Al filo de la navaja

Al filo de la navaja
Nuestro pasado no determina nuestro futuro, son nuestras decisiones y nuestras acciones las que lo hacen. Así como tampoco somos responsables por lo que nuestros antepasados hayan hecho o pretendido hacer de nosotros, pero sí lo somos de lo que decidamos hacer con ello. El pasado es un hecho, el presente lo construimos segundo a segundo, y el futuro es un lugar incierto que siempre nos mantendrá… Al Filo de la Navaja

domingo, 29 de junio de 2014

Cap. 19 Las historias se repiten…



Después que Sirius se marchó, Anne Marie hizo todo lo imaginable para intentar calmar a Anthar, pero nada dio resultado. Ya había pasado mucho tiempo desde la partida de Sirius y el niño seguía llorando, de modo que a esas alturas, Anne ya estaba verdaderamente desesperada y pensando en hacer lo que no quería.

Sirius le había dicho que aquella noche tenía una reunión con su grupo, así que lo último que Anne Marie deseaba era interrumpirlo en algo que estaba perfectamente al tanto, que era muy importante. Sin embargo, estaba segura de que la única forma de que Anthar se tranquilizase era con la presencia de su padre.  Su hijo había sido un niño tranquilo y de poco llorar, de manera que aquel extraño comportamiento, no solo desesperaba a Anne por el llanto en sí, sino porque despertaba en ella  un temor que no podía explicar.

Estaba por levantarse y llamar a Warren para que se pusiera en comunicación con Sirius, cuando Anthar se quedó repentinamente silencioso, y unos minutos después dormía profundamente.  Anne Marie se quedó observándolo durante un rato, sin dejar de preguntarse el motivo de todo aquello, y era algo que nunca llegaría a saber.


Cuando Voldemort y Bellatrix habían huido del Ministerio, habían terminado en la casa de los Malfoy. De manera que apenas Narcisa los vio aparecer corrió hacia ellos, pero se sintió aterrada al ver que Lucius no venía.

-             ¿Dónde está Lucius?

Sin embargo, lo que recibió como respuesta fue una dolorosa bofetada producto de la ira de Voldemort.

-             ¡Todos son unos inútiles!  --  bramaba el individuo, mientras su asquerosa mascota reptaba tras él  --  ¡Todo se ha perdido, todo por culpa de unos desgraciados sin cerebro!

-             Mi señor…  --  intentó Bellatrix pero fue silenciada de inmediato

-             ¡CRUCCIO!

La maldición fue lanzada con tanta violencia, que una vez que Voldemort apartó la varita, Narcisa tuvo un momento de pánico al ver a su hermana desmadejada en el piso. Estaba segura de que Voldemort la había matado.

Entre tanto él, indiferente a la suerte de una de sus más fieles seguidoras, seguía paseándose de un extremo a otro. Su situación distaba mucho de lo que originalmente habían sido sus planes. Aquel odioso mocoso  estaba resultando un verdadero obstáculo en su camino y se hacía imperativo deshacerse de él.

Todo lo que había intentado hasta la fecha había sido arruinado por aquel bastardo. Pero también era cierto que tampoco había contado con los mejores colaboradores hasta el momento. Quirrel había resultado un inútil sin precedente. El estúpido intento de Lucius con el Diario, había resultado un fracaso absoluto, ya que ese imbécil ni siquiera tenía idea de lo que hacía. El año anterior sus planes  se vieron frustrados por el extraño comportamiento de su propia varita. En ese momento le dio vueltas entre sus dedos a la misma, pero decidió que ya se ocuparía de averiguar eso luego. Y ahora nuevamente sus mortífagos habían tenido un comportamiento decepcionante y la Profecía se había perdido. Sin mencionar el hecho de que Albus Dumbledore era un enemigo realmente difícil. De ningún modo su arrogancia le permitiría reconocer que Dumbledore era un enemigo temible porque poseía unos poderes extraordinarios.

-             Eres una vergüenza para nuestra raza, Dumbledore  -  dijo hablando consigo mismo  -  Habiéndosete concedido unos medianamente considerables poderes, no eres capaz de hacer un uso adecuado de ellos.

Sin embargo, aquel individuo también representaba un problema del que debía deshacerse, porque de no haber sido por él, a estas horas el estúpido muchacho estaría muerto. Pero al momento en que pensó aquello, una idea brillante le vino a la cabeza. Se detuvo en seco y miró al vacío. Unos segundos después soltó una estruendosa carcajada que hizo que Narcisa, que no se había atrevido a moverse se sobresaltara. No obstante, Voldemort nada dijo sino que abandonó la estancia riendo sin siquiera dedicarle una mirada a la mujer que yacía tirada en el suelo.

Una vez que Voldemort salió, Narcisa se apresuró a arrodillarse al lado de su hermana.

-             ¡Bella!  -  dijo sacudiéndola  en cuanto comprobó que seguía respirando, pero no obtuvo respuesta.

Estaba por sacar su varita, cuando la mortífaga comenzó a moverse.

-             Bella  - repitió la mujer  -  ¿Estás bien?

-             No seas estúpida Cissy, claro que estoy bien

-             Pensé… pensé que te había…

-             Mi señor no sería capaz de matarme  -  le aseguró

-             Bella… Lucius…

-             El muy imbécil se dejó atrapar  -  le informó y sin mayor consideración agregó  -  ahora debe ir camino a Azkaban en compañía del idiota de Rodolphus y los demás.

-             ¡Bella!  -  pero ella no estaba prestándole atención

-             Debo hablar con mi señor.

-             ¡No!  -  la detuvo Narcisa  -  Piensa un poco Bella, está furioso, al menos espera a que esté más tranquilo.

Bellatrix iba a protestar, pero lo pensó mejor. La información que poseía y que quería darle a su amo, bien podía serles de mucha ayuda en el futuro. Aún no sabía cómo o para qué, pero el simple hecho de poseer “aquello”, estaba segura de que podría cambiar las cosas. No obstante, quizá podría atraerse el favor de su señor si lograba hacerlo sola, aparte de que si por algún motivo fracasaba, no tendría que dar explicaciones.

-             Sí  -  dijo más para sí misma, que para tranquilizar a su hermana  -  quizá sea mejor así

Dicho aquello comenzó a caminar hacia la puerta.

-             ¿Dónde vas?  -  quiso saber Narcisa

-             ¡No te importa!  -  dijo sin mirar atrás


En cuanto Voldemort había abandonado el cuerpo de Harry, Dumbledore se había agachado a comprobar cómo se encontraba, y luego todo se volvió un caos. Los gritos y comentarios de los Aurores que habían alcanzado a ver a Voldemort inundaban la estancia, mientras que Fudge no tenía ni la menor idea de qué hacer. Lo que se había empeñado en negar con tanto ahínco, le había explotado en su propio terreno. Miró los destrozos a su alrededor y se sintió tremendamente desdichado. La comunidad mágica sin duda, en cuanto aquello se supiese pediría a gritos su cabeza.

-             Llevo un año diciéndotelo y no quisiste escucharme  -  le dijo Dumbledore en cuanto se acercó a él 

Pero Fudge cubrió su impotencia con enfado, por lo que tuvo una pequeña discusión con Dumbledore, por la presencia de Harry en el Ministerio y la decisión de Dumbledore de enviarlo de regreso al colegio sin mayores explicaciones. Y su indignación fue mayor, cuando el anciano le exigió que diera la orden de echar a Dolores Umbridge de Hogwarts, y de dejar de perseguir a Hagrid.

-             Te daré media hora de mi tiempo, creo que con eso será suficiente para repasar los puntos más importantes.

Mientras Dumbledore enviaba al chico de vuelta, Fudge le dio la orden a los Aurores de bajar a la Cámara de la Muerte, a verificar si como Dumbledore había dicho, los mortífagos estaban allí retenidos. Posteriormente se dirigieron al Despacho de Fudge.

-             ¿Y bien?  -  preguntó el hombrecillo

-             Como dije, llevas un año llamándome mentiroso y persiguiendo al hombre equivocado  -  comenzó Dumbledore  - Acabas de comprobar con tus propios ojos que Voldemort ha regresado. Y si administras Veritaserum a esos mortífagos te enterarás también que todo lo que te dije en relación a Sirius Black, era cierto. Ese hombre era inocente.

-             ¿Era?

-             Bellatrix Lestrange acaba de asesinarlo  -  dijo con pena

En cuanto se agotó el tiempo que estaba dispuesto a concederle, se puso de pie.

-             Si hay algo más que desees discutir puedes enviarme comunicación, me llegaran todas las cartas dirigidas al director  -  le dijo acentuando la última palabra y luego desapareció


Los miembros de la Orden se habían encargado de sacar a los chicos del Ministerio y atender sus heridas. Jason por supuesto se abocó a atender a Hermione que parecía ser la más grave. La maldición que le habían lanzado, no por haber sido ejecutada sin voz, había sido menos efectiva y la chica estaba bastante delicada. Sin embargo, Jason aplicó todos sus conocimientos y todo su amor en hacer el mejor de los trabajos, y finalmente Lupin tuvo que reconocer que lo había hecho de manera inmejorable, porque aunque Hermione estaría algunos días en la enfermería, y tendría que tomar varias pociones diferentes, se recuperaría bastante bien y sin mayores secuelas.

Madame Pomfrey por su parte, se había encargado de atender la fractura de Ginny, las marcas dejadas por los cerebros en los brazos de Ron y las heridas de Neville, que afortunadamente eran superficiales, en tanto que Luna estaba completamente ilesa.

En cuanto Remus se aseguró de que tanto Hermione como los demás estaban bien, buscó con la mayor rapidez a Bill.

-             Bill  -  le dijo cuando Jason terminó de atenderle su herida  -  tenemos que…

-             Lo sé  -  lo interrumpió el mayor de los Weasley

Una vez que Anthar había nacido, Bill también fue informado de aquella parte de la historia, y ahora miraba a Remus con la misma expresión que tenía él en los ojos.  Ninguno de los dos tenía ni la más mínima idea, y  mucho menos el ánimo, para informar de aquello a Anne Marie, y aunque Bill no la conocía eso no lo hacía más fácil. Aun así era algo que tenían que hacer  y no podían retrasarlo mucho más, pero primero debían hablar con Dumbledore. De modo que solicitaron permiso para presentarse en su despacho y en cuanto el director envió a Harry a su habitación pasaron ellos.

-             Señor  -  comenzó Bill  -  hay algo de suma importancia que debemos informarle.

-             Bien  -  dijo el anciano en tono cansado  -  los escucho

Entre ambos le hicieron el relato de los acontecimientos del último año en relación a Anne Marie y a Sirius, y al hecho de que había un nuevo Black que necesitaría protección.

Después de escucharlos, Dumbledore asintió y dio su autorización para que fuesen por ellos, pero se dio cuenta que ninguno de los dos se encontraba en condiciones de hacerlo.

Para Lupin, Sirius había sido como su hermano y todo aquello lo había afectado de manera brutal. Y a esto, había que  sumarle el hecho, bien conocido por el anciano por mucho que él hubiese intentado ocultarlo, de un amor que lo estaba consumiendo.

En el caso de Bill, su relación con Sirius había sido mucho más corta, pero se había basado en una gran admiración y respeto, que le había valido al chico la confianza de Sirius en algo tan importante para él como lo que le había confiado. De manera que ignorando su propio cansancio, se ofreció a acompañarlos, y sin duda sería él quien asumiese la responsabilidad de dar la trágica noticia a la chica.

Había sido una larga noche, ya había amanecido del todo cuando partieron rumbo a la casa de Anne Marie pero apenas aparecieron en los jardines, el corazón de Remus, por lo demás ya muy lastimado sufriría otra herida, porque lo primero que vieron fue la puerta abierta.

Remus corrió hacia la casa y Bill iba a sujetarlo, ya que entrar de aquella manera iba en contra de todas las reglas de supervivencia. No era posible entrar a un lugar que a todas luces había sido recientemente atacado, pero Dumbledore lo sujeto a él.

-             Señor…

-             Déjalo, ya no hay peligro  -  le aseguró

De modo que lo siguieron en su carrera desesperada. Ni siquiera se  detuvieron mucho ante el cuerpo de Warren que estaba tirado en el suelo del vestíbulo, porque evidentemente nada podían hacer por él.

Remus subió las escaleras tan de prisa como le fue posible, mientras llamaba a gritos a Anne sin obtener respuesta. Y unos minutos después, la escena que se presentó ante sus ojos lo hizo desear haber resultado muerto la noche anterior.

Anne yacía en el piso con los ojos abiertos y la mirada vacía, y alrededor todo era caos. Sillas volcadas, muebles destrozados y los juguetes de Anthar destrozados y esparcidos por el suelo, pero no había señales del bebé.

Aunque Dumbledore sabía que era inútil, registraron la casa de arriba abajo y no encontraron absolutamente nada.

-             Tiene que estar aquí  -  repetía Remus una y otra vez

-             Remus, no está aquí  -  lo detuvo finalmente Dumbledore  -  se lo han llevado.

Era algo a lo que se había estado negando, pero una vez que Dumbledore lo dijo, Lupin sintió que algo se rompía dentro de él. Sirius estaba muerto, Anne estaba muerta, y el pequeño Anthar había desaparecido. Aquello tenía que ser una pesadilla, primero James y Lily, y ahora Sirius y Anne.

Todo aquello fue mucho más de lo que el pobre hombre podía soportar, y con un alarido de profundo dolor, cayó de rodillas y escondió el rostro entre sus manos, mientras por sus ojos se desbordaba todo el dolor que contenía su destrozado corazón.


Bellatrix había abandonado la casa de los Malfoy con un propósito muy concreto. Mientras peleaba con Sirius, su única idea era matar a su condenado primo que había sido la deshonra de su familia, mucho más que la estúpida de su hermana Andrómeda que se había atrevido a casarse con un asqueroso muggle, y deseaba que la tonta niña que había tenido por hija, y a quien había visto tirada en l piso, estuviese muerta. Pero en el momento que su maldición dio en el pecho de Sirius, la mortífaga había tenido una visión clara de su último pensamiento. Su hijo. Con la rapidez que su maestro le había enseñado, penetró más allá en esos últimos segundos, y pudo ver con claridad dónde estaba el niño. Y ahora, era justamente hacia allá, hacia donde se dirigía.

Aunque originalmente había pensado en darle esa información a su amo, al pensarlo mejor, decidió hacerlo sola. En primer lugar, porque no podía darse el lujo de que los amigos de su odiado primo llegasen primero que ella. Y en segundo, porque no necesitaba ayuda, una estúpida muggle no sería obstáculo para conseguir lo que iba a buscar.

Cuando llegó a la casa, vio a un hombre que en ese momento cerraba la puerta principal y ella no tuvo ninguna dificultad en reconocer en él a un mago. De modo que no perdió el tiempo.

-             ¡AVADA KEDAVRA!

Lo más probable era que el hombre ni se hubiese enterado de nada. Pasó por encima de su cuerpo sin mirarlo siquiera y luego de mirar en el salón siguió hacia las escaleras. Recorrió el pasillo superior hasta llegar a una puerta entornada y allí los vio.

El niño estaba en la cuna, mientras la madre lo miraba de pie a su lado. Abrió del todo la puerta y Anne se volvió sobresaltada.

-             ¿Quién es…? -  comenzó Anne, pero se detuvo repentinamente

Y se detuvo porque algo en las facciones de la mujer que estaba parada allí, se le hacía familiar.

-             ¿Es usted  pariente de Sirius?  -  preguntó insegura

-             ¿Sirius?   -  dijo Bellatrix  y luego repitió  -  Sirius… mmm, sí.

-             ¿La envió él?

Y Bellatrix rió en forma desagradable, si el muy bastardo supiese dónde estaba ella ahora, seguramente volvería a morirse. Anne sintió miedo tanto por la risa, como por el destello de locura en aquellos ojos.

-             Podríamos decir que sí  -  dijo Bellatrix acercándose más  -  ¿Puedo cargar al chico?

-             ¡NO!  -  dijo Anne de forma inconsciente  y se interpuso entre Bellatrix y la cuna

-             ¿No?  -  preguntó la mortífaga con su mirada de desquiciada  - Estoy segura de que mi querido primo te dijo lo que somos ¿verdad?  -  pero sin esperar respuesta sacó su varita  -  ¿Sabes lo que puedo hacerte?

Anne seguía sin responder y su mente trabaja a toda velocidad buscando una salida. Pero Bellatrix apuntó hacia la estantería donde estaban los juguetes del niño y la hizo estallar con lo que estos salieron destrozados y disparados en todas direcciones.

-             ¿Qué quiere?  -  preguntó Anne con desesperación  -  ¿Por qué hace esto?

-             Ya te lo dije, solo quiero que me des al niño.

-             ¡NO!  -  volvió a gritar Anne sin moverse de donde estaba

-             No seas estúpida, lo tendré quieras o no.

-             Sirius no…

-             Sirius, Sirius… el muy bastardo está muerto  -  dijo con una sonrisa maligna

-             ¡Mentira!
-             Bueno, lamentablemente para ti, eso será algo que no podrás comprobar  -  y sin ninguna misericordia  -  ¡AVADA KEDAVRA!

En cuanto Anne cayó al piso, Bellatrix se acercó a la cuna y miró al niño.

-             Vaya, vaya  -  dijo  -  sí que te pareces al muy desgraciado, pero eso carecerá de importancia para mi señor.

Tomó al niño en brazos sintiéndose ya triunfadora, porque ante aquello, su amo sin duda se mostraría muy generoso con ella. Caminó hacia la puerta sin mirar a la mujer que acaba de matar,  y como último acto de maligno placer, destrozó todos los muebles de la habitación.

Ahora, en medio de aquel caos, Dumbledore y Bill veían a Remus llorar con desesperación. No tenían idea de cómo habían dado con ellos, así como no la tenían de por qué llevarse al niño, lo único que tenían era una enorme pena que laceraba sus corazones.

Bill pensaba que todo era terriblemente injusto, Sirius había perdido a su mejor amigo de una forma similar, había pasado doce años de su vida encerrado por un crimen que no cometió, y cuando la vida comenzaba a sonreírle, sucedía todo aquello.

Sin embargo, injusto o no Sirius estaba muerto, pero Lupin estaba vivo y estaba sufriendo todos los horrores del particular infierno que le había tocado vivir. De  modo que tanto Dumbledore como Bill, pensaron de una forma muy similar, y se hicieron el propósito de ayudar a aquel hombre a continuar con una vida que sin duda ya no quería vivir.

Como pudieron lo ayudaron a levantarse y comenzaron a salir, pero antes de marcharse, Dumbledore pensó que la vida era cíclica, y que las historias tendían a repetirse.

   

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