El día
del último examen, Harry estaba agotado y lo único que deseaba era que todo
terminara de una vez y que comenzaran las vacaciones de verano. La verdad, era
la primera vez que deseaba aquello con tanta vehemencia, aunque eso significase
volver con los Dursley. Desde que los
gemelos habían emprendido su espectacular vuelo hacia la libertad, él había
deseado muchas veces hacer lo mismo. Solo esperaba poder pasar el menor tiempo
posible en la casa de sus parientes, y que le permitieran regresar pronto al
número 12 de Grimmauld Place, y al lado de Sirius.
Sin
embargo, las cosas nunca eran fáciles, y menos para él. Mientras intentaba
responder las preguntas del examen de Historia de la Magia, su mente se vio
repentinamente invadida por unas imágenes aterradoras. Pero cuando Harry volvió
a tener consciencia, se debatía y gritaba que no quería ir a la enfermería. Le
llevó algún tiempo convencer al profesor Tofty que solo se había quedado
dormido y había tenido una pesadilla. Pero cuando lo dejaron salir del Gran
Comedor, realmente sí se dirigió a la enfermería, pero no porque necesitase que
Madame Pomfrey lo atendiese, sino porque le urgía hablar con la profesora
McGonagall. Había visto con toda claridad, que Voldemort tenía a Sirius y lo
estaba torturando, y al igual que le sucedió cuando vio el ataque al señor
Weasley, no le cabía ninguna duda de que aquello estaba sucediendo en realidad,
y sabía exactamente dónde.
Se
llevó la peor de las sorpresas cuando la enfermera le dijo que la profesora
había tenido que ser trasladada al Hospital. Se sintió desesperado, no estaba
Dumbledore y no estaba McGonagall que a pesar de su carácter áspero, era
alguien en quien siempre había podido confiar. S u cabeza era un caos, pero en
medio de él, una vocecita le susurró “Ron y Hermione” Salió en carrera hacia el vestíbulo y al llegar al
último tramo de escaleras los divisó. Ambos corrían a su vez hacia él.
Le
tomó un buen rato intentar convencer a Hermione de que lo que él tenía no eran
“simples” pesadillas, pero ella se mostraba bastante escéptica ante todo
aquello, y más cuando Harry les aseguró que estaban en el Departamento de
Misterios del Ministerio de Magia, ya que ella sostenía que tanto Sirius como
Voldemort, eran los dos magos más buscados del mundo y no podrían estar
tranquilamente en el Ministerio a las cinco de la su tarde. Pero finalmente
había accedido a ayudar con la única condición de que verificasen primero, si
realmente Sirius había salido de Grimmauld Place.
Sirius
se había levantado temprano esa mañana, y había ido directamente a la
habitación de su hijo, mientras Anne aun dormía. Como solía hacerlo cuando no
había reuniones de la Orden, la pasada noche se había quedado con su mujer y su
hijo. El pequeño Anthar ya tenía cerca de tres meses, y no era ni la sombra de
lo que fue al nacer. Se había desarrollado en excelente forma y según los
médicos, sería un niño fuerte y saludable. Y para mayor orgullo de su feliz
padre, sin duda sería su vivo retrato. Anthar tenía una impresionante melena
negra, y sus ojos eran tan grises como el acero. En líneas generales era tan
Black como el que más, lo único que tal vez podría atribuírsele a la
contribución genética de su madre, según Remus, era que el niño parecía ser
tranquilo, casi no lloraba y sonreía mucho, aunque la sonrisa sin duda era la
de su padre.
Anne
Marie por su parte, estaba feliz de que su hijo se pareciese tanto a Sirius,
porque en su parcial opinión, no había un sujeto más guapo. Lo único que la
había preocupado, y no por ella, sino por la posible decepción que podría
significar para Sirius, era el no saber si Anthar heredara su condición “no
mágica” o por si el contrario en ello también sería como su padre. Pero esta
preocupación había desaparecido unos días después de que él bebe saliese del
hospital, cuando Sirius apareció muy contento porque le había llegado, ella no
sabía con exactitud qué, pero era algo así como un certificado, donde decía que
el chico era un mago también. De modo que Anne Marie no podía estar más feliz,
no solo le había dado un hijo hermoso, sino que sería igual a él.
Sirius
entró a la habitación y se acercó con sigilo a la cuna, cosa completamente
innecesaria, ya que el pequeño Anthar estaba despierto. Sonrió y lo alzó en
brazos yendo a sentarse en un sillón cerca de la ventana. Como era su
costumbre, comenzó a hablarle de su mundo, de Hogwarts, de sus amigos y de
Harry. Sirius había decidido que el chico fuese su padrino y Anne había estado
de acuerdo, aunque aún no lo conocía.
-
¿Sabes que lo estás mal acostumbrando?
Sirius
giró la cabeza al escuchar la voz de Anne Marie y luego de procesar lo que
acababa de decirle, frunció el ceño.
-
¿Por qué?
-
Porque cuando no estás, debo pasarme el
tiempo hablándole, pero eso no parece ser suficiente porque sigue mostrándose
inquieto y en ocasiones protesta muy ruidosamente, y la única conclusión a la
que he llegado, es que es tu culpa
- finalizó con una sonrisa - Te
extraña igual que yo, cuando no estás.
Sirius
rio de forma escandalosa y él bebe hizo lo propio y Anne Marie se lo quitó de
los brazos.
-
¡Ey!
- protestó él
-
Lo siento señor Black, pero este caballerito debe ser aseado y
alimentado.
No le
quedó más remedio que aceptar. Después que Anthar fue bañado y vestido
adecuadamente, bajaron al jardín para que el niño tomara algo de sol. El médico
había recomendado que lo hiciese durante las mañanas, y finalmente, le dio su
biberón. Sin embargo y contrario a sus costumbres, el pequeño no se durmió, del
mismo modo que no durmió más tarde. Unas horas después, ya Anne estaba
preocupada, no era usual que un bebe de pocos meses, pasase tanto tiempo
despierto. No obstante, Sirius no encontró nada de malo en ello y pasó todo el
día hablándole a su hijo como si realmente éste pudiese entenderlo.
Poco
después de mediodía, Sirius recibió un mensaje de Remus, donde le avisaba que
Jason había notificado que la profesora McGonagall había sido traslada aquella
mañana al Hospital, que él mismo la había recibido, y que realmente estaba
delicada.
Hacia
las seis de la tarde Sirius anunció que debía marcharse, porque aquella noche
habría reunión. Pero de la manera más insólita, Anthar en ese momento comenzó a
llorar con desesperación. Por un momento creyeron que estaba enfermo, ya que
aparte de que casi nunca lloraba, mucho menos de aquel modo. Anne Marie decidió
llevarlo al Hospital, pero en cuanto lo colocó en brazos de su padre mientras
ella iba a cambiarse, del mismo modo que había comenzado el llanto, este cesó.
Más tranquilos, Sirius lo volvió a poner en brazos de su madre, y enseguida
comenzó el llanto de nuevo.
-
¡Por todos los cielos! -
exclamó ella - Esto no es posible
-
¿El qué?
- preguntó Sirius desconcertado
Pero
por toda respuesta, Anne Marie volvió a colocar a Anthar en brazos de Sirius, y
nuevamente cesó el llanto.
-
¡Por las Barbas de Merlín! -
exclamó Sirius mirando al niño
- ¿No quiere que me vaya? -
preguntó ahora mirando a Anne
-
Mi razón me indica que eso no es posible,
tiene poco más de dos meses - dijo ella
- pero por otro lado, creo que
los hechos hablan por sí solos.
Sirius
sonrió complacido mientras miraba al niño y éste le devolvía la mirada. Sin
embargo, no podía retrasar más su partida.
-
Lo siento Anthar - le
dijo -
pero papá tiene una responsabilidad que cumplir, prometo volver tan
pronto como me sea posible.
Le dio
un beso a su hijo en la frente y volvió a dárselo a Anne. El niño no volvió a
llorar, de modo que Sirius se despidió de Anne Marie un poco más tranquilo y se
marchó. Pero apenas abandonó la casa, Anthar comenzó a llorar de nuevo y no
hubo forma de que Anne Marie pudiese calmarlo.
Sirius
llegó con suficiente tiempo antes de que comenzara la reunión, de modo que
subió a la que había sido la habitación de su madre a alimentar a Buckbeak. Se
quedó mucho rato allí, recordando su huida primero de Azkaban y luego de
Hogwarts. Acarició el lomo del animal y abandonó la habitación.
Un
rato después, vio con asombro que la cabeza Snape aparecía en la chimenea.
-
¡Black!
- llamó
-
¿A qué debo el dudoso honor? -
preguntó él agachándose un poco
-
De modo que allí estás.
-
Evidentemente - le
dijo
-
Ya lo imaginaba, escondido en casa de
“mamá” como siempre - dijo Snape con malignidad
Pero
ya Sirius había decidido que aquel individuo era demasiado miserable como para
seguir perdiendo el tiempo en molestarse con él.
-
Si eso es todo…
Pero
no alcanzó a terminar cuando ya Snape había desaparecido de su vista. Se
encogió de hombros y siguió leyendo El
Profeta hasta que comenzaron a llegar
los miembros de la Orden. Su prima venía peleándose con Remus a causa de
no sabía qué asunto, mientras que Ojo Loco y Kingsley discutían las últimas
órdenes de Fudge. Después que los saludó a todos, pidió a Remus acompañarlo un
momento, y cuando estuvieron solos en el estudio, le comentó el extraño
comportamiento de Anthar.
-
Pues sí que es extraño -
estuvo de acuerdo Lupin - y aunque pienso igual que Anne y se supone
que a esa edad no puede entender algo así, al igual que ella no tengo ninguna
explicación razonable.
-
Demonios
- exclamó él -
pensé que tú podías saber algo más de este asunto.
-
Te recuerdo que no tengo hijos - dijo
Remus -
así que difícilmente…
-
No seas necio Lunático, no lo digo por
eso, sino porque te has pasado la vida de cabeza en los libros, y deduje que
tal vez podrías tener información al respecto.
-
Pues no, no tengo noticias de cosas así,
pero quizá Dumbledore sí pudiese decirnos algo.
-
Claro, y tendré que hablarle de Anne y de
Anthar.
-
¿Y para cuándo piensas dejarlo? -
preguntó - Creo que ya va siendo hora de que le
informes. La verdad no sé cómo has logrado ocultárselo tanto tiempo.
-
Yo tampoco, pero en el momento en que
comience a hacerle preguntas tan sospechosas como esa, sin duda lo averiguará.
Sin
embargo, suspendieron la conversación cuando escucharon que llegaba más gente.
Jason y Bill acababan de llegar y se metían con Tonks a causa de su cabello.
-
Los demás están demorando ¿no? - dijo
Jason -
y nosotros que pensábamos que veníamos con retraso.
Pero
apenas había terminado de decir aquello la cabeza de Snape volvió a aparecer en
la chimenea.
-
¡Black!
-
¿Otra vez tú? -
preguntó Sirius con fastidio - si
vienes a comprobar que sigo…
-
¿Quiénes están contigo? - lo
interrumpió
Varias
cabezas se inclinaron y Snape echó un vistazo rápido antes de hablar de nuevo.
-
Escuchen bien, Potter tuvo una visión en
la que Voldemort había atrapado a Black y lo estaba torturando en el
Departamento de Misterios - dijo, y todos ahogaron una exclamación - No
sé bien cómo, Dolores Umbridge lo atrapó
y me llamó para pedirme Veritaserum.
Obviamente me negué a dárselo pero poco después la vi salir con Potter y
Granger en dirección al Bosque Prohibido, y aún no han regresado -
tanto Jason como Lupin sintieron una dolorosa punzada de temor -
Conociendo su estupidez, no me cabe la menor duda de que si escapa de
Umbridge intente ir al Ministerio, ya sabemos que tiene complejo de héroe. En
este momento voy a salir hacia el Bosque, pero sugiero que ustedes vayan al
Ministerio, los que “pueden” hacerlo
- dijo acentuando el
“pueden” - para que lo detengan si intenta llegar.
-
Gracias Severus - dijo
Remus -
saldremos de inmediato.
-
¡Black!
- llamó Snape -
sugiero que por una vez en tu vida obedezcas y…
-
¡Tú no me das órdenes! -
bramó Sirius - Y no voy a quedarme aquí sentado mientras
Harry arriesga el cuello por mí.
-
Muy
enternecedor - dijo en forma venenosa Snape - pero
en primer lugar, ese necio arriesga el cuello por deporte. En segundo,
particularmente me trae sin cuidado si quieres morir y pienso que le mundo
estaría mucho mejor sin ti, pero solo le pondrían las cosas más fáciles a
Voldemort. Y por último, alguien debe estar allí para informar a Dumbledore cuando
llegue y saben que está en camino.
Dicho
esto, desapareció de la vista de todos. De modo que se prepararon a partir, y
la verdad era que Jason y Remus, tenían verdadera urgencia desde el momento que
Snape había dicho que Hermione acompañaba a Harry. No era que el chico no les
preocupase, pero ella, los preocupaba mucho más.
Hubo
una breve discusión en la que en vano, trataron de convencer a Sirius de
quedarse por lo menos hasta que llegase Dumbledore, pero todo fue inútil.
-
¡Kreacher! -
gritó Sirius y el elfo apareció enseguida - Sé
que estás perfectamente al tanto de todo
- le dijo - Así
que te ordeno que en cuanto llegue Albus Dumbledore, le digas todo lo ocurrido,
absolutamente todo ¿has comprendido?
-
Como ordene el amo - dijo
el elfo con una sonrisa macabra
-
Y contestarás a cualquier pregunta que te
haga con la verdad.
Esto
pareció gustarle menos a Kreacher, pero no pudiendo negarse a obedecer una
orden directa de su amo, asintió. Remus y Jason, que todo lo que deseaban era
terminar de irse, no discutieron más y partieron.
Cuando
Dumbledore llegó, el elfo de mala gana lo recibió y comenzó a narrarle los
acontecimientos.
-
Cuando el joven Potter apareció en la
chimenea esta tarde - estaba diciendo casi al final - Kreacher
le dijo que el amo Sirius estaba en el Ministerio - dijo
riendo -
Y ahora desde luego está.
-
¿Por qué le dijiste eso a Harry?
-
Porque las señoritas Bella y Cissy, le
ordenaron a Kreacher hacerlo.
-
¿Cuándo te dieron esa orden?
-
Hace unos días
-
¿Desde cuándo estás en contacto con ellas?
-
Desde que el amo ordenó a Kreacher
“largarse” en navidad - informó el elfo -
Kreacher fue a la casa de la señorita Cissy.
-
¿Qué información le diste?
-
Ninguna, el señor sabe perfectamente que
Kreacher no puede revelar los secretos de su amo - dijo
el viejo elfo
-
¿Qué les dijiste acerca de Harry?
-
Que es el ahijado del amo, la persona que
más quiere en el mundo - contestó
- aunque ahora quizá no lo quiera
tanto -
y comenzó a reír en forma histérica
Dumbledore
pensó que aquella desdichada criatura, ya no podía aportarle ninguna otra
información útil y partió rumbo al Ministerio.
Cuando
llegó allí la situación realmente era caótica. Harry y Neville intentaban subir
por las gradas mientras que Sirius se enfrentaba a Bellatrix, Lupin a Malfoy,
Tonks estaba tirada en el piso, al igual que Bill Weasley, y Jason intentaba
proteger a los chicos mientras subían.
Pero
de pronto un grito de salvaje alegría inundó la sala. Un rayo rojo había
alcanzado a Sirius en el centro del pecho y éste había comenzado a caer hacia
atrás. Harry quiso correr en su auxilio pero Remus lo sujetó.
-
Tenemos que ir por él -
gritaba Harry a voz en cuello
-
¡Harry!
- gritó Remus a su vez - No podemos hacer nada, se ha ido
-
¡No!
- insistió el chico - Aún
podemos alcanzarlo.
En ese
momento llegaron hasta ellos Neville y Jason. Neville se deshacía en disculpas
con Harry, porque éste le había dado a cuidar la profecía, pero en medio de la
lucha, esta se le había caído y se había roto.
-
No importa - dijo
Harry -
¿Dónde están los demás?
-
A Ron lo atacó uno de los cerebros pero
va a estar bien, y Hermione sigue si conocimiento, pero…
Varias
cosas sucedieron al mismo tiempo. Un grito los hizo volverse, y vieron a Kingsley
caer retorciéndose de dolor, a Bellatrix intentar subir las gradas para
escapar, a Dumbledore intentar detenerla y a Jason correr hacia donde había
señalado Neville que estaba Hermione. Tanto a Remus como a Jason casi se les
había detenido el corazón cuando Neville dijo que Hermione estaba sin sentido y
por las mentes de ambos pasaron cualquier cantidad de imágenes aterradoras,
pero en esa fracción de segundo antes de que escucharan gritar a Kingsley,
Remus miró a Jason y éste comprendió que estaba suplicándole que fuese por la
chica, porque él no podía dejar a Harry en aquel momento. Sin embargo, mientras
veía correr a Jason en la dirección que a él le habría gustado ir, había bajado
la guardia y Harry había emprendido una veloz carrera en persecución de
Bellatrix.
Lo
sucedido en el Atrio del Ministerio fue aterrador e inútil. Para cuando
llegaron Fudge y el resto de los Aurores, la mitad del lugar parecía hacer sido
atacado por una fuerza destructiva, y aunque alcanzaron a verlo, tanto
Voldemort como Bellatrix, habían logrado escapar.
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