Al filo de la navaja

Al filo de la navaja
Nuestro pasado no determina nuestro futuro, son nuestras decisiones y nuestras acciones las que lo hacen. Así como tampoco somos responsables por lo que nuestros antepasados hayan hecho o pretendido hacer de nosotros, pero sí lo somos de lo que decidamos hacer con ello. El pasado es un hecho, el presente lo construimos segundo a segundo, y el futuro es un lugar incierto que siempre nos mantendrá… Al Filo de la Navaja

sábado, 28 de junio de 2014

Cap. 06 Cosas Extrañas



El verano estaba resultando triste y solitario para Remus. Se había trasladado nuevamente a la propiedad de Dumbledore, por insistencia de éste y con le excusa de que él no la utilizaba. La primera semana, se dedicó a leer para distraer la mente de pensamientos que quería ahuyentar. Sin embargo, cada mañana se despertaba extrañando el bullicio del Colegio, las reuniones con sus colegas en la sala de profesores, las eventuales conversaciones con Dumbledore, y hasta la desagradable presencia de Snape. Pero se sorprendió al descubrir, que lo que en realidad extrañaba más,  eran las largas charlas con Hermione.

Sirius le había escrito para tranquilizarlo, y le aseguraba estar muy bien. Le decía que se dejaría ver a mucha distancia de Hogwarts, con la intención de que alejaran a los Dementores de allí. Pero Remus en realidad no estaba preocupado porque lo atraparan, Sirius era demasiado hábil como para eso. No solo había escapado de una prisión de alta seguridad, sino que había vivido todo un año, bajo las narices de los Dementores y ellos no lo habían notado. Si no habían podido hacerlo, mientras estuvo en una extensión de territorio tan pequeña como la comprendida entre Hogsmeade y Hogwarts, mucho menos lo harían  teniendo como perspectiva el mundo. Pero le alegró saber que estaba bien.

Finalizando la segunda semana de verano, una mañana mientras tomaba distraídamente su taza y le echaba un vistazo a El Profeta, una lechuza comenzó a picotear la ventana. Dejó ambas cosas, la taza y el diario, y se levantó a abrir la ventana. La lechuza entró batiendo las alas y se posó en la mesa derribando el azucarero.

Remus desató el pergamino cuidadosamente enrollado a la pata del animal, y su corazón comenzó a latir con violencia,  supo de quién era antes de abrirlo. La dio un pedazo de tostada a la lechuza, y ésta lo miró agradecida.

Se sentó, y con manos temblorosas desenrolló el pergamino. La estilizada y pulcra letra colgó una sonrisa en sus labios.

Querido Profesor:
Espero se encuentre usted bien. Estas dos semanas han sido un tanto extrañas, me alegra estar con mis padres, pero echo de menos la escuela, a mis amigos y sobre todo a usted.
He leído los libros que me recomendó,  aún me faltan algunos, pero los que he leído hasta ahora, me han gustado mucho.
Cuando veníamos en el Expreso de vuelta a casa, Harry recibió carta de “nuestro amigo”, en ella ponía que estaba bien. Y solo para que conste, yo siempre tuve razón con respecto a “cierto” regalo. Harry quedó muy contento porque quien tiene autoridad para ello, firmó su permiso y el próximo curso podrá visitar Hogsmeade “legalmente”. 
Ron también me ha escrito contándome que a finales del verano se efectuaran los Mundiales de Quidditch. Decía con mucho entusiasmo algo acerca de que era la primera vez, en no sé cuántos años,  que nuestro país era sede de un Mundial. Me aseguró que su padre conseguiría entradas, y me invitó a ir con ellos. La verdad no es algo que me entusiasme mucho, nunca he entendido cuál es la “locura” por este dichoso deporte, pero supongo que aceptaré para no decepcionarlos, en caso de que el señor Weasley realmente consiga las entradas.
Bueno Profesor, ahora debo irme, saldré con mis padres, quiero comprarle a Harry algunas cosas para picar, porque al parecer a causa del sobrepeso de su primo, los muggles lo están matando de hambre.
Espero no haberlo aburrido mucho, y tener noticias suyas, pronto.
Mis Cariños,
Hermione


Remus leyó y releyó esa carta tantas veces, que el pergamino terminó todo arrugado. Cuando se dio cuenta de la hora, ya era casi medio día, y él aun estaba sentado con la mesa del desayuno puesta.  Recogió todo apresuradamente y se fue a escribirle a Hermione.

A  partir de aquel momento, comenzaron a escribirse casi a diario. La mayor parte del contenido de su correspondencia, estaba destinado a la discusión de los libros que habían leído, o estaban leyendo, salpicado de noticias de los chicos, y él a su vez la mantenía informada de las noticias que eventualmente le enviaba Sirius. Hasta donde sabía y así se lo había comentado a ella, su amigo debía estárselo pasando en grande, en alguna playa tropical. Aunque por delicadeza,  no le había comentado a Hermione, que estaba seguro de que no le faltaría compañía.

A pesar de su soledad, aquel había sido uno de los veranos más felices de Remus. Pero un par de semanas antes de que se iniciaran las clases, Hermione le escribió diciéndole que se iba a La Madriguera, ya que el padre de Ron había conseguido las entradas para la final de Quidditch, de modo que probablemente no le escribiría en un par de días, porque no tenía idea de cómo sería aquello. Si bien es cierto que Remus no era el mayor de los fanáticos, le gustaba el Quidditch como a casi todos, pero en aquel momento sintió verdadero odio por el desgraciado juego.

Sin embargo, Hermione aún le escribió al día siguiente, avisándole que ya estaba en la casa de Ron, y que al día siguiente el señor Weasley iría por Harry.  Al día siguiente solo recibió una breve nota, donde le decía que ya Harry estaba en La Madriguera también, y que debía acostarse en ese momento, porque saldrían muy temprano en la mañana hacia el lugar del evento.

Remus pasó ese otro día inquieto, no sabía exactamente por qué y aunque una insidiosa vocecita le susurraba malignamente que era por no haber recibido carta de la chica, él estaba seguro que no era por eso. Esa noche durmió poco y mal, a medianoche despertó sobresaltado. Miró en todas direcciones buscando la causa del brusco despertar, pero todo estaba en aparente calma. Se levantó, bajo a la cocina, se sirvió un vaso con agua y apenas la probó. Después de unos minutos, volvió a subir, pero le resultó muy difícil volver a conciliar el sueño.

A la mañana siguiente, cuando recibió el diario, su corazón casi dejó de funcionar. En la primera plana de El Profeta, pudo leer el gran titular  “Escenas de terror en el Mundial  de Quidditch”  y venía acompañado de una destellante fotografía de la Marca Tenebrosa.

Su cabeza se llenó de las imágenes más espantosas, y aunque el artículo en cuestión venía escrito por Rita Skeeter y esa mujer era una desgracia y no una periodista, sus palabras quedaron flotando en su cerebro “… varios cadáveres retirados del bosque una hora más tarde”.

Tiró el periódico sobre la mesa, y se dirigió apresuradamente hacia la chimenea, necesitaba saber, y el único que tenía alguna posibilidad de decirle algo, era Dumbledore. De modo que lanzó algo de polvos al fuego y metió la cabeza. Por supuesto, el director lo autorizó a presentarse en el castillo de inmediato. Remus no perdió tiempo en recoger una capa, ni ninguna otra cosa, sino que se metió apresuradamente en la chimenea, rumbo al despacho del director.

-             Buenos días Remus  -  lo saludó

-             ¿Tiene alguna noticia?  -  preguntó sin preámbulos

-             En realidad poca cosa, según Fudge, algunos mortífagos decidieron “divertirse” anoche, y ya conoces su idea de la diversión. Se la tomaron con la familia muggle encargada del cuidado del prado, y causaron tantos destrozos en las tiendas, como le fue posible. Sin embargo, no pérdida de vidas humanas.

-             ¿Está seguro?  -  preguntó  -  El diario…

-             No es muy sensato prestar atención a lo que escriben ciertos “periodistas” Remus.

-             Entiendo  -  dijo él un poco avergonzado  -  Tengo entendido que Harry iría al evento con los Weasley ¿Ha tenido noticias de ellos?

-             Intenté hablar con Molly temprano, pero fue francamente imposible. La pobre mujer estaba hecha un mar de nervios, y no quise angustiarla aún más. De modo que le dije que se tranquilizara, porque el Ministro me había dicho que la situación estaba controlada. Pero me temo que al igual que tú, se dejó influenciar por las noticias de la prensa.

Después de unos minutos de silencio, Remus se tranquilizó un poco, aunque no estaría del todo en paz hasta tener noticias de los chicos.

-             Profesor, algo está por suceder, esto es algo más que solo diversión ¿verdad?

-             Veo que tu instinto te lleva en la dirección correcta, pero por el camino equivocado.

-             ¿Disculpe?

-             Lo sucedido anoche nos da mensajes contradictorios. En mi humilde opinión, los mortífagos solo quisieron divertirse recordando viejos tiempos, e incluso la aparición de la Marca Tenebrosa, pudo haber formado parte del juego de no ser porque los susodichos, salieron en desbandada apenas ésta apareció en el cielo.

-             ¿Cómo dice?

-             Verás, los funcionarios del Ministerio, perseguían al grupo de mortífagos que estaba causando el disturbio, pero en cuanto la Marca apareció, súbitamente ellos desaparecieron.

-             ¿Y eso qué?  -  preguntó Remus  -  Sin duda no querrían ser encontrados en el lugar.

-             Sin duda, pero la pregunta es: ¿encontrados por quién?

-             No entiendo  -  para él era obvio que por los funcionarios que los perseguían, pero Dumbledore parecía sustentar otra opinión

-             Piensa un poco Remus, estos sujetos no son de la clase que huiría de ese modo de los funcionarios del Ministerio, al menos les habrían dado algo más de dolores de cabeza, solo por diversión. Sin embargo, si hubiesen temido la presencia de su amo, otra sería la reacción, y mucho más acorde con la demostrada anoche.

-             ¡Profesor!  -  exclamó Remus  -  ¿Realmente cree…

-             No lo sé Remus, aún no lo sé. Pero lo sucedido anoche me da qué pensar. Los dos comportamientos de los mortífagos, no se corresponden el uno con el otro. Y solo puedo pensar, que temen el regreso de Voldemort, tanto como lo anhelan. El problema, es que la mayoría tendría que dar muchas explicaciones en caso de que eso sucediera, y te aseguro que a ninguno le gustaría tener enfrentar la ira de Voldemort.

Por fuerza, Remus tuvo que estar de acuerdo con ese razonamiento. Muchos de los “respetables” miembros de la comunidad mágica, habían sido conocidos mortífagos o por lo menos simpatizantes, en el caso de los que no se les había podido demostrar su participación directa en las actividades de Voldemort. Sin embargo, se habían librado de Azkaban confesándose arrepentidos unos, o fingiendo haber actuado bajo coacción o bajo los efectos de la maldición Imperius. Solo unos pocos habían defendido su posición, y se habían  mantenido inconmovibles, como era el caso de Bellatrix y Rodolphus Lestrange, por ejemplo, y unos cuantos más que aún  permanecían en prisión. Por lo tanto, tal y como decía Dumbledore, se verían en una difícil posición en el desgraciado caso de que Voldemort retornase.

-             Debemos mantenernos atentos  -  dijo Dumbledore, sacándolo de sus pensamientos  -  Estás al tanto de que este año se efectuará de nuevo el Torneo de los Tres Magos, y aunque hemos tomado todas las precauciones que hemos considerado pertinentes en forma general, yo me he tomado la libertad, de asegurarme una más.

-             ¿Cuál?

-             Le he pedido a Alastor que venga en calidad de Profesor de DCAO este año.

-             ¿Moody?  -  preguntó con cierto asombro  -  ¿Le parece sensato? Quiero decir…

-             Sé lo que quieres decir Remus, y te aseguro que Alastor está tan cuerdo como tú y como yo, y aunque muchos miembros de la comunidad mágica piensan que yo he perdido el juicio, tú y yo sabemos que no es así. Solo tenemos distintas maneras de ver las cosas  -  finalizó con una sonrisa divertida

-             De acuerdo, pero… ¿desconfía de alguien en particular?

-             De nadie y de todos, ya veremos  -  dijo en forma enigmática

Ciertamente aquel fue un año de pesadilla. Remus había recibido la tan anhelada carta de Hermione asegurándole que tanto ella como todos los demás estaban bien.

Sirius le había escrito también, notificándole que regresaba al Norte, según le dijo, a Harry le había estado molestando la cicatriz y eso era muy mala señal, hasta donde sabían.  De modo que esto, vino a sumarse a la preocupación que había desencadenado los eventos de los Mundiales.

El curso dio inicio y Hermione ya no podía escribirle a diario, pero lo hacía cada tres o cuatro días. Fue así como se enteró prácticamente de inmediato, cuando Harry salió seleccionado para participar en el Torneo. Hermione se había toda la prisa del mundo, para enviarle una apresurada nota contándoselo, y por lo tembloroso de su caligrafía, él supo lo nerviosa y preocupada que estaba.  Sin embargo, él tuvo la sensatez de esperar al día siguiente, para preguntar a Dumbledore cómo había ido todo, y que éste le diera la impactante noticia.

Una noche especialmente tormentosa, Sirius se presentó de improviso.

-             ¡Por las Barbas de Merlín, hombre!  -  exclamó Remus  -  ¿Quieres matarme de un infarto?

-             Pues deberías tener tu casa mejor protegida Lunático  -  dijo él riendo y dándole un abrazo

-             ¿Sugieres que me vuelva tan paranoico como Ojo loco?

-             No, pero al menos alguna alarma anti intrusos te vendría bien. Resultó extremadamente fácil y aburrido colarme aquí dentro.

Ambos rieron y luego pasaron a cosas más serias.

-             ¿Cómo piensas hacer para estar cerca de Harry, sin que nadie se entere?

-             Me esconderé en una cueva a las afueras de Hogsmeade, el mismo Dumbledore me lo sugirió. ¿Has hablado con  él?

-             Bastante

-             ¿Te ha dicho algo importante?

-             La verdad parece estar esperando algo, pero no sé exactamente qué.

-             Bueno, el hecho de que haya hecho salir a Ojo Loco de su retiro, nos da una pista bastante clara del “qué”, y particularmente no me gusta nada la presencia de Karkarov en Hogwarts.

-             ¡Oh vamos Sirius! Ese hombre ahora es el respetado Director de Durmstrang.

-             ¡Y un demonio! Un mortífago jamás deja de serlo, y lo sabes. Aún no estoy del todo convencido, de que no haya sido él quien echó el nombre de Harry al Cáliz.

-             Pero hasta dónde sé, estaba muy indignado por ello.

-             Sí claro, pero no olvides que ese desgraciado es un gran actor.

-             De acuerdo, pero en cualquier caso, Moody está vigilante, además está Crouch y ya sabemos su odio por los mortífagos.

-             Sí, lo sé de primera mano. Ese infeliz fue el que me envió a Azkaban sin un miserable juicio. Al menos su hijo tuvo uno, aunque no le sirviese de mucho.

Sirius se quedó allí esa noche, y partió al día siguiente muy temprano. No volverían a verse muy pronto, aunque se mantenían en contacto a través del correo.

Remus siguió las vicisitudes del Torneo a través de las cartas de Hermione y las odiosas noticias que Rita Skeeter publicaba en El Profeta. Estuvo a punto de morir de rabia cuando leyó los artículos que aquella víbora había publicado en relación a Harry. Pero para lo que definitivamente no estaba preparado, era para el extraño sentimiento que se alojó en su corazón cuando Hermione le escribió contándole que Víctor Krum la había invitado al Baile de Navidad. Sin embargo, la ira rebasó todos los límites cuando leyó lo que Rita Skeeter había publicado, y donde describía a su niña de cabellos alborotados, como una trepadora social. Por primera vez, desde que podía recordar, había desahogado su rabia en contra de cada objeto inanimado que se había encontrado a su paso. Muchas horas después, cuando echó un vistazo a su alrededor, se sintió horrorizado. El aspecto que presentaba la estancia, era uno muy parecido al de la Casa de los Gritos, parecía como si hubiese sido azotada por una violenta fuerza destructora, solo que esta vez, los destrozos no los había causado el lobo, sino el hombre. 

Entre estados de ánimo que oscilaban desde una infantil alegría, hasta accesos de ira violenta, dependiendo del contenido de las cartas que seguía recibiendo con regularidad, se le pasó aquel irregular año.

El día de la última prueba, estuvo a punto de ir a Hogwarts, pero le pareció una imprudencia presentarse allí, sobre todo después todas las porquerías que había publicado Rita Skeeter, y no quería causarle problemas a Dumbledore con su presencia.  A finales de la tarde, había llegado carta de Hermione donde le decía que habían terminado los exámenes y ahora esperaban la hora de la última del Torneo. Le dijo que Harry estaba mucho menos nervioso para esta, porque se había preparado muy duro. Finalmente, le prometió que en cuanto la prueba finalizara, le enviaría una nota avisándole de los resultados. Había agregado una post data: “P.D. Creo que ya sé cómo atrapar a ésta víbora”. Remus sonrió ante esto, en todas sus cartas, cuando decía “la víbora” se refería sin ninguna duda a Rita Skeeter. Y se preguntó ¿qué sería lo que había encontrado? Desde hacía un tiempo, Hermione estaba obsesionada con ese asunto, y después de todo el empeño que había puesto en ello, no dudaba que tendría éxito.

Se pasó lo que quedaba de la tarde, pensando en el resultado final del Torneo, y rogando porque Harry saliese bien librado de aquello. Pero ya en la noche estaba en un estado de nervios tal, que el más mínimo ruido lo hacía saltar. Se encontraba a mitad de su recorrido por la salita, cuando Sirius hizo su aparición, y por la cara que traía, Remus sintió que una enorme loza le comprimía el pecho.

-             ¿Harry?  -  preguntó con lo poco que le quedaba de aire


-             Bien, pero Dumbledore me ha enviado por ti porque debemos ponernos en movimiento Lunático  -  hizo una mínima pausa y luego se lo dijo  -  Voldemort ha regresado. 

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