Al filo de la navaja

Al filo de la navaja
Nuestro pasado no determina nuestro futuro, son nuestras decisiones y nuestras acciones las que lo hacen. Así como tampoco somos responsables por lo que nuestros antepasados hayan hecho o pretendido hacer de nosotros, pero sí lo somos de lo que decidamos hacer con ello. El pasado es un hecho, el presente lo construimos segundo a segundo, y el futuro es un lugar incierto que siempre nos mantendrá… Al Filo de la Navaja

sábado, 28 de junio de 2014

Cap. 08 Difícil verano



Las siguientes cuatro semanas fueron un infierno para Sirius. Se habían trasladado al número 12 de Grimauld Place, un lugar tenebroso en toda la extensión de la palabra. Para su buena fortuna, Dumbledore aun no le había dado la orden de partir a Remus, porque de lo contrario aquella casa habría conseguido lo que Azkaban no, ya que sin duda Sirius habría enloquecido. Entre los recuerdos, ninguno de ellos agradable, los objetos que si no intentaban asesinarte, hacían las cosas o producían los sonidos más insólitos, el retrato de su “dulce” madre que le gritaba las barbaridades más inconcebibles, teniendo en cuenta que era su progenitora,  y Kreacher, el maldito elfo doméstico, habría sido demasiado para él solo.

Por supuesto, el hecho de que una semana más tarde, Molly y los chicos llegasen también, había contribuido mucho a su salud mental.

La sola tarea de tener habitaciones en condiciones para poder dormir en ellas, resultó una tarea ímproba. Pero Molly era incansable y a pesar de las muchas protestas de los chicos, ellos también se habían dedicado con ahínco al asunto.

Con todo, Sirius no dejó de escaparse de vez en cuando, para gran consternación de Remus, que pensaba que tal y como había sucedido en la escuela, su influencia era del todo inútil cuando se trataba del buen juicio de su amigo.

A Remus lo había alegrado enormemente la llegada de los Weasley, porque con ellos venía Hermione. De modo que sus días, a pesar de que la idea de tener que partir pronto seguía atormentándolo, se hicieron mucho más llevaderos. Durante la jornada diaria, estaban muy ocupados, “peleando” contra todos los objetos imaginables, pero en las noches, y por muy cansados que estuviesen, habían retomado sus charlas.

Lupin seguía sorprendiéndose de la brillantez de aquella niña, aunque la misma vocecita que habitaba sin permiso en su cerebro, y a la que ya comenzaba a acostumbrarse llamándola “su otro yo”, le hizo notar de manera nada misericordiosa, que ya no era “tan” niña. En realidad sí había crecido un poco durante aquel último año en que no se habían visto, pero él seguía viéndola como la niña que había conocido. Porque la seguía viendo así ¿no?  La noche que se hizo esa pregunta, ella se había quedado dormida en el sofá,  mientras él leía un poema. De modo que al finalizar, y darse cuenta que ella no estaba escuchando probablemente desde hacía rato, sonrió, cerró el libro y la alzó en brazos para llevarla a su habitación. El asunto fue que al hacerlo, su cuerpo reaccionó en forma violenta e inesperada. La misma vocecita insidiosa y que aparentemente habitaba en su cabeza con el único propósito de hacerle la vida miserable, volvió a susurrarle “Ya no es tan niña”.  La colocó sobre la cama,  se apresuró a cubrirla con una manta y salió lo más aprisa que pudo, tanto que casi tira a Sirius.

-             ¡Hombre!  -  exclamó el  ojigris  -  ¿Quién te persigue?

-             No seas necio Sirius  -  contestó con inusitada ira  -  ¿Quién demonios va a perseguirme aquí?

-             Dímelo tú  -  dijo Sirius mirándolo con curiosidad

-             Me voy a dormir  -  dijo comenzando a caminar hacia su habitación, pero de pronto se detuvo y se volvió  -  Y si eres lo bastante necio como para salir a arriesgar tu estúpido cuello, al menos ten la gentileza de regresar a una hora en la que no escandalices a Molly.

En otras circunstancias, Sirius habría reído de aquel innecesario comentario, ya que era por todos sabido, que si algo lo traía sin cuidado era que alguien se escandalizara por lo que hacía y siempre había sido así. Pero conocía a Remus tan bien como a James, y habría apostado su tan discutido cuello, a que Remus tenía un problema, y de la clase que no discutiría ni bajo tortura. Sabiendo lo primero, y estando positivamente seguro de lo segundo, decidió que no valía la pena faltar a su cita intentándolo en ese momento. Pero lo averiguaría a como diese lugar. Dentro de las cosas que más odiaba en la vida, el no saber algo, iba justamente detrás de estar encerrado.

-             Lo voy a averiguar Lunático, no importa cuánto te esfuerces en ocultarlo  -  susurró para sí, y luego bajo las escaleras  


Aquella fue una noche de pesadilla para Remus, una de las peores que podía recordar. Estaba seguro de que estaba perdiendo el juicio, y se planteó seriamente preguntarle a Albus Dumbledore, si cuando el tiempo avanzaba, su condición afectaba de alguna manera su salud mental. Porque sin ninguna duda aquello que había sentido no era “normal”. Al menos no, tratándose de una criatura que fácilmente podría ser su hija. Y de nuevo la estúpida voz de su cabeza, hizo su trabajo: “Pero no es tu hija”. Se maldijo una y otra vez, y dirigió sus pensamientos en otra dirección, quizá debía imitar a Sirius y salir un poco, tal vez así despejaría su mente de estupideces. Sin embargo, y por muchas vueltas que le dio al asunto, no logró sentirse mejor, y el nuevo día lo sorprendió aún despierto y parado frente a la ventana de su habitación. De modo que tomó una ducha, y cuando bajó, había tomado la decisión de mantenerse a cierta distancia de Hermione, pero por  supuesto era más fácil pensarlo que hacerlo, porque apenas entró a la cocina, lo primero que vio fue una melena alborotada que se acercaba junto con todo lo demás, y le estampaba un sonoro beso de buenos días. Sus buenas intenciones se fueron al traste para maligno regocijo de su “otro yo”. No obstante su “yo” más racional, acudió en su rescate, y cuando Molly empezó a repartir las tareas del día, él se aseguró de que lo que tuviese que hacer, estuviese a kilómetros de Hermione, lo que causó la evidente decepción de la chica. Cosa ésta, que estuvo a punto de hacerlo desistir. Pero así se mantuvo ese, y los días siguientes.

Hermione por su parte, no pudo dejar de notar el cambio, y la noche del tercer día, se retiró a su habitación sin haber probado prácticamente nada de la cena.

-             Hermione, cielo  -  dijo Molly preocupada  -  ¿Te sientes bien? Casi no has comido nada.

-             Estoy bien señora Weasley, solo un poco cansada  -  contestó la chica  -  Si no les importa, quisiera irme a mi habitación.

-             Por supuesto cariño, más tarde te subiré una taza de té

-             Gracias, pero no se moleste, estaré bien  -  dijo poniéndose de pie y evitando mirar a Lupin  -  Buenas noches

Una vez que salió, Arthur miró a su mujer algo preocupado.

-             Tal vez deberían descansar un poco, Molly  -  le dijo  -  Hermione en verdad parece no sentirse bien.

-             ¿Cómo vamos a estar bien?  -  preguntó Fred  -  Nos estás haciendo trabajar como elfos domésticos madre  -  completó George

-             Molly  -  intervino Sirius  -  No hay necesidad de tanta carrera, podemos tomárnoslo con más calma. Al fin y al cabo, los chicos están de vacaciones  -  pero mientras decía eso miraba con atención a Remus que parecía a punto de salir corriendo

-             Quizá tengan razón  -  reconoció ella  -  iremos un poco más lento.

Mientras ellos discutían, Remus tenía la mirada clavada en el lugar por donde acababa de salir Hermione con ganas de ir tras ella, y no escuchó lo que le estaba diciendo Bill, hasta que éste no lo sacudió por un brazo.

-             Disculpa, estaba distraído  -  dijo apenado  -  ¿Qué decías?

-             Sí, ya lo note. Te decía que Dumbledore vendrá mañana, me dijo que quería conversar contigo.

Aquella información solo vino a sumarle otro peso, a su ya muy abatido corazón. Se sentía miserable viendo a Hermione con aquella silenciosa tristeza, pero no podía echarse atrás, no por el bien de la chica.

Mientras él pensaba eso, el objeto de sus pensamientos estaba llorando en su habitación. Los sentimientos de Hermione por su ex profesor, habían pasado por varios estados. Cuando lo conoció sintió simpatía por él, porque parecía una buena persona que pasaba por una mala situación. Más adelante, cuando se enteró de su “condición”, sintió pena por él, y conociéndolo, se llenó de indignación consigo misma y con el mundo, al enfrentarse por primera vez a lo que podían causar los prejuicios y las ideas que aunque pudiesen tener alguna base real, no deberían ser verdades universales. En ese momento entendió, que nunca más debía cometer el error de generalizar y estigmatizar a un grupo X de individuos por una condición. A lo largo de ese caótico año, Remus Lupin se había convertido en un refugio, le brindó su atención y la escuchó sin juzgarla, dándole su apoyo y comprensión. Durante el verano de aquel año, le había hablado a su madre del profesor y lo hizo en unos términos tales, que la señora Granger no tuvo ninguna dificultad en deducir, que su hija sufría de ese enamoramiento juvenil, que todas las chicas vivían alguna vez por algún guapo profesor, y dada la confianza existente entre madre e hija, así se lo hizo saber. Le dijo que era algo normal, pero que era como un resfriado, es decir, que duraría un poco y tal vez causase algunas molestias, pero que en breve pasaría.

Hermione había comenzado su cuarto curso en Hogwarts, con el convencimiento de que su madre tenía razón. Por un brevísimo lapso de tiempo, creyó sentirse atraída por su amigo Ron, pero rápidamente se dio cuenta de que no era así, lo que le sucedía en realidad, era que su orgullo se sentía herido al darse cuenta que tanto él como Harry, parecían no darse cuenta que ella era una chica. Estaban tan acostumbrados a ella, que la veían como su igual. El enojo de Ron por el interés que ella había despertado en Víctor Krum, le causó gracia pero no la hizo especialmente feliz, de manera que concluyó que en realidad no sentía esa clase de atracción por él. Lo mismo que no la sintió por Krum. Se sintió halagada, sin duda alguna, de que el famoso jugador se sintiera atraído por ella, y había contribuido a elevar su autoestima, pero nada más. Mientras que las cartas que recibía del profesor Lupin, la emocionaban hasta las lágrimas, y le proporcionaban la felicidad que nada de lo anterior le daba. De modo que al llegar a Grimauld Place, su corazón estuvo a punto de estallar de felicidad al verlo de nuevo, y no recordaba haber sido tan feliz, como en los últimos días, a pesar de estar en ese horrible lugar, y de la situación tan crítica que vivía el mundo mágico. Volver a escuchar su voz, la suavidad y la dulzura con la que la trataba y su sola presencia, era todo lo que podía desear para ser feliz.

Sin embargo, aquella burbuja de felicidad de pronto desapareció. Un buen día él se volvió distante, y ya no encontró manera de acercársele. Por supuesto, su mente lógica y racional enseguida le proporcionó la respuesta a aquella actitud de él. Sin duda ella había demostrado un interés muy marcado en él, y él a su vez, como adulto responsable había marcado las distancias, pero eso, la estaba matando de dolor.  Porque había llegado a la nada tranquilizadora conclusión, de que estaba enamorada de Remus Lupin, y no era el amor juvenil y pasajero que su madre había descrito.

Aunque todos pensaban que ella tenía la misma edad de Harry y de Ron, no era así, mientras que ellos recién habían cumplido quince, ella cumpliría dieciséis en un mes, y si iban al mismo curso a pesar de ser un año mayor que ellos, es porque ningún niño podía ingresar a Hogwarts antes de cumplir once, de modo que ella no recibió su carta sino hasta el verano en que estaba a punto de cumplir los doce.  Pero esta diferencia, aparte del hecho obvio de que ellos eran chicos, la aislaba de poder conversar con alguien que pudiese entenderla y tal vez darle algún consejo útil en su caso. De modo que se fue apagando, y ahora estaba francamente deprimida. Y lo que sucedió en los días siguientes, no contribuiría en nada a mejorar su ánimo.



A principios de agosto, un hecho sumamente preocupante vino a alterar la muy precaria y relativa tranquilidad que habían conseguido. Harry había sido atacado por dos Dementores, y como era lógico, forzado a utilizar la magia para defenderse. Esto había generado la esperada reacción del Ministerio, y ahora estaba pendiente por una vista para el día 12 de agosto.

Sirius había querido ir por Harry de forma inmediata, pero se lo habían impedido bajo el argumento de que era sumamente peligroso sacarlo de su casa, donde funcionaban los encantamientos que Dumbledore había puesto allí para su protección, cuando era muy probable que Voldemort estuviese vigilando. Aparte de eso Dumbledore necesitaba hablarles antes de que Harry llegase a lo que ahora era el Cuartel General de la Orden.

Dos días después del mencionado ataque, Dumbledore se reunió con todos.

-             ¿Cuándo puedo ir por Harry?  -  preguntó Sirius de inmediato

-             En primer lugar, no serás “tú” desde luego, quien vaya por Harry  -  comenzó Dumbledore  -  Sirius  -  dijo levantando la mano al ver que iba a protestar  -  nos interesa que ambos estén a salvo, te recuerdo que para todos, aún eres un asesino loco, y el Ministerio ha puesto un elevado precio a tu cabeza.

-             Es reconfortante saber, que al menos mi cabeza tiene algún valor para alguien  -  dijo en forma sarcástica

-             Alégrate hombre  -  dijo Kingsley  -  me han encargado de tu búsqueda, y en el último informe he dicho que habías sido visto en el Tíbet, así que creo que “no vamos” a encontrarte muy pronto.

Algunas risas recorrieron la mesa pero a Sirius aquello no lo hacía especialmente feliz en ese momento en particular. Dumbledore volvía a hablar en aquel momento.

-             Gracias a las informaciones que ha podido conseguir Severus  -  les dijo  -  Sabemos a lo que nos enfrentamos de forma inmediata  -  los demás lo escuchaban con atención  -  Por alguna razón que aún no tengo muy clara, hay una extraña conexión entre Harry y Voldemort. Esto para él es desconcertante y estoy seguro que no tiene más idea que yo de las razones para esto. Pero como meta inmediata, se ha propuesto hacerse con el registro de la Profecía hecha en relación a ellos. Supone que en ella encontrara la respuesta a por qué no ha podido matarlo y la clave para hacerlo. De modo que es vital, evitar que la consiga, para lo que se organizaran a partir de ahora, guardias constantes en el pasillo del Departamento de Misterios.

Hubo un murmullo general de asentimiento, y luego continuó.

-             Me apena mucho tener que hacerle esto a Harry, pero estando al tanto de la conexión que tiene con la mente de Voldemort, si éste no lo ha notado, no debe tardar en hacerlo, y una vez que lo haga, sin duda intentará utilizarlo para acceder a cualquiera de nosotros. Por lo que de ahora en adelante debemos ser muy cuidadosos en lo que le decimos al chico. Será inevitable que quiera saber, pero hay que dosificarle la información, y que sea lo más escasa posible.

A Sirius no le gustó nada a aquello, pero tenía que reconocer que lo faltaba razón a Dumbledore.

-             Remus  -  dijo el director dirigiéndose a Lupin  -  la semana próxima hay luna llena, creo que es el momento ideal para que intentes acercarte de nuevo a los grupos de Licántropos.

-             De acuerdo  -  contestó él sin mucho entusiasmo

-             Arthur, es necesario que tengas mucho cuidado, me siento especialmente orgulloso de contar con tu amistad, pero por el momento es mejor que procures disimularlo lo mejor posible. Tengo entendido que Percy ha sido nombrado ayudante de Cornelius, y no es por menospreciar las habilidades de tu hijo, pero me temo que no es por ellas que le han dado ese cargo.

-             Estoy consciente de eso  -  dijo Arthur con el entrecejo fruncido  -  traté de hacérselo entender, pero lamentablemente mi hijo está ciego, y piensa que Fudge tiene razón, mientras que todos nosotros estamos locos.

-             Es oficialmente un imbécil, padre  -  dijo Bill de mal humor

-             ¡Bill!  -  exclamó Molly  -  Sigue siendo tu hermano.

-             Pues puede irse al demonio  -  dijo ahora con ira  -  Si él dijo que se aseguraría de que todos supieran que ya no pertenecía a nuestra familia, porque papá y en realidad todos nosotros,  somos unos idiotas por relacionarnos con Dumbledore y que nos hundiríamos con él, entonces créeme madre, que tampoco a mí me interesa que sea mi hermano.

Molly comenzó a llorar. Sirius maldijo por lo bajo. Remus miró a la familia con pena. Mientras que si bien Dumbledore se sentía muy agradecido por la lealtad demostrada por los Weasley, no era menos cierto que lamentaba mucho toda esa situación.

-             Es suficiente Bill  -  dijo Arthur pasando un brazo alrededor de los hombros de su mujer

En realidad él también estaba muy dolido, porque Percy había dicho muchas más cosas de las que acababa de mencionar Bill, pero le parecía innecesario recordárselas a Molly.

-             Lo siento mamá  -  se disculpó Bill  -  no quise…

-             Quien lo lamenta soy yo  -  lo interrumpió Dumbledore  -  como dije les agradezco mucho su lealtad y me siento muy orgulloso de poder contar con su amistad, pero lo último que deseo es causar una  ruptura familiar.

-             No es tu culpa  -  le aseguró Arthur  -  si Percy ha decidido actuar de esa manera, deberá asumir las consecuencias de sus actos.

-             Arthur tiene razón  -  dijo Remus  -  Es una cuestión de opciones, tú mismo me dijiste una vez que a veces nos vemos en la necesidad de escoger entre lo que es fácil y lo que es correcto, aunque lo primero sea cómodo y lo segundo nos resulte mucho más difícil.

Se hizo un momentáneo silencio y luego Dumbledore volvió a hablar.

-             Ahora debemos organizar a los que irán en busca de Harry  -  dijo  -  ¿Voluntarios? Menos tú  -  agregó mirando a Sirius

Casi todos se ofrecieron como voluntarios, pero finalmente el grupo escogido estuvo conformado por Remus, Ojo Loco, Tonks, Kingsley, Elphias, Dedalus, Emeline Sturgis y Hestia.

-             ¿Cómo lo traeremos?  -  preguntó Sturgis

-             Creo que lo mejor es que hagamos el viaje en escobas  -  dijo Tonks

-             ¿No es un viaje largo para hacerlo en escoba?  -  preguntó Hestia

-             He escuchado que se parece a James  -   dijo Kingsley 

-             Es idéntico  -  aseguró Remus

-             Pues si vuela tan bien como su padre…

-             Lo hace  -  dijo Sirius

-             Entonces no creo que tenga problemas con eso  -  opinó Dedalus

Ojo Loco organizó a otro grupo que sería la retaguardia, que en su opinión era necesaria por si todos eran “liquidados” en el camino

-             ¿Por qué siempre tienes que ser tan alentador?  -  preguntó Tonks

-             ¡Alerta permanente jovencita!  -  exclamó él

Finalmente y cuando ya estaban por dar por concluida la reunión, Kingsley miró a Dumbledore.

-             ¿Qué sucede?  -  le preguntó el director

-             Estamos preocupados por ti  -  dijo mirando a Arthur y a Tonks

-             ¿Por mí? ¿Por qué?  -  volvió a preguntar, ahora con extrañeza  -  Por suerte para mí, y desafortunadamente para otros, aún gozo de buena salud  -  dijo con un brillo de diversión en sus azules ojos

-             Dumbledore, ya te apartaron del cargo Jefe del Wizengamot  -  prosiguió Kingsley  -  Están planteándose retirarte la Orden de Merlín, y ese discurso que diste anunciando el regreso de Voldemort, puede costarte la reelección a la presidencia de la Confederación Internacional de Magos.

Dumbledore meneó la cabeza e hizo un gesto con la mano, como quien aparta un molesto insecto.

-             Demasiados cargos, tal vez me estén haciendo un favor después de todo  -  y luego agregó  -  En realidad no me importa lo que hagan, mientras no me supriman de los cromos de las ranas de chocolate.

Fue inevitable que Tonks, Bill y Sirius rieran con el mayor descaro. En tanto que Kingsley, Arthur y Remus se miraron y movieron la cabeza con resignación. Mientras que el resto no sabía si reír o poner cara de circunstancias.

-             Dumbledore, nosotros estamos haciendo lo que nos has dicho que es más prudente, pero no nos servirá de mucho si terminas en Azkaban, y si sigues desafiando al Ministerio, sin duda es allí donde acabarás, y Voldemort tendrá vía libre, para conseguir lo que está buscando.

-             Les agradezco esa fe  -   dijo él con el mismo brillo de diversión  -  pero para eso tendrían primero que atraparme ¿no creen? Y en eso, creo que tendrán alguna dificultad.


Esta vez todos rieron y Sirius se preguntó como aquel individuo tenía el descaro de reñirlo y pedirle que fuese juicioso.

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