Aunque había desarrollado el hábito de revisar el
mapa con frecuencia, aquella noche lo estaba haciendo porque tenía la idea de
que los chicos intentarían salir a hurtadillas para ver a Hagrid, ya que aquel
día se efectuaría la ejecución del Hipogrifo. Y no se había equivocado, solo
que fue otra cosa lo que causó su asombro.
Remus se levantó como impulsado por un resorte, en
cuanto vio el punto que se movía en compañía de los chicos, y con la increíble
inscripción de… Peter Pettigrew.
Por un momento pensó que estaba en uno de esos locos
sueños, que eventualmente se tienen, en donde cualquier cosa absurda es
posible. Sin embargo, y aunque aquello había causado sorpresa, incredulidad y
confusión, lo que vio a continuación causó verdadero terror.
A las cuatro motas con las inscripciones: Ronald
Weasley, Hermione Granger, Harry Potter y Peter Pettigrew, se había sumado la
de… Sirius Black.
Aunque su cerebro no terminaba de asimilar aquello,
dejó irresponsablemente, el mapa abierto sobre su escritorio y salió a todo
correr en dirección a los jardines. Ni por un momento pensó en dar aviso al
director, por ejemplo, que habría sido algo muy sensato en las presentes
circunstancias. Solo se limitó a correr a todo lo que le daban sus piernas,
pero su cerebro corría a una velocidad aún mayor.
De haber tenido necesidad de poner en palabras lo
que estaba pensando, habría resultado del todo imposible, porque los recuerdos,
las imágenes, los hechos conocidos, imaginados e impensados, formaban una
maraña incongruente que a medida que corría iban encajando en sus respectivos
lugares.
El ver aparecer el nombre de Peter en el mapa, había
abierto una segunda vía donde todo aquello que no tenía explicación, según la
línea de pensamiento que había seguido hasta ahora, encontraba lógica cabida.
En principio, exoneraba a Sirius, sin lugar a dudas,
de la muerte por la que lo habían encerrado, pero había otras cosas que no
explicaba. Cadáveres por todas partes…
cráter… muggles gritando… alcantarillas que habían saltado… sangre… Peter… alcantarillas…
ALCANTARILLAS…
-
¡Por las Barbas
de Merlín! - exclamó deteniéndose súbitamente -
¡Alcantarillas!
Claro, Peter se había transformado y de ese modo
había logrado huir, por las ¡malditas alcantarillas! Pero… ¿por qué Sirius no
lo había dicho? ¿Por qué se dejó encerrar de aquella manera? Él había
desaparecido ese mismo día, por lo tanto no estaba muy enterado de los detalles
del juicio, pero no le resultó difícil imaginar que se habría tratado de un
juicio sumario, en caso de que hubiese habido uno. Si su memoria no lo traicionaba, era Bartie
Crouch el encargado para aquel entonces, y según sabía, muchos habían terminado
en Azkaban, sin el beneficio de un juicio, sumario o no.
Pero aún subsistía una pregunta. Suponiendo que lo
que estaba imaginando fuese cierto, o se acercase a la verdad, por qué iba a
querer Peter matar a Sirius si no era porque lo sabía un traidor. A menos que…
¡Demonios! Eso no era posible. James no habría confiado en nadie más.
Había llegado al Sauce Boxeador, hizo levitar una rama
para presionar el nudo en la base del árbol y se apresuró a entrar al pasadizo. Cuando llegó a la Casa de los Gritos, aguzó
su oído y percibió las respiraciones agitadas en el piso superior. Comenzó a
ascender con sigilo, pero de pronto escucho el grito desesperado de Hermione y
el corazón se le encogió. Pero escucharla mencionar a Sirius unido a la
desesperación de su llamado, lo hizo renunciar a toda precaución. Salvó el
tramo que le faltaba y apuntando su varita apuntó a la puerta y entró precedido
por una lluvia de chispazos rojos.
Hizo un rápido inventario visual, y nada de lo que
vio lo tranquilizó. Ron estaba sobre la cama y parecía herido. Hermione estaba
encogida de miedo en un rincón cerca de la puerta, le sangraba el labio y el
hombro, y aunque su primer impulso fue
agacharse a su lado para atenderla, debía pensar con mente fría. Harry apuntaba
a Sirius, que estaba tirado de cualquier manera en el piso, con la mascota de
Hermione sobre su pecho en actitud protectora. Tenía un ojo amoratado y le
sangraba la nariz, pero a Remus le dolió el corazón al ver su estado general,
en donde no había ni rastro del chico guapo y exitoso por el que las chicas se
habían peleado en la escuela.
Pero ahora necesitaba saber con urgencia otra cosa.
-
¿Dónde está Sirius?
A partir de ese momento todo se desbocó. En primer
término supo que todo había sido más o menos como lo había imaginado, pero los
chicos no entendieron de entrada las razones por las que él le creía a Sirius.
Cosa que era del todo lógica, ya que él mismo aún tenía dificultades para
entenderlo todo.
Tanto Harry como Hermione lo acusaron de estarlo
ayudando en su supuesto propósito de matar a Harry. Y le dolió mucho cuando
Hermione le echó en cara su licantropía y el hecho de saberlo desde hacía mucho,
exactamente desde que Snape les había dejado aquel infortunado trabajo. De modo
que ambos se habían mentido.
Él le había ocultado su condición, y ella le había
ocultado que lo sabía. Pero la decepción, y el dolor de los ojos de la chica,
al sentirse engañada con relación a Sirius, le había causado una profunda pena,
más que el hecho de que supiera que era un hombre lobo.
Estando las cosas como estaban, hicieron un gran
esfuerzo por explicarles a los chicos, pero para empeorarlo todo llegó Snape.
El por qué, y el cómo lo había hecho, aumentaron el sentimiento de culpa de
Remus. Esa noche se había olvidado de tomar la poción y Snape había ido a su
despacho a llevársela, de modo que había visto el Mapa que él tan
irresponsablemente y en su desesperación por llegar hasta donde estaban los
demás, había dejado expuesto sobre su escritorio. Lo que se tradujo en la
rápida decisión de Snape de ir por ellos. Y ahora Remus se encontraba en una
pésima situación, con la historia a medio contar, silenciado y atado en el
piso, Sirius desarmado y los chicos sumidos en un mar de dudas.
-
Profesor… -
intentó Hermione - nada pierde con escuchar
-
Por una vez en
tu vida - dijo Snape mirándola furioso -
¡Cierra la boca Granger!
Una ira violenta se desató en el interior de Remus
al escucharlo gritarla de aquella forma, y si alguno de ellos le hubiese estado
prestando atención, habría visto claramente los ojos del lobo emerger de las
profundidades de sus dorados ojos. Pero otra cosa distrajo momentáneamente su
atención, y de no haber sido por eso, quizá todo habrían estado en grandes
problemas, porque la furia del lobo había comenzado a deshacer las ataduras.
Sin embargo, y por insólito que pareciese, los
chicos habían desarmado a Snape, y como habían actuado en conjunto aún sin
proponérselo, los habían dejado inconsciente.
-
¡Hemos agredido
a un profesor…! ¡Hemos agredido a un profesor!
- repetía una llorosa Hermione,
mientras miraba a Snape desmadejado en el piso y con aspecto de estar
muerto -
¡Vamos a tener muchos problemas!
Sirius se había agachado a ayudar a Remus a terminar
de desatarse, mientras que le agradecía a Harry.
-
Aún no le
creo -
dijo el chico
-
Entonces ha
llegado el momento de que te de
pruebas - contestó el hombre
Remus se acercó a Hermione para calmarla porque la
niña seguí sollozando muy preocupada por lo que acababan de hacer.
-
Cálmate
Hermione, yo daré todas las explicaciones que sean necesarias y…
-
¡Van a
expulsarnos! - seguía llorando mientras se dejaba abrazar
por Lupin
-
Claro que no,
yo me aseguraré de eso
Llevaron a cabo la transformación de Peter, y ante
los asombrados ojos de los chicos, se dieron todos los detalles del asunto.
Desde cómo y por qué, los Potter lo habían hecho guardián secreto, hasta el
escape de Sirius de Azkaban. Pasando por su sentimiento de culpa al haber sido
él quien había convencido a James, para que hiciera a Peter guardián, en la
creencia de que Voldemort perseguiría a Sirius y no a alguien tan débil e
insignificante como Peter, y sabiendo que Sirius era mucho más capaz para
hacerle frente. Y las razones por las que no habían informado a Remus del
cambio de planes, pensando que podía ser el espía que sospechaban, había estado pasando información a Voldemort.
Peter había suplicado por su vida, primero a Ron
quien lo apartó de sí con asco. Luego a Hermione, aferrándose a su túnica.
-
Dulce e
inteligente niña… no permitas…
-
¡Apártate de
ella, Peter! - dijo Remus con voz alterada por primera vez
en todo el rato - debiste saber que si Voldemort o sus secuaces
no te mataban, lo haríamos nosotros.
-
Ustedes no lo
conocen… me habría matado…
-
¡Pues debiste
haber muerto entonces! - exclamó Sirius -
Cualquiera de nosotros habría muerto antes de traicionarte a TI.
Finalmente Harry había impedido que le diesen
muerte, considerando que si alguien merecía estar en Azkaban, ese alguien era
Peter Pettigrew. Y bien mirado, tenía razón, la muerte habría resultado un
castigo leve por sus acciones, merecía el tormento de verse encerrado y
consumiéndose poco a poco bajo los efectos de lo que podían ocasionar los
Dementores.
Pero todo había resultado terriblemente mal. Los
breves sueños de Harry de lograr que con la confesión de Peter, Sirius hubiese
quedado libre de toda culpa, y en posición de ejercer las funciones, que hace
poco se había enterado el chico, le
correspondían como su padrino, se vieron deshechos por el pequeño detalle de
que al salir por el hueco del árbol, una hermosa y resplandeciente luna llena
los había recibido, haciendo que Remus, al no haber tomado la poción, se
transformase ante sus asustados ojos.
Hermione había tenido la valentía de intentar
razonar con él, pero ya Sirius les había dado la orden de correr, y
transformándose de nuevo en el gran perro negro que ya habían visto antes, hizo
retroceder a Lupin, atrapándolo por el cuello. Pettigrew aprovechó la confusión
y tomando la varita de Remus atacó a Ron y luego se transformó para desaparecer
en la noche. Harry miró con desesperación en todas direcciones, pero no había
nadie más salvo Snape. El perro y el lobo habían desaparecido de su vista
perdiéndose en el bosque. Harry y Hermione dejaron a Ron y a Snape, pues nada
podían hacer por ellos en ese momento, y corrieron en la dirección de los
aullidos y el quejido lastimero de un perro herido. Aunque Harry había hecho el
mayor esfuerzo posible, no pudo evitar a los Dementores que habían llegado con
una rapidez inusitada. Sin embargo, antes de perder la consciencia al igual que
Hermione, había visto “algo” que lo había confundido mucho.
A partir de allí todo se volvió sumamente confuso.
Si bien es cierto que Dumbledore había cérido su historia sin problemas, les
dijo que nadie más lo haría, y que al profesor Lupin tampoco, dada su
condición, además de que se encontraba perdido en el bosque. Pero le dio una
extraña orden a Hermione, y Harry se encontró reviviendo todos los hechos
acaecidos en las últimas horas. Enterándose de este modo de la existencia y la
función de un Giratiempo. Sintió
varias veces el impulso de cambiar algunas cosas, pero Hermione le advirtió
acerca del peligro de alterar algo. De modo que tuvo que contentarse con la
posibilidad de salvar al Hipogrifo, e impulsar la huida de Sirius.
Verlo partir, por un lado le producía tranquilidad
al saberlo inocente, pero por el otro el dolor por tener que renunciar al más
breve sueño de felicidad que había tenido.
La furia de Snape alcanzó niveles escandalosos, y el
desconcierto del Ministro de Magia era patente. Pero al menos tenían la
satisfacción de que Sirius estaba vivo y a salvo, aunque siguiese siendo un
prófugo.
Hermione llamó a la puerta del despacho que estaba
entornada, y recibió la autorización para entrar.
-
¿Cómo se
siente? - preguntó con pena al ver las heridas y la
palidez de Remus
-
He estado
mejor, a decir verdad - dijo él tratando de restar hierro a la
situación y sonriendo a la chica - No te preocupes, estoy bien. De veras.
-
¿Dónde irá
ahora? - preguntó al ver que hacía el equipaje
-
No lo sé
aún -
la miró y dejando lo que estaba
haciendo le abrió los brazos
Hermione corrió y se dejó abrazar como tantas otras
veces cuando estaba triste o furiosa con
los chicos, y él la consolaba con su extraordinaria paciencia y característica
dulzura.
-
Todo estará
bien -
le dijo - Imagino que ya sabes, que no serán
expulsados, así que no hay motivos para…
-
No lloro por
eso -
dijo ella
Él la miró un momento recordando todo lo sucedido la
noche anterior.
-
Sirius también
está a salvo, y al menos ya Harry sabe toda la verdad - dijo
pensando que podía estar preocupada por eso
-
Ya lo sé, pero…
-
Pero ¿qué?
-
Usted se irá y
no quiero eso
Una sonrisa triste asomó a los labios de Remus. No
sabía por qué, pero el hecho de que los niños fuesen a extrañarlo, aunque solo
fuesen unos pocos, le producía una amarga alegría.
-
¿Por qué tiene
que irse?
-
Hermione, no me
decepciones - dijo tratando de bromear con ella - eres
la bruja de tu edad, más inteligente que he conocido. ¿Cuánto tiempo crees que
tarde la comunidad mágica, en pedir la cabeza del director por tener a un
Licántropo como profesor?
-
Hasta ahora
nadie ha protestado, y…
-
Tú lo has dicho
linda, hasta ahora. Pero resulta que Snape se encargó “sin intención” de dejar
escapar esa información esta mañana durante el desayuno. De modo que mañana
comenzaran a llegar airadas protestas de parte de los representantes, y no
quiero darle más dolores de cabeza Dumbledore.
Estuvo un rato más con él, y luego se levantó para
marcharse.
-
¿Podré
escribirle? - preguntó ella
- No será lo mismo que poder
verlo, y hablar con usted pero…
-
Claro que
puedes Hermione, y sí, te contestaré
- le aseguró -
aunque espero que el próximo curso, los chicos se comporten más
sensatamente.
Comenzó a caminar hacia la puerta, pero antes de
llegar se detuvo y se volvió de nuevo.
-
Es el mejor
profesor que hemos tenido.
-
Gracias - le
dijo con su dulce sonrisa - para mí ha sido un verdadero placer, haber
tenido la oportunidad de enseñar a una joven tan brillante. Serás una
extraordinaria y poderosa bruja, Hermione.
Ella soltó la manija, y corrió de nuevo hacia él. De
pronto Remus sintió que estaba resultando muy difícil dejar el colegio. A pesar
de que lo primero que había hecho aquella
mañana, había sido entregarle su dimisión a Dumbledore, ahora sentía que
algo se rompía en su interior. Colocó sus manos en los hombros de la chica y se
separó de ella.
-
Adiós
Hermione - dijo dándole un beso en la frente
-
Adiós profesor
Esta vez sí hizo el camino completo, y cuando la
puerta se cerró tras ella, Remus sintió una dolorosa punzada en el corazón. Iba
a echarla mucho de menos.
Despedirse de Harry, aunque le costó, fue un poco
más sencillo, y aprovechó para devolver la capa que había recogido la noche
pasada, y como ya no era oficialmente su maestro, también le devolvió el mapa.
-
Esto ahora te
pertenece Harry - le dijo con una sonrisa -
James se sentiría muy decepcionado, si su hijo no le diese un “buen uso”
a esto.
A las puertas del Castillo se volvió por última vez
y miró hacia las torres. Recordó las muchas charlas sostenidas con la pequeña
del cabello alborotado y sonrió con tristeza.
-
Nos volveremos
a ver
Una lágrima resbaló por su mejilla, y volviéndose,
abandonó el Castillo con paso cansino, pero decidido.
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