de aquella primera y única vez durante el verano, Jason había sido lo bastante inteligente como para seguir teniéndolo presente, pero sin mencionárselo a Hermione. Y Hermione por su parte, de alguna manera agradecía que él no hubiese vuelto a mencionarlo.

Llegó a la puerta de la habitación y tuvo intención de llamar, pero se abstuvo y entró directamente sin hacerlo. Lupin estaba recostado en la cama, con un brazo cubriéndole los ojos. Por un momento ella pensó que dormía, pero el persistente movimiento de un pie, le indicó que no era así. Dejó el plato sobre el escritorio y se acercó a la cama. Estiró la mano y acarició sus cabellos.

-             ¿Estás bien?

Remus saltó como si lo hubiese picado algún insecto especialmente violento. Pero cualquier cosa que hubiese estado planeando decir, se perdió en algún lugar de su cerebro cuando ella se sentó a su lado y lo miró directo a los ojos. Como de costumbre, su pulso adquirió una velocidad meteórica, su corazón latía tan fuerte que estaba seguro que podrían escucharlo a kilómetros. Sus pulmones se quedaron sin aire, y su cerebro sin ideas. A pesar de que todo aquello parecía bastante problemático, en realidad sus verdaderos problemas no habían comenzado aún, aunque no tardaron mucho en presentarse.

Hermione levantó su mano y le acarició la mejilla. Para él aquel pequeño contacto cargado de ternura y preocupación, fue el detonante para encender una peligrosa mecha que podía ocasionar una seria explosión. Por donde ella estaba pasando sus dedos, él estaba sintiendo que se le quemaba la piel. Intentó en vano ignorar todas aquellas inmisericordes sensaciones  que amenazaban su cordura, pero fue vencido por ellas. Sin darse cuenta ni cómo, unos segundos después la tenía en sus brazos y sus labios reclamaban hambrientos todo lo que se les había estado negando durante tanto tiempo. Y mientras su boca saqueaba la de Hermione, sus manos hacían un recorrido con el que había soñado hasta la enfermedad.

Hermione no había tenido tiempo de reaccionar en ningún sentido, y tampoco es que quisiera hacerlo. Una voz muy lejana en su consciencia intentó recordarle un nombre, pero esta fue acallada por las avasallantes sensaciones que estaban despertando las caricias de Remus.

Con violencia innecesaria él desprendió los botones de la blusa y destrozó el sujetador, pero cuando la piel quedó expuesta a sus ojos, cualquier mínimo vestigio de cordura desapareció. Se demoró en aquella caricia como si quisiera grabar en su boca, el sabor de su piel. Mientras sus manos se deslizaron hacia abajo, superando el obstáculo de los vaqueros y adentrándose en la núbil intimidad que palpitaba con un deseo hasta entonces desconocido.

Un gemido ahogado brotó de la garganta de Hermione, y solo sirvió para que la urgencia que lo estaba consumiendo, buscase un rápido camino hacia aquel jardín largamente anhelado.

-             ¡Hermione!

Aquella llamada penetró en su cerebro de forma violenta, devolviéndolo a su odiada realidad. ¿Qué demonios había estado a punto de hacer? Una despiadada lucha se desató entre su yo consciente y su “otro yo”, que reclamaba a gritos lo que había estado a solo segundos de conseguir. Sin embargo, su consciencia  demostró una vez más por qué era uno de los mejores Aurores del mundo mágico. Con inusitada rapidez y lucidez, con una mano tapó la boca de la chica, y con la otra tomó su varita y apuntó hacia la puerta.

-             ¡CLAUDO OSTIUM!

Hermione aún no estaba segura de lo que estaba ocurriendo, pero unos segundos después de que él sellase la entrada, escuchó las voces de Harry y de Ron que la llamaban de nuevo. Aún aturdida, sintió como Remus la levantaba de la cama, y sin mayores explicaciones ponía orden en su ropa y sujetándola se desapareció con ella, para aparecer luego en la biblioteca.

-             Remus…  -  logró articular finalmente

-             Perdóname Hermione  -  dijo él apenado  -  lo siento mucho, yo no…

-             ¿Lo sientes?  -  preguntó dolida

-             No debí… no debí ponerte en esa situación, te…

-             ¡Vete al infierno Remus Lupin!

A duras penas Hermione había recuperado la consciencia, y con ella la invadió la ira, la frustración y en cierta forma la vergüenza. De modo que luego de decirle aquello abandonó la biblioteca y corrió a refugiarse en su habitación.

Cuando los chicos la buscaron pretextó un terrible dolor de cabeza, y la dejaron tranquila, lo difícil fue enfrentarse a Jason. De él no podía esconderse como de los chicos, porque en cuanto le dijeron que se sentía indispuesta,  se olvidó de la cena y de su cansancio y subió a verla.

Después que Jason conversó con Hermione, salió de la habitación seguro de tres cosas. La primera, que ella no tenía ningún dolor. La segunda, que se había abierto una brecha entre ellos. Y la tercera, que el único culpable era Remus Lupin.



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