En el
momento en que Remus recuperó la cordura, lo golpeó la culpa. Su primer impulso
fue el de golpearse así mismo. Iba a moverse pero el peso de Hermione que tenía
la cabeza sobre su hombro y la pierna sobre la suya, se lo impidió. La miró y
ella dormía, y así parecía mucho más joven aun, lo que hizo que se sintiera
miserable. Durante un tiempo estuvo martirizándolo la culpa, pero finalmente
tuvo la suficiente delicadeza como para
no hacerla sentir mal a ella. La despertó con suavidad y una vez que abrió los
ojos, no pudo resistir la tentación de besarla.
-
Hermione…
-- comenzó al separarse
-
No digas nada --
dijo ella poniendo un dedo sobre sus labios --
especialmente si vas a decir que fue una locura.
-
Pero sabemos que lo fue --
insistió él
Ella
se incorporó con el ceño fruncido y lo miró.
-
Te dije que no lo dijeras --
dijo fulminándolo con la mirada
-- No importa lo que digas, no
importa lo que pienses y no importa lo que hagas. Tú me amas Remus Lupin, como
yo te amo a ti y si lo sigues negando, te juro que lo vas a lamentar.
Él la
escuchaba a medias, porque cuando ella se incorporó, sus enmarañados cabellos
cayeron en cascada sobre sus hombros, y mientras hablaba, él estaba embobado
viendo como sus pechos subían y bajaban, y se sorprendió del deseo salvaje que
despertaba a aquella visión. Sin embargo, hizo un gran esfuerzo por salir de la
hipnosis y prestar atención. Pero era tarde para eso, ella se había acercado y
su peligrosa mirada hacía tambalear el mundo del pobre sujeto. Ella le sujetó
el rostro entre sus manos y acercó sus labios, mientras se sentaba a horcajadas
sobre él.
Cualquier
improbable protesta que hubiese podido planear, fue suprimida por aquel
delicioso ataque a sus sentidos, y que demostraba de forma innegable, que bajo
ningún concepto podría negar lo obvio.
Después
de un prolongado beso, ella levantó un poco la cabeza y lo miró, y una sonrisa
traviesa apareció en sus labios.
-
¿Tendrás el valor de seguir negándolo?
Ni
siquiera se molestó en buscar una absurda protesta, esperó en vano que su
consciencia pusiese alguna clase de objeción, pero ésta no llegó. De modo que
cerró sus brazos alrededor de la cintura de la chica y la atrajo más hacia él.
La
señora Weasley estaba en la cocina, cuando Hermione bajó más temprano que
todos.
-
Buenos días cielo -- la saludó
la mujer -- ¿Por qué tan madrugadora?
Hermione
la miró y por un momento dudó de lo que quería conversar con ella. La noche
anterior había sido la más hermosa de su vida, pero desde que Remus la había
dejado a salvo en casa, había comenzado a pensar en cómo enfrentar el asunto
“Jason”. De modo que se le ocurrió que lo mejor que podía hacer, era hablar con
Molly Weasley.
-
¿Estás preocupada por Jason? --
preguntó la mujer, interrumpiendo sus pensamientos -- No
debes querida, seguro él está bien, pero como dijo el trabajo lo retendría y…
-
No, no es eso señora Weasley -- la
interrumpió ella -- es decir, sí se trata de Jason, pero es otro
asunto.
-
¿Qué sucede?
Hermione
respiró profundo antes de lanzarse. Lo había pensado mucho, tal vez aquello le
costase el afecto de los Weasley, pero no había otra salida.
-
Señora Weasley, yo quiero mucho a Jason
pero…
-
Hermione si estás preocupada por lo que
dijeron los gemelos anoche, no les hagas mucho caso, ya sabes cómo son.
-
Es que eso no podrá ser, ni ahora ni
nunca --
dijo la chica para asombro de Molly
-
Pero… ¿por qué?
-
Porque estoy enamorada de otra persona.
Molly
dejó lo que estaba haciendo y se sentó frente a Hermione. Molly podía parecer
una simple madre y ama de casa, y para muchos tal vez algo tonta, pero
decididamente no lo era. Razón por la cual no se le había escapado que aunque
su sobrino daba la vida por Hermione, a ella no le sucedía lo mismo.
Originalmente cuando se lo había comentado a Arthur, éste le había dicho que
tal vez simplemente no era del tipo afectuoso, pero aquí estaba la prueba de
que no era así, y de que ella siempre había estado en lo cierto.
-
¿Y por qué lo aceptaste entonces? -- le
preguntó
Esa
era una pregunta que la misma Hermione se había hecho muchas veces, y la única
conclusión a la que había llegado, no era precisamente halagadora para Jason.
Ella pensaba que había sido un conjunto de circunstancias, entre las que
destacaban el rechazo de Remus, sin obviar el hecho de que Jason no solo era
sumamente atractivo, sino que se había comportado de una forma inmejorable con
ella, despertando con ello cierto interés, pero que no llegaba a ser lo que
sentía por Lupin. Lo quería, sí, pero no de la misma manera.
De la
mejor manera que pudo, le contó todo esto a la señora Weasley, quien la escuchó
con paciencia y comprensión, pero se equivocó de personaje.
-
Hermione pero Sirius está muerto, de modo
que…
-
¿Sirius?
-- la interrumpió Hermione
extrañada
-
Sí, no veo razón para no darle una
oportunidad a Jason si Sirius está muerto.
-
Señora Weasley es que no se trata de
Sirius.
Sin
duda por todo lo que la chica le había contado de una persona mayor que ella y
que se negaba a aceptar la situación, ella se había imaginado que hablaba de
Sirius. Por lo que sabía de él, siempre había ejercido aquella atracción sobre
las chicas, de modo que no le extrañaba que Hermione se hubiese sentido atraída
por él, pero sin duda era algo pasajero y solo estaba confundiendo las cosas. Sin
embargo, ante la negativa de Hermione, se sintió extrañada, pero en seguida su
cerebro le envió otra imagen y su mente se llenó de recuerdos de situaciones,
actitudes y frases sueltas.
-
¡Por las Barbas de Merlín! --
exclamó poniéndose de pie y llevándose las manos al pecho
Hermione
enrojeció pero le mantuvo la mirada. Suponía que ahora vendría el sermón de que
aquello era una locura, que estaba confundida y que un hombre de esa edad no se
fijaría en una chica como ella. De manera que aunque respetaba mucho a la
señora Weasley, decidió adelantarse.
-
Estoy segura de esto señora Weasley, como
nunca lo he estado de nada, así como estoy segura de que él también me ama --
aseguró
-
Hermione pero… ¿Remus Lupin? --
dijo con voz ahogada -- Criatura ese hombre podría ser tu…
-
Pero no lo es -- la
atajó la chica -- señora Weasley, solo quiero causarle el menor
daño posible a Jason. De veras lo quiero mucho, y estoy segura de que si mi
corazón no estuviese comprometido, Jason habría sido el elegido, pero no siendo
así, solo quiero que me ayude a hacerlo entender y a que no la tomé en contra
de Remus.
Aunque
Molly hubiese querido decir muchas cosas, se las calló, porque la actitud de
Hermione le parecía una actitud valiente. Sin embargo, no podía dejar de
preguntarse cuál sería la de Remus. Conocía a Lupin desde hacía mucho tiempo, y
sabía perfectamente cómo era, y había que añadirle a su proverbial formalidad,
el hecho de su especial condición. Y por otro lado, no podía dejar de
preocuparse por Jason. Ella sabía que su sobrino amaba con locura a Hermione, y
aquello le resultaría no solo doloroso, si no muy difícil de aceptar. No
obstante, le aseguró a Hermione que en cuanto ella rompiese su relación con
Jason, ella hablaría con su sobrino, e intentaría que entendiese que era mejor
así. No estaba segura de que aquello fuese a servir de mucho, pero al menos lo
intentaría.
A
pesar de la decisión tomada por Hermione en cuanto a romper con Jason cuanto
antes, eso no fue posible ese día, ni al siguiente. Al parecer las cosas habían
estado realmente difíciles y Jason prácticamente no había salido del Hospital,
al segundo día cuando por fin apareció en La Madriguera, Hermione se armó de
valor y le pidió acompañarla al salón, pero apenas habían entrado cuando la
figura plateada de un fénix apareció ante Jason.
-
En una
hora te espero en mi despacho
Cuando
la voz de Dumbledore se extinguió, Hermione se sintió consternada, pero Jason
la miró y sonrió.
-
Aún tenemos una hora -- le
dijo, pero su sonrisa se extinguió al mirar sus ojos --
¿Qué sucede?
Hermione
respiró profundo, lo miró y luego se decidió a hablar.
-
Jason, no puedo engañarte y no mereces
que lo haga -- comenzó
-- yo…
-
No me amas -- la interrumpió él
-
Jason…
-
Es por él ¿verdad?
Hermione
lo miró con asombro, pero luego recordó que aunque él nunca había mencionado
nada al respecto desde aquel lejano día en que le insinuó que conocía sus
sentimientos, en ese momento ella tuvo la certeza de que lo sabía.
-
Hermione
-- continuó él
-- Siempre supe que te sentías
atraída por él, pero si haces memoria de lo que te dije el primer día,
recordarás que te dije que eso no era posible y sigo pensando de igual manera.
Me siento muy decepcionado conmigo mismo, porque en todo este tiempo no he
logrado que olvides esa tontería, pero te prometo que me esforzaré hasta…
-
No hay nada que puedas hacer -- lo
interrumpió ella
-
Linda, ese hombre nunca… --
pero se interrumpió súbitamente
Ella
lo miró con curiosidad pero su rostro era una máscara impenetrable. En aquellos
instantes Jason estaba sufriendo un violento acceso de ira, pero gracias a su
entrenamiento como Auror podía evitar el exteriorizarlo. Lo que ni Hermione ni
nadie sabía, a excepción de Dumbledore, era que Jason era muy hábil en Legeremancia, pero no era una simple
habilidad, él poseía un don que lo hacía muy superior a Snape y al mismo
Dumbledore en ese campo, porque él podía penetrar en las mentes de las personas
sin necesidad de ningún hechizo, y esto hacía que rara vez los afectados lo
notasen. De modo que la desprevenida Hermione no tenía ni la más mínima idea de
la información que acababa de proporcionarle al chico, ni que lo estaba
destrozando con ella.
Jason
hizo un supremo esfuerzo por controlarse, pero lo que quería era asesinar a
Lupin. Sin embargo, su voz sonó pausada y sin matices de ninguna especie, arte
que también había aprendido a manejar a la perfección.
-
No voy a presionarte en ningún
sentido -- le dijo
-- Te amo por encima de todo y de
todos, y lo sabes. De modo que cuando él te destroce el corazón, recuerda que
yo estaré esperándote.
Sin
decir nada más, le dio la espalda y abandonó la estancia dejando a una muy
asombrada y preocupada Hermione, porque en su experiencia, era mucho mejor
cuando las personas gritaban e insultaban cuando se sentían molestas, y no
aquella peligrosa y aparente actitud de tranquilidad.
Jason
había dejado a Hermione y había ignorado a los gemelos que venían llegando en
ese momento, salió de la casa pisando fuerte y una vez en el jardín y lejos de
todos, su rostro adquirió expresión, y una que con toda seguridad habría hecho
correr a cualquiera. En su rostro se reflejaron todas las emociones que había
reprimido durante su conversación con Hermione, desde la ira más violenta, hasta
el odio más venenoso. Pero poco a poco fue tranquilizándose. Consideró varios
cursos de acción pero decidió que las cosas terminan cayendo por su propio
peso.
Entre
otras muchas cualidades, Jason exhibía aparte de una paciencia digna de
admiración, una lógica fría que le permitía tomar decisiones de forma acertada,
lo que era sumamente ventajoso en sus dos profesiones. En aquellos momentos las
estructuras políticas, sociales y de seguridad del mundo mágico se tambaleaban
y los miembros de la Orden luchaban a brazo partido por conservar algo de
estabilidad. De modo que un muy precario favor le haría a todos enzarzándose en
una lucha contra Lupin, que sabía además de inútil, sería catastrófica para la
Orden.
Respiró
profundo y se reafirmó en su decisión, Lupin no era para Hermione y el tiempo
obraría a su favor demostrando que tenía razón, y para cuando eso sucediese él
estaría esperándola. No le importaba cómo ni cuándo, solo sabía que esa era la
mujer de su vida, que le pertenecía y en algún momento ella se daría cuenta de
ello.
Ajustó
su expresión nuevamente y se volvió cuando escuchó que Bill lo llamaba.
-
¡Jason!
-- llamó el mayor de los Weasley
acercándose -- Ya es hora, Dumbledore
nos espera
-
Estoy listo.
-
Bien
-- dijo Bill --
vamos entonces.
Entraron
nuevamente en la casa y dirigiéndose hacia la chimenea, entraron en ella rumbo
al despacho del director.
Apenas
pusieron los pies en el mismo, el ambiente se tensó. Por muy buen actor que
fuese Jason, seguía siendo un ser humano y acababa de ser golpeado con una
realidad que él había decidido ignorar en su propio beneficio, pero ciertamente
no estaba preparado para encontrarse de frente en ese momento con el
responsable de su desgracia. Sin embargo, y aunque el saludo fue menos cálido
de lo habitual, intentó que su malestar pasase desapercibido, pero eso no era
tan sencillo.
Había
varios motivos por los cuales Lupin no podía ignorar la mirada asesina que vio
en los ojos del chico durante unos segundos. El primero, que se sabía justo
merecedor de ella. Segundo, aparte de llevarle algunos años, conocía de manera
personal el resentimiento como para no reconocerlo cuando lo veía. Y tercero,
el instinto animal que le confería su odiada condición, le permitía percibir
aquellas cosas mucho mejor que las demás
personas.
No
obstante todo lo anterior, cruzaron un cordial saludo, aunque carente de la
calidez habitual y se dispusieron a escuchar la razón por la que habían sido
citados.
Durante
unos segundos Dumbledore observó a los dos hombres y se preguntó si el
antagonismo que estaba percibiendo en aquel momento y que sabía existente desde
hacía mucho aunque bien disimulado y disminuido por el mutuo afecto que se
profesaban, no sería un problema para la tarea que tendrían que llevar a cabo.
Pero luego de escasos segundos, se dijo que ambos eran sujetos inteligentes y
los mejores para lo que iba a confiarles.
-
Se estarán preguntando la razón por las
que los he hecho venir de esta forma --
comenzó -- pero voy a pedirles un poco más de paciencia
y antes de explicarles todo, que por favor me acompañen.
Ninguno
dijo nada y solo se limitaron a ponerse de pie para seguir a Dumbledore. El
recorrido por los pasillos de la escuela fue largo y llegó un momento que ni
Bill ni Jason reconocieron el lugar. No era el caso de Remus, que en su época
de estudiante y en compañía de los otros merodeadores, sí habían estado allí.
Se
detuvieron frente a una puerta y con la mano en el picaporte, Dumbledore se
volvió y los miró.
-
Tengo plena confianza en todos
ustedes -- les dijo
-- pero debo pedirles que lo que
están a punto de ver, no lo revelen absolutamente a nadie.
-
Ninguno de nosotros traicionaría tu
confianza nunca -- dijo Remus
-
Lo sé, pero también sé que en algunos
casos sentirán la necesidad de decirlo, y les aseguro que de momento es vital
que nadie se entere, y cuando digo nadie, es nadie --
enfatizó el anciano.
Los
tres asintieron sintiéndose cada vez más intrigados, pero guardaron silencio y
entraron tras Dumbledore.
Era
una estancia de grandes dimensiones, había una especie de recibidor donde
podían verse un par de sillones y una mesita de té, y más allá separada por una
cortina lo que parecía una habitación a juzgar por lo que desde donde estaban,
les pareció una gran cama con dosel. Una elfina se acercó a Dumbledore e hizo
una reverencia.
-
Buenas tardes Winky -- la
saludó Dumbledore
-
Buenas tardes Dumbledore, señor --
contestó ella
-
¿Algún cambio?
-
No señor, nada.
-
Gracias Winky.
Dumbledore
les hizo señas y avanzaron hacia la habitación, y aunque la curiosidad ya los
tenía al límite, nada los habría preparado para lo que estaban por ver.
Cuando
habían avanzado bastante, la expresión en el rostro de los tres hombres era
exactamente la misma. Mudo asombro. Sin
embargo, el primero en reaccionar fue Lupin.
-
¡No es posible! --
exclamó sin despegar los ojos de lo que producía su estupor
-
¡Yo lo vi! --
dijo en segundo término Jason
-
Todos lo vimos --
agregó Bill de forma un poco más pausada, pero no por ello menos
asombrado.
-
Ustedes no vieron --
intervino Dumbledore -- creyeron ver.
-
Pero…
-- comenzó Remus
No
obstante, parecía no encontrar las palabras adecuadas. Por un lado y aunque
quería creer lo que estaba viendo, temía que fuese una alucinación y estuviese inmerso en un sueño. Y por el otro,
sus sentimientos luchaban contra su lógica. Un centenar de preguntas se
agolpaban en su cerebro y aunque ninguna tenía una respuesta en aquel momento,
de una cosa estaba seguro, aquello iba a cambiar muchas cosas.
Por su
parte, Jason analizaba a toda velocidad lo que sabía acerca de ciertas
maldiciones y sus posibles efectos contrarios a los conocidos, pero aunque
encontrase una respuesta acorde con lo que estaba viendo, subsistía un detalle
que requería de una enorme explicación.
Mientras
que Bill solo pensaba en dos cosas, y en que daría casi cualquier cosa por no
tener que hablar de ellas.
Dumbledore
interpretó más o menos de forma correcta la expresión de todos y cada uno de ellos
y se preparó para contestar sus preguntas, al menos aquellas de las que conocía
la respuesta, pero lo más importante era prepararlos para el futuro. De modo
que luego de concederles unos minutos para que sus cerebros asimilasen la
información que les estaban enviando sus ojos, se dirigió a ellos.
-
Espero que comprendan que es de vital
importancia que por el momento nadie se entere de esto -- les
dijo --
Nadie puede saber que Sirius Black, sigue vivo.
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