Hermione estaba realmente preocupada, el verano ya
casi había llegado a su fin, y Remus seguía sin reaccionar. Se reprendió a sí
misma diciéndose que sus habilidades eran en verdad escasas, y que simplemente
era incapaz de despertar el interés de un hombre.
Entre tanto el mencionado hombre, había pasado los
peores días de su existencia. Entre tratar de sepultar lo que sentía, intentar
convencerse de que pasaría y mirar con buenos ojos el indiscutible interés que
había despertado la chica en Jason, su vida se había convertido en un infierno.
Siempre había pensado y estaba convencido de ello, que no podía sufrir una peor
desgracia que la que ya le había tocado, al ser atacado y convertido en lo que
era. Pero descubrió de forma muy dolorosa, que el ser rechazado dentro de su
comunidad y el sufrimiento que le producía cada transformación, no se
comparaban con el tormento que vivía cada noche cuando su mente se llenaba de
imágenes que despertaban sus instintos más básicos como hombre, y los instintos
mucho más peligrosos del lobo que vivía en su interior.
Aquel ser con el que se había visto obligado a
compartir su humanidad, el que le había robado su infancia y había hecho de su
vida un baúl repleto de miserables recuerdos, ahora reclamaba la sangre de
cualquiera que se acercara a Hermione, así como la posesión absoluta de su
cuerpo, de sus sentimientos y hasta del último de sus pensamientos. Hasta ese
momento, Remus podía decir que estaba ganando la batalla, pero casi le estaba
costando la vida.
Una tarde de finales de agosto, Hermione se había
retirado a la Biblioteca después de la comida y teóricamente hasta que
comenzara el entrenamiento de esa tarde,
estaría leyendo. Pero cuando Jason entró la vio parada al lado de la
ventana, y con la mirada vagando por un mundo que solo ella podía ver. Se
acercó con sigilo, y cuando ya estaba muy cerca, apartó el cabello de la chica
para susurrar a su oído.
-
Dichoso el
monarca de ese mundo que con tanta frecuencia visitas
Con un sobresalto ella se giró para mirar los ojos
grises que reían con diversión.
-
Para ser
alguien que piensa ser Auror, descuidas con facilidad tu entorno - le
dijo
-
Estoy en un
lugar donde nadie va a atacarme - se
defendió alejándose un poco
Él se quedó mirándola por unos minutos hasta lograr
ponerla nerviosa. Esto era algo que sucedía con frecuencia y Hermione siempre
tenía la misma extraña sensación. Era como si él estuviese invadiendo su
intimidad aún a distancia.
-
Según la
opinión en la que todos coinciden - dijo por fin
- y que yo mismo he podido
comprobar, eres una chica muy inteligente
Ella escuchaba con atención pero no dijo nada,
aquella afirmación lejos de sonar como un halago, más bien parecía el análisis
frío de un hecho concreto. De modo que ella guardó silencio en la seguridad de
que la idea fuera cual fuere, aun no estaba concluida.
-
Me pregunto
entonces - continuó él confirmando su apreciación -
Sabes que es algo que no puede ser ¿verdad?
Hermione abrió mucho los ojos y deseó con todas sus
fuerzas estar en otro lugar. ¿Cómo era posible que él lo supiera? Se preguntó. ¿Es que acaso era tan
evidente? Porque estaba segura que Jason
solo podía estar refiriéndose a una cosa, y si era así ¿Los demás también lo
habrían notado? Sus mejillas adquirieron
un color rojo intenso y se volvió. Trató de recuperar la respiración normal,
mientras pensaba en cómo rebatir aquello.
-
Es posible que
sea inteligente Jason, pero no adivina. Y a decir verdad es una asignatura que
abandoné por considerarla bastante imprecisa
- estaba diciendo necedades y lo
sabía, pero solo quería darle tiempo a su cerebro de elaborar una salida
apropiada - Así que si no te explicas… - y
dejó la frase inconclusa
-
De modo que no
sabes de qué hablo.
-
No.
Jason sonrió y pensó que a la chica le iría muy mal
en un interrogatorio efectuado por alguien medianamente hábil.
Jason era un joven de veintiún años, extremadamente
atractivo y desde todo punto de vista saludable. Pero si algo no era, era
estúpido. Se sentía muy atraído por Hermione pero le llevó un sorprendentemente
corto lapso de tiempo, darse cuenta de que ella suspiraba por los huesos de
Lupin. Y sabía positivamente que el profesor
sentía mucho más de lo que debía por la chica. Sin embargo, la atenta
observación y la actitud que estaba demostrando Hermione en ese momento, lo
llevó a dos posibles conclusiones. O bien la chica estaba muy consciente de que
era una enorme tontería, o bien se había dado por vencida. Y en cualquiera de
los dos casos él tendría una oportunidad. De modo que decidió desplegar su
inteligencia y su encanto en beneficio de su propia causa.
-
Disculpa
entonces - dijo acortando la distancia que ella había
abierto - tenía la idea aparentemente equivocada, de
que tu corazón tenía un dueño.
-
¿Y puedo saber
por qué te formaste esa idea? - era de vital importancia para ella saberlo, y
así evitar errores en el futuro
-
Mmm… estás
nostálgica, triste, ausente.
-
Eso parece una
enfermedad en lugar de la descripción de una persona enamorada - dijo
con una risa decididamente falsa - siempre he pensado que cuando alguien se
enamora está feliz.
-
No
necesariamente, tu enamorado podría estar en la escuela o en cualquier otro
lugar, y tú estar echándolo de menos.
¡Demonios! Pensó Hermione, aquel individuo no era
Harry ni Ron, a quienes siempre había podido manejar con los ojos cerrados.
Debía ser mucho más precavida ante aquel extraordinariamente entrometido
sujeto.
-
En cualquier
caso estás en un error - dijo de forma lacónica y procurando no
comprometerse
-
Y me alegra
estarlo, porque eso significa que eres técnicamente “libre”, lo que es una
suerte para mí.
Ahora se sintió alarmada. Ciertamente era una chica
inteligente, pero hundida como estaba, tratando de mantener a raya sus
sentimientos y buscando la forma de que
Remus reconociese los suyos, no había reparado en el interés de Jason. Pero en
ese momento, parado frente a ella y con una mirada decididamente de admiración,
se sintió joven y vulnerable.
Ya había vivido algo parecido con Krum, pero había
algo diferente en Jason. Ambos eran atractivos y aunque Jason lo era diez veces
más, no era eso. Era lago que más bien tenía que ver con la personalidad. A
pesar de que Víctor era un jugador famoso, era del tipo hosco y poco dado a
relacionarse. En cambio el joven que tenía frente a sí, rezumaba seguridad en
sí mismo, simpatía, decisión y arrogancia, no del tipo de la Sirius que parecía
algo que traía desde la cuna, sino del tipo que se adquiere con el conocimiento
de las propias capacidades, el esfuerzo por abrirse paso en la vida y el
perfeccionamiento de las habilidades.
Pero mientras ella pensaba todo ello, Jason había
terminado de suprimir la distancia entre ellos.
-
Suponiendo que
no lo hayas notado - dijo mientras elevaba una mano hacia el
rostro de la chica - yo sí estoy padeciendo de eso que llamas
cruelmente “enfermedad”, y eres tú la responsable.
Mientras ella lo miraba sin saber qué decir, Jason
cerró un brazo alrededor de su cintura y con la otra mano atrajo su rostro
hacia el suyo.
-
Solo dame una
oportunidad.
Y decidiendo interpretar su silencio como muda
aceptación, apresó los labios de la chica con los suyos. Aquello había sido tan
sorpresivo, que ella ni alcanzó a protestar y mucho menos a moverse. El beso
fue mucho más gentil que el que hacía unos días le diese su profesor, y aunque
no tuvo los devastadores efectos de aquel, sí la hizo tambalearse. Sin duda
aquel “niño” sabía lo que hacía.
De lo que ninguno de los dos alcanzó a enterarse,
fue que Lupin había presenciado la escena y ciertamente Jason nunca sabría lo
cerca que estuvo de morir ese día y que le debía la vida a Sirius Black.
Sirius y Remus se encaminaban hacia la estancia que
servía de lugar de entrenamiento. Y mientras lo hacían iban discutiendo, como
de costumbre.
-
Ya estás
advertido - decía Lupin
- si vuelves a causarle algún
daño, te vas a arrepentir
-
Eres el mayor
de los necios si crees que yo le estoy causando daño -
retrucó - ¿Crees que un mortífago se mostraría muy
misericordioso?
-
¿Y qué
probabilidades hay de que tenga que enfrentarse a uno en el futuro cercano?
-
Eso es algo que
ni tú ni yo sabemos amigo. Así que mientras más preparados estén, más
oportunidad tendrán de conservar la vida
Probablemente habrían seguido discutiendo, porque
parecía ser su forma de comunicación, pero al pasar frente a la Biblioteca
escucharon voces y ambos giraron la cabeza. El semblante de Remus mudó de
expresión en forma automática, y aunque Sirius intentó que siguieran de largo,
fue un esfuerzo inútil. Remus parecía clavado en el sitio, pero ello no duró
mucho, porque cuando vio a Jason acercarse a Hermione, un audible rugido brotó
de su pecho y sus ojos adquirieron un peligroso brillo asesino cuando lo vio
besarla.
Fue necesario que Sirius empleara toda su fuerza,
para poder arrastrarlo lejos de allí y a la mayor velocidad posible. De haberle
permitido avanzar, Jason se habría convertido en historia. Sirius era uno de
los mejores testigos del supremo daño que podía causar Lupin en un estado de
consciencia alterado, y ciertamente no permitiría que su amigo se convirtiese
en un asesino y manchase sus manos con sangre inocente.
Cuando Jason liberó a Hermione, tuvo ciertos
problemas para recuperar la respiración normal y tirar del freno. Era evidente
que ella no esperaba aquello y no le había dado oportunidad de reaccionar.
Estaba perfectamente consciente de haberse aprovechado de la ventaja de la
sorpresa, pero no iría más allá sin su consentimiento. Fue una dura batalla
ganada al instinto, pero realmente la chica le interesaba, de otro modo la voz
de su consciencia habría guardado indiferente silencio como de costumbre y como
habría sido con cualquier otra de las chicas de su groseramente extensa lista.
Hermione por su parte, si bien algo le decía que
debía estar molesta por aquel inesperado ataque, solo estaba sorprendida.
-
Jason…
-
No - dijo
él colocando un dedo sobre sus labios
- no me digas nada ahora, solo
piénsalo
Le dio la espalda y comenzó a alejarse, pero antes
de llegar a la puerta se volvió.
-
Soy muy
paciente Hermione - dicho esto, abandonó la Biblioteca
Sabía que ella necesitaría un tiempo para ordenar
sus pensamientos, y sus sentimientos, ni siquiera esperaba obtener una
respuesta antes de que finalizara el verano, que era lago que estaba por
ocurrir, pero lo que le había dicho era cierto. Había aprendido y había
cultivado con esmero, el arte de ser paciente, y si lo había hecho para tomar
venganza, con más razón lo pondría en
práctica para conseguir el amor de la chica que le había secuestrado el
corazón.
Si Remus había creído estar viviendo un infierno,
esa última semana antes de finalizar el verano le había demostrado que no era
así. Si sus anteriores noches habían estado pobladas de imágenes de Hermione en
sus brazos, las que se sucedieron a partir de aquel fatídico día, solo vinieron a hacer más insoportable el dolor de un
corazón que ya estaba muy lastimado. Ahora el tormento consistía en verla en
brazos de Jason.
El chico se portaba con la mayor corrección, aunque
sin ocultar a nadie el interés que sentía. Y a pesar de que sus atenciones se
dirigían a ella, en ningún momento pudo acusársele de asfixiante.
Pero mientras Jason avanzaba con la venia de su
familia, que no podía estar más encantada con el asunto, Remus se extinguía
como aquejado de una violenta enfermedad mortal.
La noche previa a la partida de los chicos, habían
organizado una pequeña celebración para despedirlos y por el nombramiento de
Ron y Hermione como nuevos Prefectos de Gryffindor.
Ya estaban a punto de cenar cuando Hermione notando
la ausencia de Jason, se dirigió hacia Molly.
-
Señora Weasley
-
¿Sí cariño?
-
¿Dónde está
Jason? -
la mujer sonrió complacida
-
No te preocupes
cielo, debe estar por llegar. Me dijo que debía hacer algo al salir del
hospital, pero descuida, no va a dejarte sola precisamente hoy.
-
No… no es eso…
es que…
-
Yo te entiendo
linda -
le dijo palmeándole suavemente la mejilla - es
su última noche aquí, es natural que quieran pasar el mayor tiempo juntos.
Después de esto se fue a atender la cena, que ese
día se llevaría a cabo en forma diferente porque cada quien se serviría su
plato estilo buffet. Cuando Hermione
se volvió abatida, porque no le gustaba que todo el mundo diese por hecho que
Jason y ella mantenían un noviazgo sin importar cuánto se empeñase en negarlo,
se encontró con los ojos dorados de Lupin. Sintió que el corazón comenzaba a
latir desbocado, su sangre a correr enloquecida y sus piernas adquirieron la
consistencia de la mantequilla. También sintió una gran pena al ver la enorme
tristeza en su mirada, pero al minuto siguiente tenía verdaderos deseos de
golpearlo.
-
¿Extrañando a
tu novio?
En otras circunstancias habría negado nuevamente lo
que ya estaba cansada de negar, pero la ira y el dolor pueden llevarnos a
cometer grandes estupideces, y ciertamente ella estaba por un lado furiosa de
que nadie quisiese escucharla, y por el otro que él dijese aquello en forma tan
indiferente. Muy bien, pensó, si eso era lo quería, eso sería lo que obtendría.
Con todo, probablemente habría dicho alguna pesadez para fastidiarlo y no
habría pasado de allí, pero Jason escogió aquel preciso momento para hacer acto
de presencia.
-
¡Jason
cariño! - exclamó ella y sintió un maligno placer al
verle la cara a Lupin - Pensé que justamente hoy me abandonarías -
completó utilizando lo que le había dicho Molly
Jason pasó por varios estados emocionales en pocos
segundos. Primero la sorpresa y la alegría al escucharla hablarle de aquel
modo, pero cuando miró quien estaba a su lado, lo invadió una ira fría y por
primera vez en su vida fue cruelmente golpeado por los celos. Entendió el por
qué de aquel tratamiento especial y eso solo lo enfurecía, pero era demasiado
inteligente y hábil como para demostrar ninguno de esos negativos sentimientos.
Jason apreciaba realmente a Lupin, tenía los mejores recuerdos de la época en
que fue su profesor y durante aquel tiempo y a pesar de conocer sus
sentimientos habían continuado su trato cordial. Pero en ese momento, solo era el hombre que
hacía peligrar su futura felicidad. No obstante, actuó de la forma más inteligente.
-
Hola amor,
lamento la tardanza pero como todo lo mío, eso también tiene que ver
contigo - dijo sonriéndole y extrajo un paquete de su
bolsillo - Para ti nena
- y mientras se lo extendía, le
dio un beso en la mejilla
Hermione que no se esperaba aquello, enrojeció y
para ocultar su desasosiego comenzó a abrir el envoltorio. En una pequeña caja
de terciopelo, reposaba una delicada cadena con un pequeño colgante en forma de
corazón.
-
Ahora que
estarás lejos, quise recordarte que te llevas mi corazón contigo - le
dijo quitándoselo de las manos y colocándoselo alrededor del cuello - Es
tu responsabilidad que siga latiendo
- susurró cerca de su oído
Pero para Remus que no había tenido ninguna
dificultad en escuchar, aquello fue demasiado, dio la espalda y se marchó de
allí.
Poco rato después de esa escena, Jason se había
acercado a Harry cuando Ojo Loco le mostraba lo que parecía una fotografía.
Moody estaba mencionando a los retratados, y para desagrado de Jason, y
sospechaba que para el de Harry, acompañaba cada nombre con la forma particular
cómo había muerto.
-
¡Ah! - dijo
mirando a Jason - Gideon y Fabián Prewet, hicieron falta cinco
mortífagos para matar a tu tío y a tu padre muchacho, pelearon como verdaderos
héroes.
Jason se
sintió enfermo. El dolor y la ira, hicieron que su estómago se rebelara. De
modo que dio media vuelta y se marchó. A Harry le habría gustado hacer lo
mismo, pero le costó un poco más deshacerse de Moody que parecía estar en la
errónea creencia, de haberles proporcionado una alegría.
Harry subió a toda prisa, solo quería desaparecer en
su habitación, pero al llegar al segundo rellano escuchó un sollozo. Cuando
entró en la habitación, casi sufre paro cardíaco al ver a Ron tendido en el
piso. Pero con un poco más de calma pensó que acababa de dejar a Ron abajo. En
ese momento la señora Weasley apuntaba
su varita.
-
Ri-di-ku-lo…
El cuerpo en el piso sufrió distintas transformaciones. Fue en forma sucesiva:
Bill, Charlie, los gemelos, Percy, el
señor Weasley, Jason, Ginny y él mismo. Se trataba solo de un Boggart.
-
¡Salga de aquí
señora Weasley!
Pero en ese momento entraron Lupin, Sirius, Jason y
unos minutos después Moody. Remus entendió rápidamente la situación al ver el
“cadáver” de Harry en el piso. Tomó su varita y se deshizo del Boggart. Como pudieron intentaron y tranquilizar a Molly.
-
¿Qué sucederá
con Ron y Ginny… si algo nos sucede?
- decía entre otras cosas,
mientras sollozaba
-
No puedo
prometer que nadie saldrá herido Molly
- dijo Lupin - pero esta vez estamos mejor preparados que
la anterior. Y en el infortunado caso de que algo les sucediera a Arthur y a
ti - dijo esbozando una leve
sonrisa - ¿crees que los dejaríamos morir de hambre?
-
Pensaran que
soy una inútil, que no puede ni con un Boggart - dijo
apenada mirando a Harry y a Jason
-
No diga
tonterías - le dijo Harry
-
Tía - dijo
Jason tomándola por los hombros - ustedes son la única familia que me queda y
los defenderé con mi propia vida si es necesario, así que deja de preocuparte
¿bueno?
Al día siguiente, hubo mucho alboroto para salir a
la estación. Al parecer los miembros de la guardia que debían acompañar a lo
chicos a la estación estaban incompletos. Pero finalmente, entre los gritos de
la señora Weasley y los de la madre de Sirius, lograron salir.
Sirius ignorando toda recomendación, los acompañó
transformado en el gran perro negro que más parecía un oso. Con él también iban
Tonks y la señora Weasley.
A los pocos minutos de haber llegado a la estación,
apareció Moody con el equipaje. Luego llegó Arthur en compañía de Ron y Ginny,
seguidos de Lupin que venía con los gemelos, y por último llegó Jason que traía
a Hermione.
Después de la emotiva despedida de la señora
Weasley, y las habituales recomendaciones de portarse bien y no meterse en
líos, Remus llamó aparte a Harry y le dijo que lo mantuviese informado, pero
teniendo extrema precaución en lo que ponían por escrito. Tuvo intenciones de
hacerle la misma recomendación a Hermione, pero en ese momento tenía lugar la
despedida entre Jason y la chica, y él sabía tan bien como Remus las medidas de
seguridad que debían tomar.
-
No voy a dejar
de comunicarme - le estaba diciendo - pero
debemos tener cuidado con lo que escribimos.
-
No te
preocupes, tendré cuidado - dijo ella
- y Jason… cuídense por favor
-
Lo haremos - le
aseguró sonriéndole y dándole un fugaz beso en los labios
Cuando Remus vio aquello, dio la espalda y se alejó
a toda prisa hacia donde estaban los demás y pensando que tendría que buscar la
forma de permanecer lo más lejos posible de ahora en adelante cada vez que los
chicos estuviesen juntos, o en cualquier momento enloquecería y perdería el
precario control que había conseguido.
Había muchas clases de infierno, pero decididamente
el que le había tocado vivir a él, tenía que ser uno de los peores.
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