Aquel año no habría podido comenzar peor. Para
empezar, Hagrid no había regresado aún de la misión que Dumbledore le había
encomendado. A raíz de todo lo que había estado publicando El Profeta acerca de la senilidad de Dumbledore, y la hipotética
locura de Harry, muchos de sus
compañeros los miraban como si fuese a atacarlos en cualquier momento. Esto no
preocupaba mucho al chico, la verdad era que había pasado épocas peores, como
la de su segundo año, cuando lo creyeron
el heredero de Slytherin, o el año anterior con el asunto del Torneo. Lo que sí
resultó una pesadilla, fue la nueva profesora de DCAO.
Harry recordaba haberla visto el día de su juicio,
pero si entonces le pareció poco agradable, ahora había mudado de opinión
pasando a considerarla una verdadera desgracia. Desde el primer momento fue
evidente su antipatía, y le impuso un castigo que aunque el trató de ocultarlo,
finalmente causó al indignación de Hermione.
Ron entró al equipo Quidditch, aunque no la estaba
pasando muy bien, sus nervios lo traicionaban en exceso. Hermione había
emprendido otra de sus cruzadas en beneficio de los elfos domésticos, esta vez
se había propuesto darles la libertad a los elfos de Hogwarts, y se pasaba las
noches tejiendo horrorosos gorros, y luego los dejaba tirados por ahí
disimulaos con algo para que las criaturas los tomaran inadvertidamente.
Los profesores los atosigaban con el asunto de los
TIMOS, y les dieron la noticia de que tendrían una reunión con el jefe de sus
respectivas casas, para discutir acerca de la posible carrera a seguir. Lo peor
era que los cargaban de tantos deberes, que ya no tenían tiempo para casi nada
que no fuera correr entre comidas a terminar los deberes de la próxima clase.
Aún así, Hermione se las ingeniaba para mantener correspondencia con Jason, y
eventualmente con Lupin, aunque este último contestaba poco a sus cartas y las
pocas veces que lo había hecho, ponía que estaba muy ocupado “visitando a sus
parientes”.
Sirius estaba viviendo una de las épocas más felices
de su vida. Las cosas con Anne Marie no podían ir mejor. Lo único que lo
atormentaba era tener que mantenerla escondida. Y no lo hacía por otra razón,
que no fuera u propia seguridad. Le aterraba la idea de exponerla a los
peligros de su mundo, teniendo en cuenta lo delicado de la situación en ese
momento. Pero se prometió a sí mismo, que en cuanto fuese posible, no solo le
revelaría su verdadera condición, sino que la llevaría a vivir con él, como
deseaba.
Hasta el momento para Anne Marie, Sirius era un
sujeto cuyas ocupaciones lo obligaban a estar ausente mucho tiempo, pero los
escasos momentos que pasaban juntos eran los más felices de su vida.
Solo una cosa le había causado a Sirius algún
inconveniente. Siendo que Anne Marie creía que él era un hombre de negocios que
viajaba mucho, un día le preguntó qué sucedería si ella necesitaba ponerse en
contacto con él. Por un momento Sirius estuvo a punto de decir, que le
compararía una lechuza, pero afortunadamente se detuvo a tiempo. Sin embargo,
era algo que debía solucionar. Se dijo que buscaría qué hacer lo más pronto
posible y luego prestó atención a lo que ella estaba diciendo.
-
No veo cómo es
que no tienes un móvil como casi todo el mundo
- decía la chica
-
¿Un qué?
-
Un móvil -
repitió ella
El buscó a toda velocidad en su archivo mental,
hasta que encontró la imagen relacionada con esa palabra.
-
Odio esos
aparatos - le dijo
-
¿Por qué? -
preguntó ella sorprendida
-
Porque son un
estorbo, se averían y en conjunto son un dolor de cabeza - dijo
frunciendo el ceño
Anne Marie lo miró durante unos segundos y luego se
echó a reír, tomando aquello como otra de las excentricidades de Sirius. Pero
lo cierto era que aunque no habría tenido dificultad alguna en hacerse con uno
de aquellos “bichos”, de nada le habría servido. Él era un mago, y ese aparato
no iba a servirle de ninguna manera, apenas lo tuviese en sus manos realmente
se averiaría, y aunque no lo hiciese, en ningún caso funcionaría en Grimauld Place.
No obstante, Sirius le buscó solución al asunto de
la comunicación lo mejor que pudo, y para su buena fortuna, Anne Marie no hacía
demasiadas preguntas. Contrató a un viejo mago, para que desempeñara las
labores de mayordomo, y conectó la chimenea de la habitación de éste, con la de
Grimauld Place, y de ese modo quedó
resuelto el asunto. Lo que había resultado providencial, porque a los pocos
días, la madre de Anne Marie se puso muy enferma, y tuvo que llevarla al
hospital.
Para cuando Sirius llegó, Anne Marie estaba deshecha
porque los médicos no sustentaban un buen
pronóstico. La enfermedad de la señora había progresado mucho, y ya no
quedaba nada por hacer. Fueron tres días angustiosos, en los que la chica se
desmejoró mucho. Estaba pálida y ojerosa, y apenas aceptaba comer. La tarde del
tercer día, la señora falleció, lo que sumió a Anne Marie en la más profunda
desesperación. Sirius se hizo cargo de todos los trámites para el funeral, y no
dejó a la chica sola ni un solo momento.
Pero todo aquello, lo hizo pensar en su propia
situación. Si algo le sucedía Anne Marie quedaría completamente desamparada, y
era algo que no podía permitir. No le entusiasmaba especialmente pensar en su
propia muerte, pero debía asegurarse de que ella estaría bien. De modo que
recordando lo que Molly les había relatado acerca de las medidas tomadas por su
hermano Fabián con relación a Jason, decidió que haría lo mismo, el asunto era
cómo.
El seguía siendo un asesino perseguido por la
justicia, así que no podía presentarse en las Oficinas de Asuntos Legales del
Ministerio y hacer sus planteamientos. De modo que se dedicó a pensar y a
analizar bien la situación. La decisión lógica habría sido Remus, pero en
primer lugar él no estaba en una situación mucho mejor que la suya con respecto
a la opinión del mundo mágico y podría muchos problemas, y segundo significa
darle explicaciones que de momento prefería no tener que dar. Finalmente se
decidió por Bill, aquel chico era discreto y eficiente. Así que esa noche después
de la cena, le pidió reunirse con él en estudio.
-
¿Cuánto
necesitas ahora? -- bromeó Bill, pero Sirius le respondió con
otra pregunta
-
¿Y cómo está
esa linda novia tuya?
En un primer momento Bill palideció y se preguntó
cómo demonios… Hasta la fecha nadie sabía de su relación Fleur, o al menos eso
había creído él, y si habían decidido mantenerlo en secreto, era porque temían
que los padres de Fleur al enterarse, encontrasen inapropiado que la chica
estuviese sola en Inglaterra y la hiciesen volver a Francia.
-
¿Cómo…?
-
Tranquilo, tu
secreto está a salvo conmigo -- le aseguró
-- Y quiero hablarte de otro
asunto
Le explicó detalle lo que necesitaba y después de
asegurarse que había entendido todo correctamente, le entregó una serie de
pergaminos.
-
Bien, me
ocuparé de esto lo antes posible
-
Gracias, sé que
lo harás bien -- Bill asintió y se dispuso a salir, pero se
detuvo
-
No necesitas
chantajearme para que hiciese esto
-- le dijo
-
No es un
chantaje, solo quería que supieses la razón por la que confío en ti --
dijo él
-
¿Y cuál
es? --
preguntó con extrañeza el chico
-
Que sabes
guardar un secreto -- le dijo sonriente
Las cosas en Hogwarts con las clases de DCAO no
habían mejorado en nada y por el contrario iban cada vez peor, de modo que
Hermione tuvo la idea de organizar una especie de grupo de estudio a espaldas
del profesorado, y la idea tuvo un éxito inesperado, aunque Harry se había
mostrado bastante reacio a ella en el principio.
Si bien podían mantenerlo en relativo secreto en la
escuela, los miembros de la Orden se enteraron muy pronto del asunto.
Una noche después de la reunión de aquel día,
Mundungus les informó al respecto.
-
Los chicos
tuvieron una reunión muy interesante hoy
Todos prestaron atención porque sabían que aquel día
habían ido a Hogsmeade y Mundungus había sido el encargado de vigilar.
-
-
Han decidido
formar un grupo para aprender DCAO, y la chica Granger parece ser quien lo
lidera -- en este punto Remus y Jason se tensaron, pero
cuando Mundungus terminó su relato, fue Molly la que protestó
-
Tienes que
detenerlo -- dijo mirando a Sirius
-
¿Yo? --
preguntó él -- ¿Y por qué habría de hacerlo si me parece una
idea genial?
-
¡Sirius! --
exclamó ella -- Pueden expulsarlos -- y
miró a Jason -- Tienes que hablar con Hermione porque supongo
que no quieres que sea expulsada
-
Por supuesto
que no quiero eso tía -- dijo él y Remus sintió un maligno regocijo
imaginando cómo iba a irle a Jason si intentaba prohibirle algo a Hermione -- Sin
embargo, no soy tan necio como hacer algo así. Primero porque me gusta mi
cabeza donde la tengo, y segundo porque estoy de acuerdo con ello, te aseguro
que si yo hubiese tenido un profesor tan decepcionante como Umbridge habría
hecho lo mismo -- y Remus pensó que no había caso, él también
la conocía y era decididamente listo
-
Arthur, debemos
escribirle a los chicos y…
-
Molly, no
podemos poner algo así por escrito, si interceptan la carta los meteremos en
muchos más problemas -- el dijo él
Sirius sintió conmiseración al ver la angustia de
Molly y decidió tranquilizarla.
-
Molly, conozco
otra manera de comunicarme con ellos, y aunque no voy a decirles que no lo
hagan, prometo transmitirles tu recomendación
Y efectivamente cumplió con su palabra, pero él les
dijo que en lo personal le parecía una gran idea. Esto hizo que Hermione dudase
de la conveniencia de la misma, porque en su opinión si Sirius lo consideraba
bueno, probablemente no lo fuese. Aquello hizo que Harry se sintiese muy
indignado con su amiga, pero después de esa discusión habían decidido
continuar, y lo que terminó de convencer a Hermione fue la carta que le envió
Jason al día siguiente. La misma era una obra maestra de encriptación, donde se
las arreglaba para hacerle saber que estaba totalmente de acuerdo con lo que
hacían y aplaudía la idea, la única recomendación era que tuviesen cuidado.
Las cosas continuaron y el Ejercito de Dumbledore como habían decidido llamar al grupo, nombre
que había sido ideado por Ginny, marchaba muy bien. Harry se sentía satisfecho
de los avances y muy contento de que Cho estuviese en el mismo.
Umbridge había decidido fastidiarlos aun más creando
un grupo que se hacía llamar Brigada
Inquisitorial y que estaba integrado por infelices que los odiaban
empezando por Mafoy. Pero aun así, decidieron que no iban a dejarse fastidiar
por aquellos idiotas titulados.
Fuera del colegio las cosas seguían más o menos
igual. Los que trabajaban en el Ministerio hacían lo que podían por convencer
en forma velada a más personas, de que Dumbledore tenían razón y Voldemort
había vuelto. Remus debía sufrir horrorosas temporadas con los de su especie y
no había logrado adelantar mucho, ya que éstos consideraban a todo el que
viviese entre humanos, un traidor a su especie.
Sirius no se sentía muy útil pero sí muy feliz con
Anne-Marie. Bill se había encargado de lo que le había pedido y una vez que el
chico lo había dispuesto todo, Sirius se había ido a un Banco muggle, donde lo
habían tratado con la mayor deferencia al ver la grosera cantidad que pensaba
poner al cuidado de esa institución. Arregló todo lo concerniente a un
fideicomiso a nombre Anne, invirtió en acciones sólidas y las ganancias debían
depositarse en el banco, quien a su vez se harían cargo de las reinversiones y
de que Anne dispusiera de una cantidad mensual para mantenerse con todas las
comodidades. De manera que estaba tranquilo porque si algo le sucedía ella no
quedaría en modo alguno desamparada.
Jason por su parte había aprovechado al máximo las
lecciones de Sirius y si ya era bueno antes, ahora era decididamente
extraordinario. Aparte de eso, seguía desempeñando sus funciones en San Mungo,
donde comenzaba a labrarse un nombre, y aunque aun no había terminado
formalmente la carrera, ya le habían asignado la tarea de impartir clases a los
nuevos estudiantes, lo que demostraba a las claras lo bueno que era. En lo
único que se habían sentido decepcionadas tanto sus compañeras como aquellas a
las que ahora daba clases, era que el guapísimo sanador ahora no prestaba
atención a ninguna porque según se habían enterado alguna chica con inmerecida
suerte, en opinión de las afectadas, le había robado el corazón y aunque seguía
siendo encantador, ya no salía con nadie más.
Pocos días antes de navidad, tuvo lugar un suceso
que alteró mucho la vida de todos. Harry había tenido un espantoso sueño donde
el señor Weasley era atacado por una asquerosa y descomunal serpiente, pero lo
realmente aterrador para él aparte obviamente de ver herido a Arthur, había
sido que se había visto a sí mismo como la serpiente.
Cuando despertó se sentía enfermo y realmente lo
estaba porque había comenzado a vomitar. La profesora McGonagall fue llamada
con urgencia y después de referirle lo que había visto, ésta se los llevó a él
y a Ron directo al despacho de Dumbledore, quien como de costumbre lo escuchó,
hizo unas pocas preguntas y luego mandó a traer al resto de los Weasley para
enviarlos a Grimmauld Place, pero antes de partir, Harry tuvo una extraña y muy
inquietante reacción al hacer contacto con los ojos del director, en ese
momento y solo unos segundos antes de abandonar el despacho, sintió el
irrefrenable deseo de atacarlo. Aquello, junto con los extraños sueños que
había estado teniendo, se convertirían en un asunto obsesivo para el chico, y
que Dumbledore pareciese seguir evitándolo, no ayudaba en nada, algo que
tardaría mucho en recibir una explicación y más aun en entender.
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