Después
que Sirius se marchó, Anne Marie hizo todo lo imaginable para intentar calmar a
Anthar, pero nada dio resultado. Ya había pasado mucho tiempo desde la partida
de Sirius y el niño seguía llorando, de modo que a esas alturas, Anne ya estaba
verdaderamente desesperada y pensando en hacer lo que no quería.
Sirius
le había dicho que aquella noche tenía una reunión con su grupo, así que lo
último que Anne Marie deseaba era interrumpirlo en algo que estaba
perfectamente al tanto, que era muy importante. Sin embargo, estaba segura de
que la única forma de que Anthar se tranquilizase era con la presencia de su
padre. Su hijo había sido un niño
tranquilo y de poco llorar, de manera que aquel extraño comportamiento, no solo
desesperaba a Anne por el llanto en sí, sino porque despertaba en ella un temor que no podía explicar.
Estaba
por levantarse y llamar a Warren para que se pusiera en comunicación con
Sirius, cuando Anthar se quedó repentinamente silencioso, y unos minutos
después dormía profundamente. Anne Marie
se quedó observándolo durante un rato, sin dejar de preguntarse el motivo de
todo aquello, y era algo que nunca llegaría a saber.
Cuando
Voldemort y Bellatrix habían huido del Ministerio, habían terminado en la casa
de los Malfoy. De manera que apenas Narcisa los vio aparecer corrió hacia
ellos, pero se sintió aterrada al ver que Lucius no venía.
-
¿Dónde está Lucius?
Sin
embargo, lo que recibió como respuesta fue una dolorosa bofetada producto de la
ira de Voldemort.
-
¡Todos son unos inútiles! -- bramaba
el individuo, mientras su asquerosa mascota reptaba tras él --
¡Todo se ha perdido, todo por culpa de unos desgraciados sin cerebro!
-
Mi señor…
-- intentó Bellatrix pero fue
silenciada de inmediato
-
¡CRUCCIO!
La
maldición fue lanzada con tanta violencia, que una vez que Voldemort apartó la
varita, Narcisa tuvo un momento de pánico al ver a su hermana desmadejada en el
piso. Estaba segura de que Voldemort la había matado.
Entre
tanto él, indiferente a la suerte de una de sus más fieles seguidoras, seguía
paseándose de un extremo a otro. Su situación distaba mucho de lo que
originalmente habían sido sus planes. Aquel odioso mocoso estaba resultando un verdadero obstáculo en
su camino y se hacía imperativo deshacerse de él.
Todo
lo que había intentado hasta la fecha había sido arruinado por aquel bastardo.
Pero también era cierto que tampoco había contado con los mejores colaboradores
hasta el momento. Quirrel había resultado un inútil sin precedente. El estúpido
intento de Lucius con el Diario, había resultado un fracaso absoluto, ya que
ese imbécil ni siquiera tenía idea de lo que hacía. El año anterior sus
planes se vieron frustrados por el
extraño comportamiento de su propia varita. En ese momento le dio vueltas entre
sus dedos a la misma, pero decidió que ya se ocuparía de averiguar eso luego. Y
ahora nuevamente sus mortífagos habían tenido un comportamiento decepcionante y
la Profecía se había perdido. Sin mencionar el hecho de que Albus Dumbledore
era un enemigo realmente difícil. De ningún modo su arrogancia le permitiría
reconocer que Dumbledore era un enemigo temible porque poseía unos poderes
extraordinarios.
-
Eres una vergüenza para nuestra raza,
Dumbledore - dijo hablando consigo mismo -
Habiéndosete concedido unos medianamente considerables poderes, no eres
capaz de hacer un uso adecuado de ellos.
Sin
embargo, aquel individuo también representaba un problema del que debía
deshacerse, porque de no haber sido por él, a estas horas el estúpido muchacho
estaría muerto. Pero al momento en que pensó aquello, una idea brillante le
vino a la cabeza. Se detuvo en seco y miró al vacío. Unos segundos después
soltó una estruendosa carcajada que hizo que Narcisa, que no se había atrevido
a moverse se sobresaltara. No obstante, Voldemort nada dijo sino que abandonó
la estancia riendo sin siquiera dedicarle una mirada a la mujer que yacía
tirada en el suelo.
Una
vez que Voldemort salió, Narcisa se apresuró a arrodillarse al lado de su
hermana.
-
¡Bella!
- dijo sacudiéndola en cuanto comprobó que seguía respirando,
pero no obtuvo respuesta.
Estaba
por sacar su varita, cuando la mortífaga comenzó a moverse.
-
Bella
- repitió la mujer - ¿Estás bien?
-
No seas estúpida Cissy, claro que estoy
bien
-
Pensé… pensé que te había…
-
Mi señor no sería capaz de matarme - le
aseguró
-
Bella… Lucius…
-
El muy imbécil se dejó atrapar - le
informó y sin mayor consideración agregó
- ahora debe ir camino a Azkaban
en compañía del idiota de Rodolphus y los demás.
-
¡Bella! - pero
ella no estaba prestándole atención
-
Debo hablar con mi señor.
-
¡No!
- la detuvo Narcisa -
Piensa un poco Bella, está furioso, al menos espera a que esté más tranquilo.
Bellatrix
iba a protestar, pero lo pensó mejor. La información que poseía y que quería
darle a su amo, bien podía serles de mucha ayuda en el futuro. Aún no sabía
cómo o para qué, pero el simple hecho de poseer “aquello”, estaba segura de que
podría cambiar las cosas. No obstante, quizá podría atraerse el favor de su
señor si lograba hacerlo sola, aparte de que si por algún motivo fracasaba, no
tendría que dar explicaciones.
-
Sí
- dijo más para sí misma, que
para tranquilizar a su hermana - quizá sea mejor así
Dicho
aquello comenzó a caminar hacia la puerta.
-
¿Dónde vas? -
quiso saber Narcisa
-
¡No te importa! - dijo
sin mirar atrás
En
cuanto Voldemort había abandonado el cuerpo de Harry, Dumbledore se había
agachado a comprobar cómo se encontraba, y luego todo se volvió un caos. Los
gritos y comentarios de los Aurores que habían alcanzado a ver a Voldemort
inundaban la estancia, mientras que Fudge no tenía ni la menor idea de qué
hacer. Lo que se había empeñado en negar con tanto ahínco, le había explotado
en su propio terreno. Miró los destrozos a su alrededor y se sintió
tremendamente desdichado. La comunidad mágica sin duda, en cuanto aquello se
supiese pediría a gritos su cabeza.
-
Llevo un año diciéndotelo y no quisiste
escucharme - le dijo Dumbledore en cuanto se acercó a
él
Pero
Fudge cubrió su impotencia con enfado, por lo que tuvo una pequeña discusión
con Dumbledore, por la presencia de Harry en el Ministerio y la decisión de
Dumbledore de enviarlo de regreso al colegio sin mayores explicaciones. Y su
indignación fue mayor, cuando el anciano le exigió que diera la orden de echar
a Dolores Umbridge de Hogwarts, y de dejar de perseguir a Hagrid.
-
Te daré media hora de mi tiempo, creo que
con eso será suficiente para repasar los puntos más importantes.
Mientras
Dumbledore enviaba al chico de vuelta, Fudge le dio la orden a los Aurores de
bajar a la Cámara de la Muerte, a verificar si como Dumbledore había dicho, los
mortífagos estaban allí retenidos. Posteriormente se dirigieron al Despacho de
Fudge.
-
¿Y bien?
- preguntó el hombrecillo
-
Como dije, llevas un año llamándome
mentiroso y persiguiendo al hombre equivocado
- comenzó Dumbledore - Acabas de comprobar con tus propios ojos
que Voldemort ha regresado. Y si administras Veritaserum a esos mortífagos te enterarás también que todo lo que
te dije en relación a Sirius Black, era cierto. Ese hombre era inocente.
-
¿Era?
-
Bellatrix Lestrange acaba de
asesinarlo - dijo con pena
En
cuanto se agotó el tiempo que estaba dispuesto a concederle, se puso de pie.
-
Si hay algo más que desees discutir
puedes enviarme comunicación, me llegaran todas las cartas dirigidas al director
- le dijo acentuando la última
palabra y luego desapareció
Los
miembros de la Orden se habían encargado de sacar a los chicos del Ministerio y
atender sus heridas. Jason por supuesto se abocó a atender a Hermione que
parecía ser la más grave. La maldición que le habían lanzado, no por haber sido
ejecutada sin voz, había sido menos efectiva y la chica estaba bastante
delicada. Sin embargo, Jason aplicó todos sus conocimientos y todo su amor en
hacer el mejor de los trabajos, y finalmente Lupin tuvo que reconocer que lo
había hecho de manera inmejorable, porque aunque Hermione estaría algunos días
en la enfermería, y tendría que tomar varias pociones diferentes, se
recuperaría bastante bien y sin mayores secuelas.
Madame
Pomfrey por su parte, se había encargado de atender la fractura de Ginny, las
marcas dejadas por los cerebros en los brazos de Ron y las heridas de Neville,
que afortunadamente eran superficiales, en tanto que Luna estaba completamente
ilesa.
En
cuanto Remus se aseguró de que tanto Hermione como los demás estaban bien,
buscó con la mayor rapidez a Bill.
-
Bill
- le dijo cuando Jason terminó de
atenderle su herida - tenemos que…
-
Lo sé
- lo interrumpió el mayor de los
Weasley
Una
vez que Anthar había nacido, Bill también fue informado de aquella parte de la
historia, y ahora miraba a Remus con la misma expresión que tenía él en los
ojos. Ninguno de los dos tenía ni la más
mínima idea, y mucho menos el ánimo,
para informar de aquello a Anne Marie, y aunque Bill no la conocía eso no lo
hacía más fácil. Aun así era algo que tenían que hacer y no podían retrasarlo mucho más, pero
primero debían hablar con Dumbledore. De modo que solicitaron permiso para
presentarse en su despacho y en cuanto el director envió a Harry a su habitación
pasaron ellos.
-
Señor
- comenzó Bill - hay
algo de suma importancia que debemos informarle.
-
Bien
- dijo el anciano en tono
cansado - los escucho
Entre
ambos le hicieron el relato de los acontecimientos del último año en relación a
Anne Marie y a Sirius, y al hecho de que había un nuevo Black que necesitaría
protección.
Después
de escucharlos, Dumbledore asintió y dio su autorización para que fuesen por
ellos, pero se dio cuenta que ninguno de los dos se encontraba en condiciones
de hacerlo.
Para
Lupin, Sirius había sido como su hermano y todo aquello lo había afectado de
manera brutal. Y a esto, había que
sumarle el hecho, bien conocido por el anciano por mucho que él hubiese
intentado ocultarlo, de un amor que lo estaba consumiendo.
En el
caso de Bill, su relación con Sirius había sido mucho más corta, pero se había
basado en una gran admiración y respeto, que le había valido al chico la
confianza de Sirius en algo tan importante para él como lo que le había
confiado. De manera que ignorando su propio cansancio, se ofreció a
acompañarlos, y sin duda sería él quien asumiese la responsabilidad de dar la
trágica noticia a la chica.
Había
sido una larga noche, ya había amanecido del todo cuando partieron rumbo a la
casa de Anne Marie pero apenas aparecieron en los jardines, el corazón de
Remus, por lo demás ya muy lastimado sufriría otra herida, porque lo primero
que vieron fue la puerta abierta.
Remus
corrió hacia la casa y Bill iba a sujetarlo, ya que entrar de aquella manera
iba en contra de todas las reglas de supervivencia. No era posible entrar a un
lugar que a todas luces había sido recientemente atacado, pero Dumbledore lo
sujeto a él.
-
Señor…
-
Déjalo, ya no hay peligro - le
aseguró
De
modo que lo siguieron en su carrera desesperada. Ni siquiera se detuvieron mucho ante el cuerpo de Warren que
estaba tirado en el suelo del vestíbulo, porque evidentemente nada podían hacer
por él.
Remus
subió las escaleras tan de prisa como le fue posible, mientras llamaba a gritos
a Anne sin obtener respuesta. Y unos minutos después, la escena que se presentó
ante sus ojos lo hizo desear haber resultado muerto la noche anterior.
Anne
yacía en el piso con los ojos abiertos y la mirada vacía, y alrededor todo era
caos. Sillas volcadas, muebles destrozados y los juguetes de Anthar destrozados
y esparcidos por el suelo, pero no había señales del bebé.
Aunque
Dumbledore sabía que era inútil, registraron la casa de arriba abajo y no
encontraron absolutamente nada.
-
Tiene que estar aquí -
repetía Remus una y otra vez
-
Remus, no está aquí - lo
detuvo finalmente Dumbledore - se lo han llevado.
Era
algo a lo que se había estado negando, pero una vez que Dumbledore lo dijo,
Lupin sintió que algo se rompía dentro de él. Sirius estaba muerto, Anne estaba
muerta, y el pequeño Anthar había desaparecido. Aquello tenía que ser una
pesadilla, primero James y Lily, y ahora Sirius y Anne.
Todo
aquello fue mucho más de lo que el pobre hombre podía soportar, y con un
alarido de profundo dolor, cayó de rodillas y escondió el rostro entre sus
manos, mientras por sus ojos se desbordaba todo el dolor que contenía su
destrozado corazón.
Bellatrix
había abandonado la casa de los Malfoy con un propósito muy concreto. Mientras
peleaba con Sirius, su única idea era matar a su condenado primo que había sido
la deshonra de su familia, mucho más que la estúpida de su hermana Andrómeda
que se había atrevido a casarse con un asqueroso muggle, y deseaba que la tonta niña que había tenido por hija, y a
quien había visto tirada en l piso, estuviese muerta. Pero en el momento que su
maldición dio en el pecho de Sirius, la mortífaga había tenido una visión clara
de su último pensamiento. Su hijo. Con la rapidez que su maestro le había
enseñado, penetró más allá en esos últimos segundos, y pudo ver con claridad
dónde estaba el niño. Y ahora, era justamente hacia allá, hacia donde se
dirigía.
Aunque
originalmente había pensado en darle esa información a su amo, al pensarlo
mejor, decidió hacerlo sola. En primer lugar, porque no podía darse el lujo de
que los amigos de su odiado primo llegasen primero que ella. Y en segundo,
porque no necesitaba ayuda, una estúpida muggle
no sería obstáculo para conseguir lo que iba a buscar.
Cuando
llegó a la casa, vio a un hombre que en ese momento cerraba la puerta principal
y ella no tuvo ninguna dificultad en reconocer en él a un mago. De modo que no
perdió el tiempo.
-
¡AVADA
KEDAVRA!
Lo más
probable era que el hombre ni se hubiese enterado de nada. Pasó por encima de
su cuerpo sin mirarlo siquiera y luego de mirar en el salón siguió hacia las
escaleras. Recorrió el pasillo superior hasta llegar a una puerta entornada y
allí los vio.
El
niño estaba en la cuna, mientras la madre lo miraba de pie a
su lado. Abrió del todo la puerta y Anne se volvió sobresaltada.
-
¿Quién es…? - comenzó Anne, pero se detuvo repentinamente
Y se
detuvo porque algo en las facciones de la mujer que estaba parada allí, se le
hacía familiar.
-
¿Es usted pariente de Sirius? -
preguntó insegura
-
¿Sirius?
- dijo Bellatrix y luego repitió -
Sirius… mmm, sí.
-
¿La envió él?
Y
Bellatrix rió en forma desagradable, si el muy bastardo supiese dónde estaba
ella ahora, seguramente volvería a morirse. Anne sintió miedo tanto por la
risa, como por el destello de locura en aquellos ojos.
-
Podríamos decir que sí - dijo
Bellatrix acercándose más - ¿Puedo cargar al chico?
-
¡NO!
- dijo Anne de forma
inconsciente y se interpuso entre
Bellatrix y la cuna
-
¿No?
- preguntó la mortífaga con su
mirada de desquiciada - Estoy segura de
que mi querido primo te dijo lo que somos ¿verdad? - pero
sin esperar respuesta sacó su varita
- ¿Sabes lo que puedo hacerte?
Anne
seguía sin responder y su mente trabaja a toda velocidad buscando una salida.
Pero Bellatrix apuntó hacia la estantería donde estaban los juguetes del niño y
la hizo estallar con lo que estos salieron destrozados y disparados en todas
direcciones.
-
¿Qué quiere? -
preguntó Anne con desesperación - ¿Por qué hace esto?
-
Ya te lo dije, solo quiero que me des al
niño.
-
¡NO!
- volvió a gritar Anne sin
moverse de donde estaba
-
No seas estúpida, lo tendré quieras o no.
-
Sirius no…
-
Sirius, Sirius… el muy bastardo está
muerto -
dijo con una sonrisa maligna
-
¡Mentira!
-
Bueno, lamentablemente para ti, eso será
algo que no podrás comprobar - y sin ninguna misericordia - ¡AVADA KEDAVRA!
En
cuanto Anne cayó al piso, Bellatrix se acercó a la cuna y miró al niño.
-
Vaya, vaya -
dijo - sí que te pareces al muy desgraciado, pero
eso carecerá de importancia para mi señor.
Tomó
al niño en brazos sintiéndose ya triunfadora, porque ante aquello, su amo sin
duda se mostraría muy generoso con ella. Caminó hacia la puerta sin mirar a la
mujer que acaba de matar, y como último
acto de maligno placer, destrozó todos los muebles de la habitación.
Ahora,
en medio de aquel caos, Dumbledore y Bill veían a Remus llorar con
desesperación. No tenían idea de cómo habían dado con ellos, así como no la
tenían de por qué llevarse al niño, lo único que tenían era una enorme pena que
laceraba sus corazones.
Bill
pensaba que todo era terriblemente injusto, Sirius había perdido a su mejor
amigo de una forma similar, había pasado doce años de su vida encerrado por un
crimen que no cometió, y cuando la vida comenzaba a sonreírle, sucedía todo
aquello.
Sin
embargo, injusto o no Sirius estaba muerto, pero Lupin estaba vivo y estaba
sufriendo todos los horrores del particular infierno que le había tocado vivir.
De modo que tanto Dumbledore como Bill,
pensaron de una forma muy similar, y se hicieron el propósito de ayudar a aquel
hombre a continuar con una vida que sin duda ya no quería vivir.
Como
pudieron lo ayudaron a levantarse y comenzaron a salir, pero antes de
marcharse, Dumbledore pensó que la vida era cíclica, y que las historias
tendían a repetirse.
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