En un
moderno edificio ubicado en el centro de la ciudad, se encuentra uno de los
despachos de abogados más importantes. Bellamy,
Nell & Lokerby. Esa mañana, una secretaria cuyo traje era tan austero
que gritaba al mundo su cargo, entró al despacho del señor Bellamy con un sobre
que llevaba la inscripción de “Urgente” y como procedía de una firma no menos
importante, la mujer se apresuró a entregarlo.
John
Bellamy abrió el sobre una vez que la
secretaria se retiró, pero después que leyó su contenido se llevó la mano a la
sien. Aquella semana comenzaba mal, porque tener que localizar a un individuo
que se esforzaba en ser invisible ya era malo, pero tener encima que hablar con
él era mucho peor.
Podía
recordar a la perfección la primera vez que había tenido que entrevistarse con
aquel personaje. Cuando lo conoció en realidad no le había prestado mayor
atención, ya que aún era un jovencito, pero cuando llegó el momento de
tratarlo, llegó a desear no haberlo conocido. Y no precisamente por su
carácter, que no era mucho peor que el de muchos otros sujetos que hubiese
conocido a lo largo de su carrera, sino lo que implicó para su vida.
El día
que Jason Prewet Campbell, nuevo Duque de Somerled se presentó en su oficina,
la vida de Bellamy cambió por completo. Para empezar y aunque no se hacía
esperar a un Duque, él se presentó un poco antes de lo pautado pero se negó a
esperar, y para asombro del abogado, su secretaria acostumbrada desde hacía
años a lidiar con los más recalcitrantes miembros de la nobleza, incluido el
anterior Duque, no pudo ponerle freno.
Si
bien era cierto que los mayores ingresos de la firma los producían sujetos como
aquel, también tenían otros clientes y era a uno de aquellos otros a los que
atendía Bellamy en ese momento. Sin embargo, tuvo que darse la mayor de las
prisas en despachar el asunto y estar disponible para el señor Duque.
Nada
más mirar el atuendo del chico le produjo malestar a Bellamy. Iba vestido con
un jean negro, una camisa blanca abierta hasta casi la mitad, una chaqueta de
cuero y botas altas, tal parecía que acabase de salir de un concierto de Rock o
se estuviese bajando de una Harley, y para rematar el enloquecedor conjunto,
llevaba el cabello de un largo indecente. Aquel atuendo era casi un insulto en
aquella oficina donde predominaba la austeridad de los trajes de diseño y
definitivamente solo los “niños” como aquel, podían darse el lujo de mostrar
tanto desprecio por el buen gusto en el vestir.
No
obstante todo lo anterior, se le dispensó el trato que correspondía a alguien
de su importancia y Bellamy se llevó una sorpresa al comprobar que a pesar de
su insultante atuendo, el chico mostraba unos modales impecables y más que
dignos del título del que era poseedor. Los problemas se presentaron después.
-
Señor Bellamy, según me informó mi madre
es usted el encargado de todos los asuntos legales de los Campbell.
-
Así es milord
-
Le agradecería que suprimiera ese tratamiento.
-
Como usted lo prefiera -- ya
estaba acostumbrado a ciertas excentricidades de aquello sujetos
-
Bien,
quiero que me escuche con atención
-- le dijo -- soy
un individuo sumamente ocupado -- y al abogado no le resultó difícil imaginar
la clase de “ocupaciones” -- de manera que no tengo tiempo para perderlo
en papeleo, ni en informes financieros ni ninguna otra cosa por el estilo
En
cierta forma eso no le extrañaba a Bellamy, ninguno de aquellos chicos habría
sido capaz de interpretar correctamente un Balance de Comprobación o un Estado
de Ganancias y Pérdidas, ni ningún otro informe Financiero. De manera que
enviárselos era un trámite del todo inútil pero que seguían cumpliendo en apego
a las leyes, aunque ellos estuviesen en su yate o en algún casino de Montecarlo
gastando el dinero que otros se encargaban de ganar para ellos.
-
Quiero que revise esto
cuidadosamente -- le dijo Jason extendiéndole un documento
Después
que Bellamy lo leyó, lo miró con incredulidad. Realmente aquel era un ser muy
extraño. O bien le importaba muy poco lo que sucediera con sus bienes, o era en
exceso confiado, porque le estaba dando un poder absoluto e ilimitado para
actuar en su nombre.
-
¿Está usted al tanto de lo que se expresa
aquí? ¿Quién redactó este documento?
-- quiso saber el abogado
-
Estoy perfectamente al tanto, en cuanto a
quién lo redactó es algo que carece de importancia -- le
contestó -- Lo importante es si está usted de acuerdo.
-
Mi… mmm… señor, si me permite, según esto
usted está…
-
Sé perfectamente lo que estoy haciendo
señor Bellamy -- lo interrumpió él -- como le dije mi madre me informó que es usted
el encargado de todos los asuntos legales y antes de usted lo fue su padre. Me
he informado de todos los asuntos que lleva esta firma y la forma como lo hace.
Sé desde la fecha en que usted se recibió de abogado, hasta donde pasa usted
las vacaciones de verano. De modo que sí, podemos decir que estoy bien
informado acerca de a quien estoy confiándole los bienes de la familia.
Bellamy
lo miraba boquiabierto pero no atinó a decir nada, sino que siguió prestando atención.
-
Como le dije, no tengo tiempo para esto y
no señor Bellamy, no me paso los días en un yate, ni botando el dinero que
otros producen en ningún casino de Montecarlo. Tengo un trabajo real que me
gusta y consume todo mi tiempo, y aunque sí sé interpretar estados financieros,
me parece una miserable pérdida de tiempo si lo comparo con mi actividad
habitual que es salvar vidas. De manera que de ahora en adelante lo hará usted
y no me molestará con ello ¿me he expresado con suficiente claridad?
-
Sí señor
-- asintió el asombrado hombre
que aún no entendía cómo…
-
Le queda claro que de ahora en adelante
se dedicará única y exclusivamente al cuidado de los bienes, inversiones y
negocios de cualquier especie que tenga mi familia obviando cualquier otra
actividad, y por supuesto sus servicios serán pagados con la cantidad que le
parezca conveniente ¿de acuerdo?
-
Sí señor
-- repitió
-
Entonces asumo que está dispuesto a
hacerlo -- no era una pregunta sino una afirmación
tajante
-
Sí señor
-- repitió de nuevo como un
autómata
-
Bien, si en alguna oportunidad necesita
decirme algo verdaderamente urgente y aunque creo que ese poder cubre todas las
eventualidades posibles, póngase en contacto con este sujeto -- y
puso sobre el escritorio una tarjeta para luego ponerse de pie -- Si
no es por algo de vida o muerte, espero no tener que volver a verlo en un
futuro cercano. Que tenga buen día -- y comenzó a caminar hacia la puerta --
¡Ah! señor Bellamy -- dijo deteniéndose -- Soy desconfiado por naturaleza, de modo
que si hago esto es por comodidad tanto para usted que se ahorra tener que
tratar con alguien que le resulta desagradable, como para mí que no puedo
perder mi tiempo. Sin embargo, si hace algo mal o que perjudique los intereses
de mi familia y yo me entero, y puede estar seguro que me entraré, puede irle
muy mal.
Después
de esto abandonó la oficina dejando a Bellamy en un estado cercano al shock y
de un par de cosas estuvo seguro, si el anterior Duque le había parecido un
individuo arrogante, este proyecto de hombre lo era en grado superlativo,
porque si con tan solo dieciocho años se comportaba de aquella forma, no quería
imaginarse cómo sería de mayor. Y por otro lado, no le cabía la menor duda de
que en verdad sería capaz no solo de enterarse de cualquier fallo en el manejo
de sus intereses, sino que cumpliría su amenaza. Por fortuna él era un hombre
honesto, pero esperaba no tener que verlo en el futuro tal y como había dicho.
Solo
le había quedado una curiosidad y era en relación a lo que dijo. Era demasiado
joven para ser un médico, de modo que dedujo que como cosa extraña en sujetos
de su posición, no solo estaba estudiando la carrera sino que pensaba dedicarse
a ella. En cualquier caso, llegó a la sana conclusión de que no era su problema
mientras se mantuviese lejos de él.
Por
todo esto, al recibir aquella misiva su día se oscureció mucho. Tendría que
ponerse en contacto con el sujeto que le servía de “puente”, porque el señor
Duque tenía que presentarse para recibir su nuevo título y aquello sin duda
alguna sería una experiencia
desagradable, ya que recordaba que Caroline Campbell había tenido
grandes problemas para que el malcriado de su hijo aceptara el título de su
abuelo.
Jason
y Sirius acababan de aparecerse en algún remoto pueblo en la frontera rusa.
Tres magos y una bruja los esperaban y recibieron a los cuatro niños que traína
con ellos.
-
Les dijimos que se vistieran con lo más
abrigado que tuviesen -- dijo Sirius
-- pero aun así, no creo que
estén adecuadamente vestidos para este frío.
La
bruja y uno de los magos se apresuraron a cubrir a los niños con gruesos
abrigos, mientras que los demás hablaban con los ingleses.
-
¿Qué sucede con los padres? --
preguntó uno de ellos -- Acaso…
-
No, ambos están bien, pero ninguno de los
dos posee la certificación para aparecerse y no estaban muy seguros de poder
hacerlo sin perjuicio para sí mismos, de modo que debemos volver por ellos --
dijo Sirius
-
Y es mejor que lo hagamos de una vez,
recuerda que nos advirtieron que nos diésemos prisa -- lo
urgió Jason
-
Bien, los estaremos esperando -- les
dijo uno de los magos -- Buena suerte.
-
Gracias
-- dijeron ambos y desaparecieron
Reaparecieron
en una casucha atrozmente pobre, carente de todo y a punto de caerse. Entraron
apresuradamente y encontraron a la pareja ya lista.
-
¿Todo bien? --
preguntó la mujer con evidente preocupación
-
Sí no se preocupe, ya los niños están a
salvo --
le dijo Jason -- ahora vamos, tenemos poco tiempo
La
mujer se ajustó el abrigo y salieron, pero apenas estaban saliendo cuando
escucharon el estruendo de los encantamientos protectores al romperse.
-
¡Maldición! --
dijeron ambos, pero no perdieron el tiempo -- ¡SUPLICIUM! --
atacó Sirius
-
¡CLIPEUS
SUMMA! -- lanzó Jason sobre la pareja para protegerlos
Pero
esos segundos de precaución le valieron una herida en la pierna que el chico
ignoró olímpicamente.
-
¡VULNERO! --
lanzó devolviendo el dudoso favor
-
¡AFFLIGO! -- estaba
atacando Sirius
-
¡SUPRESUM!
-- dijo Jason para
evitar un peligroso rayo verde que venía en su dirección
Sin
embargo, en ese momento uno de los individuos lo reconoció, algo que sabían
ocurriría en cualquier momento pero él no esperaba que fuese en ese, porque no
reconocía a ninguno de aquellos infelices
-
¡No puede ser! -- dijo
el hombre -- Tú… tú estás muerto
-
Pues ya te mostraré como estoy de
muerto ¡COMPRIMO! -- y cuando casi se había desvanecido por falta
de oxígeno -- ¡ASTRICTUM! --
lanzó Jason dejándolo bien atado
Quedaban
solo cuatro sujetos de modo que Jason tomó una decisión que coincidió con la de
Sirius.
-
¡Vete!
-- dijeron ambos al mismo
tiempo -- ¡Cógelos y vete! Yo me hago cargo --
finalizó Jason
Como
Sirius estaba más cerca de la pareja los asió por los brazos y desaparecieron.
-
¡LAPIDIS
ARDENTIS! -- lanzó Jason y dos de los individuos quedaron
sepultados por una lluvia de piedras al rojo
-- ¡CONFLAGRO!
Y
mientras la columna de fuego se alzaba ante los dos que quedaban, Jason
desapareció, pero cuando apareció al lado de Sirius cayó de rodillas porque su
pierna no respondió.
-
¡Maldita sea, estás herido! --
exclamó Sirius -- Sabía que no debía dejarte
-
No seas necio, esto fue antes --
dijo Jason mientras se examinaba la herida
-
Vengan con nosotros --
dijo uno de los magos -- nuestros sanadores lo atenderán
-
No se preocupe yo soy sanador, gracias
pero debemos volver -- y miró a Sirius -- ¡Ya!
-
Muchas gracias --
dijo la pareja a la que acababan de traer
Se
despidieron y se desaparecieron para reaparecer en el punto de reunión. Allí
estaban Bill, Kingsley, Dánaee y Tonks
-
¿Qué sucedió? --
preguntó Bill alarmado al ver la sangre en las ropas de su primo
-
El Niño está herido pero para variar dice
que lo tiene todo bajo control -- dijo Sirius
-
¿Me permites ayudarte? --
preguntó Dánaee
-
No es necesario, ya la cerré -- le
contestó él sin permitir que se le acercara y miró a Kingsley --
Tenemos un problema mayor, uno de esos infelices me reconoció
-
¡Diablos! Se habían tardado --
dijo Kingsley
Y era
cierto, llevaban casi dos meses de intensa actividad y aunque sus encuentros
con los miembros del CCP habían sido relativamente pocos, a todos les extrañaba
que nadie lo hubiese reconocido aún, pero finalmente había sucedido.
-
¿Y lo dejaste vivo? --
preguntó Sirius con incredulidad
-
No somos asesinos, Black
-
Nosotros no pero ellos sí, y acabas de
enviarle un mensaje fuerte y claro a Turel de que estás vivo Niño.
-
¡Cálmense los dos! --
ordenó Kingsley
-
¿Quién es? --
preguntó Bill
-
No tengo idea de quién es, pero
obviamente él sí la tenía de quién era yo
-- dijo Jason con
tranquilidad -- Y me parece que deben proteger a sus
“chicas” -- agregó refiriéndose a Dánaee y a Grace, ya
que nunca las llamaba de otra forma
-
¿Por qué? --
preguntaron todos
-
Porque en esta ocasión enviaron más
gente, de lo que deduzco que ya comienzan a preocuparse por las “extrañas”
desapariciones, de modo que es cuestión de tiempo que empiecen a sospechar del
personal que tiene acceso a los archivos
-
Es posible, pero hay otra posibilidad -- dijo
Tonks --
El señor Roberts, el hombre que acaban de trasladar, prácticamente se lo
arrebatamos de las manos al Ministerio, lo sacamos de allí poco antes de que
fueran por él.
-
Espera, espera - dijo
Sirius -- ¿Cómo está eso de “antes que fueran por él”?
-
La nueva orden es no enviar notificación,
sino que dos agentes del CCP vayan por la persona en cuestión -- les
informó Kingsley
-
¿Y por qué no sabíamos esto? --
preguntó Jason
-
Porque recién hoy giraron esa orden, y
cuando Grace nos dio el aviso apenas si tuvimos tiempo de sacarlos.
-
Pero en todo caso, creo que Jason tiene
razón --
opinó Bill -- De ahora en adelante se hará más problemático
todo el asunto porque vigilaran atentamente a quienes tienen acceso a la
información de quienes serán llevados ante la Oficina de Registro.
-
Sí, debemos tener más cuidado --
acordó Kingsley -- Y ahora tenemos que ver qué hacer contigo --
dijo mirando a Jason
-
Nada, no tienes por qué hacer nada, estoy
perfectamente.
-
Y queremos que sigas así ¿Cuánto crees
que demore Turel en ponerle precio a tu cabeza? Eso si no lo ha hecho ya
-
Pues mejor que esté enterado
-
¿Qué dices insensato?
-
Así sabrá no solo que sus días están
contados, sino la exacta razón por la que va a morir --
dijo Jason con voz helada
La
reunión finalizó y tanto Sirius como Jason recibieron la orden de tomarse unos
días, y aunque no estaban especialmente felices, Kingsley les pidió por favor y en beneficio de todos, que
acataran la orden y así les darían tiempo de averiguar cómo estaban las cosas
con la noticia de que Jason estaba vivo y para resolver el problema de la
información, ahora que no tendrían mucho tiempo entre que se giraran las
órdenes y poder poner a salvo a los perseguidos.
Bill por
su parte debía poner sobre aviso a su familia, porque en breve todos serían
interrogados acerca del paradero de Jason y la vigilancia sobre ellos se haría
aún mayor. Pero cuando estaba terminando de darles instrucciones a todos, un
gato plateado se posó sobre la mesa y lo que dijo heló la sangre de todos los
presentes.
En
Hogwarts las cosas se habían vuelto extremadamente difíciles. Las reglas habían
cambiado casi todas, ya no había bullicio ni se veían alumnos corriendo por los
pasillos fuera de las horas de clase. Todos debían marchar en ordenadas filas
entre clase y clase, y cuando no tenían, debían estar en sus salas comunes. Se
necesitaban permisos especiales para utilizar la biblioteca, y las salidas a
Hogsmeade se habían suprimido. El comedor parecía un panteón a la hora de las
comidas, ya que no se les permitía hablar mientras estaban allí, y solo los
dejaban salir al jardín una hora en la mañana y otra en la tarde. Las únicas
clases que seguían siendo relativamente normales, eran las de McGonagall,
Flitwick, Sprout y Slughorn, y relativamente porque casi siempre eran
interrumpidas por la presencia de alguno de los Carrow.
La
profesora McGonagall les permitía
charlar y en ocasiones hasta bromear en su clase, algo que iba en contra de sus
costumbres, ya que su sola presencia imponía silencio inmediato en el alumnado,
pero sabiendo lo que los chicos estaban viviendo con el nuevo régimen, se había
flexibilizado un poco.
La
clase de Estudios Muggles era un asco, porque en ella se esforzaban en dejar
claro que los Muggles eran una especie de raza inferior que apenas estaba un
poco por encima de los simios, y que debían ser tratados como animales.
Y la
clase de DCAO que ahora había cambiado su denominación a simplemente Artes
Oscuras, era una auténtica pesadilla. En las últimas semanas aquel individuo
había dejado claro no solo que su único objetivo en la vida era hacer el mayor
daño posible a sus semejantes, sino que todo aquel que se negara a obedecer sus
órdenes, sería castigado de manera inhumana.
En
cuanto Ginny se subió al Expreso buscó a Neville y a Luna, y les contó lo que
había sucedido en el verano. Desde el rescate de Harry hasta el día de la boda
y todo por lo que habían tenido que pasar, pero dónde hizo más énfasis fue en
la visita del Ministro y la información de que Dumbledore quería que Harry
tuviese la espada de Gryffindor, así que antes de bajar del tren, ya habían
decidido que tenían que intentar obtenerla de algún modo, porque si Dumbledore
se había empeñado en ello debía ser por algo importante, y si ellos podían
colaborar sin duda lo harían.
Pero
había resultado mucho más sencillo decirlo que hacerlo. Con todas las medidas
de seguridad y el régimen casi militar al que estaban sometidos ahora,
resultaba casi imposible siquiera hablar. Sin embargo, se las arreglaron para
acordar reunirse en la Sala de los Menesteres.
-
¿Y bien, cómo lo haremos? --
preguntó Neville -- Porque ya no somos libres de andar por los
pasillos -- les recordó
-
Ya lo sé, pero creo que podemos lograrlo
con esto -- y se sacó un trozo de pergamino del bolsillo
-
¿Tienes el Mapa de Harry? --
preguntó el chico con asombro
-
No, esto me lo dieron los gemelos --
dijo ella -- sabiendo que las cosas podían ponerse
difíciles, me hicieron un Mapa donde están señalados todos los pasadizos y
escondites posibles, y créanme, esos dos conocen muy bien cada rincón de esta
escuela.
Durante
un rato se dedicaron a estudiar la mejor ruta para llegar al despacho de Snape
sin ser descubiertos, hasta que trazaron la más conveniente.
-
¿Y cómo haremos para entrar al
despacho? -- preguntó Neville -- Con
toda seguridad Snape le pone un encantamiento a la puerta cada vez que sale.
-
Con esto
-- dijo la pelirroja mostrándoles
una llave, y Neville la miró con duda
-
Es claro que no es una llave común
Neville -- dijo Luna
-
No, no es una llave común --
confirmó Ginny -- Es otro obsequio de los gemelos, y se supone
que abre cualquier puerta sin importar cuántos encantamientos pueda tener.
-
¿Se supone?
-
Bueno no pudieron probarla mucho antes de
dármela, pero dicen que había funcionado en las que habían probado. De modo que
ahora veremos si funciona con las Artes Oscuras.
Esa
noche con la ayuda de Seamus y Lavender que se encargaron de avisarles cuando
no quedaba nadie en la sala común, salieron y comenzaron a caminar por los
desiertos pasillos. Su mayor preocupación era encontrarse con Filch o su odiosa
gata, ya que ir de un escondite a otro tomaba tiempo, pero se encontraron con
la inesperada y muy bienvenida ayuda de las pinturas que colgaban de las
paredes. Éstas les fueron indicando si había alguien de ronda y dónde se
encontraban, así como les advirtieron cuando la señora Norris se acercaba.
De ese
modo llegaron sin contratiempos a la entrada, pero una vez allí se encontraron
con algo que habían olvidado por completo. La contraseña para acceder a las
escaleras. Se miraron con desolación pero un siseo insistente llamó su atención
y se giraron. Había una pintura de una niña sobre un campo de flores que les
sonrió con dulzura antes de hablar.
-
Esbat --
dijo la niña
-
-
Perdón ¿Cómo has dicho? --
preguntó Ginny
-
Esbat --
repitió la niña -- Es la contraseña
-
¡Gracias!
-- dijeron los tres con alborozo
Dijeron
la contraseña y subieron a toda prisa, una vez frente a la puerta Ginny sacó la
llave y la introdujo en la cerradura. Para su alivio ésta cedió sin ningún
problema, de modo que se apresuraron a
entrar. Neville que era el más alto cogió la espada y no se distrajeron sino
que salieron con la mayor de las prisas, pero cuando salieron se encontraron
con un extraordinariamente furioso Snape, en compañía de Alecto.
-
No-se-muevan-de-aquí -- les
ordenó acentuando cada palabra
Y por
supuesto, ellos no se atrevían ni a respirar, le quitó la espada a Neville y
entró al despacho del que salió casi de
inmediato mientras la mortífaga los miraba con odio.
-
Caminen
Sin
decir nada más fueron conducidos al despacho de Amycus y al verlos los ojos de
él brillaron con malignidad.
-
Llévalos con Hagrid --
ordenó Snape -- él sabrá qué hacer -- les
dio la espalda y abandonó el despacho
Los
chicos respiraron aliviados, pero en lugar de ser conducidos inmediatamente con
Hagrid como había indicado Snape, aquel desgraciado los había encerrado en un
calabozo de las mazmorras y habían sido sometidos a la maldición Cruciatus. Neville lo había soportado
aunque su nariz sangraba, Luna había perdido el conocimiento por un breve lapso
de tiempo, mientras que Ginny lo había soportado con estoicismo. Para Neville y
Luna era la primera vez que les hacían algo como aquello, pero Ginny tenía muy
vivo aún el recuerdo de lo que le había hecho Evan Turel que ciertamente había
sido mucho más duro que este infeliz.
-
Con que la pequeña traidora es
resistente -- dijo Amycus
-
No te imaginas cuanto, imbécil -- le
contestó con ira
Él la
abofeteó con saña pero al minuto siguiente salió expulsado contra la pared y
los chicos vieron a la profesora McGonagall en la puerta.
-
¿Cómo te atreves Minerva McGonagall? --
preguntó el hombre con voz amenazante
-- ¡Fuera de aquí!
-
No iré a ningún lado sin ellos, según
entiendo deberían estar con Hagrid
-
Están recibiendo lo que merecen y tú no
tienes ningún derecho a interferir.
-
Te equivocas, pero no puede esperarse
otra cosa de un individuo como tú
-- dijo ella con sumo
desprecio -- Yo soy la Jefa de la casa de Gryffindor y
ellos pertenecen a mi casa, de modo que tengo todo el derecho a estar aquí y
velar porque cumplan con el castigo que les fue impuesto, que desde luego no
fue este.
-
¿Cómo lo sabes? Tú no…
-
Ya tenía claro que no eras muy brillante,
te repito que soy la Jefe de su casa y por tanto el director me notificó de lo
sucedido, pero si lo prefieres podemos llamarlo y veremos cómo le sienta que no
obedezcas sus órdenes -- Amycus maldijo por lo bajo pero no replicó
nada más -- ¿Y bien? ¿Los llevas tú o los llevó yo?
-
Llévatelos vieja Arpía, tengo mejores
cosas qué hacer
No
esperaron a que lo repitiera y salieron de allí a toda prisa. En el camino,
ella los reprendió por hacer una tontería semejante pero ellos guardaron
silencio. La profesora les preguntó si estaban bien y qué había sucedido con
Amycus y a eso sí respondieron, causando con ello la indignación de Minerva,
que aunque imaginaba que no les habría ido bien, no habría creído que aquel
miserable se atreviese a tanto, ya que en general los alumnos que según su
credo eran sangre pura, normalmente no eran sometidos a esa clase de maltrato.
Los
dejó con Hagrid, regresó a su despacho y con mucho pesar se dispuso a enviar un
patronus a los Weasley notificándoles lo que había sucedido. Las cosas podían
ponerse muy difíciles para Ginny si no hablaban con ella y la convencían de no
desafiar su suerte con aquellas personas.
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