Después de aquella charla nocturna entre los amigos,
Remus se había retirado a su habitación en un estado de ánimo oscilante, y así
había seguido en los días posteriores. Hermione había esperado una explicación
a su comportamiento, pero no recibió ninguna, así que pasó de la sorpresa y la
confusión, a la indignación y por último a la rabia. La enfurecía que él la hubiese
tratado de aquella manera, como sí realmente se preocupara por ella, y luego
apenas si le dirigía la palabra y era evidente que la evitaba tanto como podía.
Sirius se mantenía en una posición que pretendía ser neutral, pero no dejaba de
deslizar comentarios que ponían los nervios de Remus en tensión.
Llegó el día de la vista de Harry, y todos la
pasaron bastante mal hasta que estuvo de vuelta con la tranquilizante noticia
de que había sido “absuelto”. Sirius se reprendió muy duramente, porque por alguna
razón no se sentía tan contento como debería. Se sentía miserable y egoísta
porque por un breve lapso de tiempo, había considerado la posibilidad de que el
chico fuese encontrado culpable y se hubiese visto obligado a vivir allí con
él. Por supuesto que estaba consciente de lo ridículo del asunto, pero la mente
humana era así, y después de todo quizá la gente tuviese razón al decir que
estaba loco.
Después de escuchar el relato de lo sucedido en el
ministerio, incluido el hecho de que se habían encontrado con Lucius Malfoy,
para enorme indignación de Harry, Hermione los dejó pretextando que tenía que
buscar algo. En realidad lo que quería era escapar. Estaba contenta y aliviada
de que todo hubiese salido bien para Harry, pero entre la preocupación que eso
había generado y sus propias tensiones emocionales, estaba a punto de
colapsar. Una vez en la seguridad de su
habitación, se sentó en la cama y trató de analizar su situación. Se dijo en
repetidas oportunidades que Remus jamás se fijaría en ella, pero por alguna
razón aquello parecía no convencer a su obstinado corazón. De modo que terminó
deshaciéndose en llanto.
Remus por su parte, cuando ella dejó la cocina de
forma tan precipitada la siguió con la mirada pero no pasó de allí. Evitó mirar
a Sirius, porque ya estaba harto de sus comentarios y aunque en presencia de
los chicos posiblemente y si tenía suerte, no diría ninguna pesadez, tampoco
quería ver su mirada burlona. Pero después de unos minutos, también se excusó y
salió de la cocina. Pensó en irse a la biblioteca pero sus pasos lo llevaron
directo a la puerta de la habitación de Hermione. Se quedó allí parado sin
decidirse a llamar. Se preguntaba “para qué”, qué podía decirle que sirviese de
algo. Con toda probabilidad cualquier cosa que dijera, solo empeoraría la
situación. Estaba a punto de dar media vuelta, cuando escuchó el sollozo de la
chica. Sin poder evitarlo y como si su mano actuase por voluntad propia, abrió
la puerta.
El corazón se le encogió en el pecho cuando la vio
en aquel estado. Ella estaba tan sumida en su dolor, que no había notado su
presencia.
-
Hermione…
Por un momento ella pensó que su mente estaba
jugándole alguna de sus malas pasadas, de modo que no prestó atención y murmuró
con ira: Déjame en paz de una vez.
Remus se sorprendió con aquella reacción pero luego de pensarlo un poco, no lo
encontró tan ilógico, después de todo él la había estado evitando todo ese
tiempo.
-
Lo siento, no
quise…
Hermione se dio cuenta que su mente no hacía eso, a
menos que en definitiva, ya hubiese perdido del todo el juicio. De modo que
levantó la cabeza y se encontró con la mirada triste de él.
-
En verdad eres
tú -
dijo poniéndose de pie muy sorprendida
Pero él estaba más sorprendido que ella, y debió
notarse en su expresión.
-
Es que a veces
creo escucharte cuando estoy sola y pensé que…
- pero no sabía cómo terminar la idea
Remus sintió una inesperada calidez en el corazón al
escucharla decir aquello, y nuevamente sin intervención de su consciencia, sus
brazos rodearon a la chica.
Mucho después él pensaría que aquello había sido un
gravísimo error, porque apenas su cuerpo entró en contacto con el de ella, algo
enloqueció en su interior. El corazón comenzó a latir desbocado, y sin duda
ella estaba escuchándolo porque tenía la cabeza pegada a su pecho. Sintió que
la sangre corría a una velocidad inusitada por sus venas, y algo mucho más
preocupante se estaba despertando sin que pudiese detenerlo. Una mínima parte
de su cerebro, esa que aún conservaba algo de lucidez, lo impulsó a apartarse
pero ella estaba tan firmemente sujeta a él que resultaba imposible sin hacerle
daño.
-
Hermione debo…
-
¿Debes
qué? -
preguntó ella levantando la cabeza y clavando sus melados ojos en los de
él -
¿Por qué? ¿Qué hice para que me hayas hecho a un lado? ¿Por qué ya ni
siquiera hablamos?
Pero de ninguna forma el pobre hombre habría podido
responder a ninguna de esas preguntas, porque ni siquiera estaba
registrándolas. Todo lo que le era posible hacer en aquel momento era seguir el
movimiento de sus labios con el incontenible y doloroso deseo de besarlos.
Remus Lupin podía ser un individuo muy inteligente,
centrado y ecuánime, pero seguía siendo un hombre, y uno que estaba siendo sometido
a un inmisericorde tormento. Y como es usual en estos casos, aquella batalla la
ganó el corazón. Ante los sentimientos, las armas de la razón siempre se
encontraban en desventaja. De modo que ignorando la voz de la consciencia, sus
labios descendieron sobre los de Hermione, cuya última frase quedó dulcemente
silenciada.
El tibio y suave contacto, produjo un efecto
devastador, para él fue como si repentinamente el mundo se hubiese reducido a
aquella habitación. Obviamente no tuvo consciencia para recordar la inocencia
de los labios que estaba besando, de modo que la dulzura de los mismos le
resultó insuficiente y sin ningún
escrúpulo, los separó permitiéndose invadir sin consideración la tibia
cavidad. En el momento que sus lenguas hicieron contacto, fue como si
encendiesen una mecha, y el fuego que se suscitó a continuación amenazaba con
arrasar todo a su paso.
Hermione había sido besada recientemente por Víctor
Krum, o al menos eso había creído, pero lo cierto es que entre aquel beso y
éste, había una abismal diferencia, algo en lo que podría pensar luego, porque
en ese justo momento estaba más allá de cualquier pensamiento, y ciertamente
nada de lo que hubiese leído, o le hubiesen contado, la habría preparado para
enfrentarse a las sensaciones que acababan de despertarse en su interior. Cada
centímetro de su cuerpo estaba hablándole en un leguaje completamente
desconocido, y que al mismo tiempo era capaz de interpretar sin equivocaciones.
Sus manos obedientes, se aferraron al cuello del hombre y su torso se arqueó
amoldándose al suyo. Siempre había sido una chica racional, pero en este
momento la razón parecía haberse tomado necesarias vacaciones. A pesar de que
de algún modo era perfectamente consciente de su cuerpo, porque era imposible ignorar cada ruidosa sensación,
estaba segura de que si él la soltaba en aquel instante, caería sin remedio.
Remus deslizó su mano por debajo de la blusa de la
chica acariciando la sedosa piel y a medida que ascendía, su pulso se
aceleraba. En el momento que su mano se cerró sobre uno de los senos, una
peligrosa necesidad rugió en el interior de él. Sin duda esa parte de su ser
que albergaba al lobo, estaba ganando terreno a una velocidad vertiginosa. De
modo que haciendo gala de una extraordinaria fuerza de voluntad, separó sus
labios y su cuerpo con brusquedad.
Afortunadamente para Hermione estaban de pie muy cerca de la cama, o la
pobre en realidad habría caído al piso.
-
Perdóname
Hermione, yo… no…
Pero fue incapaz de coordinar nada claro, salió de
la habitación como alma que lleva el
diablo, bajó las escaleras a toda velocidad y corrió hacia la puerta
abandonando la casa sin escuchar a Sirius y a Harry. Solo quería correr, huir
lo más lejos posible y a toda prisa.
No tenía idea de cuánto había corrido ni en qué dirección, pero
finalmente se encontró en medio de un parque, y a pesar de la hora temprana, al
menos aquella zona del mismo estaba solitaria, de lo contrario habría causado
una gran impresión a los viandantes al caer de rodillas y lanzar aquel
desesperado grito que era una mezcla de dolor, ira y deseo contenidos.
Hermione por su parte, había quedado en un estado
cercano al shock. No tenía idea de cuánto tiempo había transcurrido entre la
súbita partida de Lupin, y el retorno de su consciencia, pero cuando Harry
abrió la puerta y entró, como de costumbre sin llamar, ella aún estaba mirando
al vacío y los latidos de su corazón estaban lejos de ser normales.
-
¿Te sientes
bien? -
preguntó Harry
Pero ella parecía no haberlo escuchado, de modo que
el chico francamente preocupado, se acercó a ella y le sacudió el hombro.
-
¿Hermione?
Aquello finalmente la devolvió a la realidad.
-
¿Qué
sucede? - le preguntó ella tratando de aparentar calma
-
A mí nada, pero
la verdad es que si no tuviésemos por costumbre pasearnos por un castillo lleno
de fantasmas, pensaría que has visto uno por primera vez - como
ella no dijo nada, continuó - La señora Weasley quiere que nos ocupemos de
uno de los salones, pero si te sientes mal lo haremos sin ti.
-
No, no es
necesario, en unos minutos estaré abajo
-
¿Segura? -
insistió él
-
Sí, segura.
-
De acuerdo, te
esperamos abajo entonces.
En cuanto Harry abandonó la habitación, Hermione
soltó el aire. Tenía la impresión de que cualquiera que la hubiese visto en
aquel momento, habría notado lo que acaba de ocurrir. Y es posible que tuviese
razón en el caso de un Sirius Black, pero de ninguna forma en el caso de Harry.
Se tomó un par de minutos para volver a respirar con normalidad y para pensar
en lo sucedido. Después de los cuales llegó a una feliz conclusión. Remus Lupin
sí sentía algo por ella. Esta seguridad la hizo soltar una alegre risa. Quizá
aún no tuviese la experiencia de una mujer mayor, pero la astucia femenina era
algo que formaba parte de la cadena genética de cualquier chica. De modo que su
próximo pensamiento fue, buscar la manera de que él lo aceptara. Y con esto en
mente, y mucho más alegre que en los últimos días, bajó a ayudar con la
limpieza, repitiéndose para sus adentros: “Aún
tengo una oportunidad”
Sin embargo, las cosas siempre suelen complicarse
más allá de lo que esperamos. Ese día Remus no regresó, pero eso no preocupó a
la chica. Sabía perfectamente que él estaba huyendo, más también sabía que en
algún momento debía regresar, como en efecto lo hizo.
Se complicó mucho dándoles explicaciones a Molly y a
Sirius que estaban una preocupada y el otro indignado.
-
Gracias al
cielo que regresaste Remus - dijo Molly
- ya nos tenía a todos con el
corazón en un hilo.
-
Lo lamento
mucho -
se disculpó él
-
¿Y se puede
saber dónde demonios andabas? - preguntó Sirius
-
Recordé
repentinamente algo de suma importancia que debía hacer, y no tuve ocasión de
avisar.
-
Claro - dijo
Sirius mirándolo con suspicacia
Pero una vez que la señora Weasley les metió prisa a
los chicos para volver a lo que hacían, y que Hermione salió sin creerle ni
media palabra y con una sonrisa en los labios, Sirius hizo a un lado toda
delicadeza.
-
De modo que el
señor… “Sirius, James, deberían agendar
los compromisos, todo se les olvida”… de
pronto perdió la memoria
-
Bueno no soy
perfecto, alguna vez me podía pasar.
-
Dime algo
Lunático - dijo acercándose -
¿CREES QUE SOY IDIOTA?
El grito lo hizo retroceder varios pasos.
-
No hay
necesidad de que grites Sirius, no soy sordo, aunque si sigo mucho tiempo
contigo, sin duda terminaré así
-
Eres malo para
el sarcasmo Lunático, y un mentiroso peor aún, así que dime de una vez qué
diablos sucedió y dónde estabas metido.
-
No eres mi
padre Sirius - dijo ya molesto
-
¡Ahhh! Con que esas tenemos ¿no? Yo si tengo que
soportar tu interminable cháchara acerca de los peligros de salir de aquí, pero
tú te ofendes con el mismo trato.
-
Te recuerdo que
mi cabeza no tiene precio y ciertamente no me busca el Ministerio en pleno por
ser un asesino peligroso. Así que como te darás cuenta, hay una diferencia
enorme.
Aquello si pareció un golpe más acertado, porque los
ojos de Sirius adquirieron el color de las tormentas y se dio vuelta. Por
supuesto Remus enseguida se sintió miserable, no le gustaba lastimar a nadie, no
estaba en su naturaleza hacerlo.
-
Sirius lo
siento -
dijo - no quise decir eso, todos sabemos que no lo
eres…
-
Descuida - dijo
caminando hacia la puerta - y tienes razón, es tu vida y puedes hacer con
ella lo que se te dé la gana.
-
Sirius espera…
por favor
-
¿Qué?
-
Es verdad que
no olvidé ningún compromiso, pero eso ya lo sabes -
comenzó, pero la mirada de Sirius seguía siendo gélida - solo
quise huir.
-
¿Huir? -
preguntó volviéndose del
todo -
¿Has dicho huir?
-
Sí, eso he
dicho
-
Eres muchas
cosas Remus Lupin, pero no un cobarde. He sido personalmente testigo de cómo
has enfrentado las situaciones y peligros más graves, incluido el vértelas con
una horda de mortífagos enfurecidos sin más protección que tu varita, así que
como comprenderás, escapa a mi entendimiento lo que acabas de decir.
-
Créeme Sirius,
entre lo sucedido y los mortífagos, prefiero a los últimos.
-
Aclaremos
algo -
le dijo - ¿Tienes intención de decírmelo, o solo…?
-
La besé
Aquella afirmación salió como un disparó de cañón y
tuvo más o menos el mismo efecto que habría tenido una bala en Sirius. Pero
aquel individuo no era de los que podía permanecer en silencio mucho tiempo.
-
¿Qué has
dicho? -
preguntó innecesariamente - Porque me ha parecido escuchar…
-
Exactamente lo
que escuchaste - dijo abatido
-
¡Por todos los
infiernos! - exclamó Sirius
-
Es allí donde
he pasado las últimas horas.
-
¡Demonios!
- volvió a exclamar
-
Si vas a
empezar a enumerar las criaturas infernales, te sugiero aguardar a que escuches
el resto.
-
¿El resto? -
preguntó ahora alarmado - Lunático no me dirás que…
-
No, pero no fue
porque algo de cordura me quedaba. Perdí por completo el juicio cuando la tuve
en mis brazos Sirius
Por primera vez en la vida, Sirius Black realmente
no sabía qué decir.
-
Esto no puede
volver a ocurrir, no confío en mí mismo
- de pronto se puso de pie y
exclamó con rabia - ¡Soy un bastardo! ¡Es una niña!
-
Cálmate
Lunático - dijo recuperando su voz - Solo
debes mantenerte a distancia y…
-
¿Y tienes una
maldita idea de lo que eso me cuesta?
- lo interrumpió -
¿Crees que yo quería ir y… asaltarla como lo hice?
-
¿Asaltarla?
¡Por las Barbas de Merlín! ¿Qué hiciste?
-
Cuando Harry
terminó su relato de la vista, ella subió a su habitación y al poco rato fui
tras ella. Te juro que no tenía intenciones, no sé cómo terminé allí y la vi
tan triste, tan vulnerable, cuando la
abracé solo quería consolarla, en ningún caso…
-
Te engañas
miserablemente a ti mismo, porque a mí no
- dijo interrumpiéndolo -
hiciste exactamente lo que querías hacer y si te sientes tan mal es
porque lo disfrutaste, por eso tienes tanto miedo.
Remus lo miró con cara de incredulidad.
-
Si piensas que
me estás ayudando, déjame decirte que no es así.
-
Pues te sigues
equivocando, porque sí lo estoy haciendo
- lo contradijo -
¿Crees que negándolo adelantarás mucho?
Luego de unos minutos de silencio, Remus tuvo que
reconocer que lo que él decía era cierto, el problema no era lo que había
hecho, sino que le había gustado. Lo que planteaba un problema aún mayor.
-
No puedo
quedarme aquí - dijo finalmente
-
No digas
tonterías - rechazó Sirius -
¿Crees que largándote se va a solucionar? Tu capacidad de engañarte me
sorprende. Esto va a perseguirte donde quiera que vayas.
-
Pero no la
pondré en peligro a ella - porfió Remus
-
Empiezo a
considerar el encerrarte en San Mungo, y ya sabes en qué ala ¿verdad?
Remus no se fue ese día, ni al siguiente, pero ahora
se habían invertido las tornas. Ahora era Hermione quien parecía evitarlo, no
es que él hiciese nada por estar a solas con ella, pero la chica se comportaba
con cordialidad y cariño como siempre, pero con una especie de desinterés que
había golpeado mucho a Remus. Se dijo que debía estar contento por ello, pero
por alguna razón no era así. Sirius mucho más astuto en esa área, comenzó a
sospechar lo que se traía la castaña. Sin embargo, mientras decidía si advertir a Remus o no,
algo vino a acelerar las cosas.
La señora Weasley acababa de llamar a los chicos
para que bajasen a cenar, cuando llamaron a la puerta. Inmediatamente la señora
Weasley comenzó a quejarse de la desconsideración de los miembros de Orden, a
quienes ya estaba cansada de decirles que anunciaran su presencia de otra
forma, porque cada vez que sonaba la condenada campana, el retrato de la madre
de Sirius comenzaba con su rosario de improperios. Harry y Ron ayudaron a
Sirius a correr las cortinas para silenciar a la “dulce” señora, mientras Molly
iba a abrir. Pero por un momento pensaron que las cortinas del retrato se
habían descorrido de nuevo al escuchar un grito. Pero no era así, el grito lo
había emitido Molly y era de felicidad.
Los chicos y Sirius miraron con curiosidad y en ese
momento hizo su entrada un joven alto, de cabellos negros y largos como los de
Sirius, pero sus ojos aunque grises también, eran un poco más claros. La señora
Weasley estaba abrazándolo y sus hijos sonrieron al reconocerlo.
En cuanto escuchó el alboroto, Remus dejó el libro que estaba leyendo y se levantó del sillón
caminando hacia la puerta, pero cuando llegó al recibidor y vio bien al
visitante, abrió mucho los ojos por la
sorpresa.
-
¿Jason?
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