Después
de la estupefacción inicial, Sirius se recuperó con rapidez mientras que Remus
seguía repasando a toda velocidad lo que sabía y lo que acababa de saber.
-
Bien, no te preocupes Molly, lo traeré de
vuelta -- le aseguró Sirius
-
Yo no estaría tan seguro de eso --
dijo Bill -- Es bastante terco cuando se lo propone, muy
parecido a otro sujeto que conozco
-- agregó mirándolo con intención
-
Veremos si el pequeño duque es capaz de
resistirse…
-
Yo en tu lugar y suponiendo que quieras
conservarte entero, no emplearía ese término en su presencia nunca en la
vida --
le advirtió
-
Sirius
-- intervino Arthur --
Jason ha intentado mantenerse alejado de esa parte de su vida y nosotros
hemos respetado su decisión. Nadie más lo sabe.
-
Descuida Arthur --
dijo Sirius con una seriedad muy poco habitual en él -- Por
mí nadie lo sabrá
Si
había alguien que entendía lo que era querer mantenerse al margen de su
apellido, ese alguien era él, aunque dudaba que tuviesen los mismos motivos.
Sin embargo, fuese cual fuere la razón del chico él la respetaría lo mismo.
Esa
noche mientras Hermione atendía a Lyra, Remus se había quedado en la Biblioteca
aun pensando en lo que acababan de decirle. Había tenido poco trato con el que
creía era el padre de Jason, pero ciertamente estaba seguro de que ni una sola gota
de sangre noble corría por sus venas. Era un hombre educado y trabajador, pero
decididamente perteneciente a la clase obrera. Mientras que a Caroline
Davenport, como él la conoció, sí se le notaba la buena cuna y él siempre pensó
que pertenecía a alguna antigua familia venida a menos, jamás se le habría
pasado por la cabeza que perteneciese la nobleza escocesa. En cualquier caso
aquello era lo de menos, lo que llamaba poderosamente su atención, era que
perteneciera justamente a la única familia que había tenido el valor de hacerse
propietaria de aquellas tierras.
Glastonbury
había sido en la antigüedad casi una isla, ya que se trataba de unas tierras
altas rodeadas de una zona pantanosa, y según los datos que se poseían era la
ubicación de Avalon, donde reposaban los restos del rey Arturo. Por supuesto
para los muggles esto no era más que cuentos de fantasía, pero para la
comunidad mágica cuya existencia por cierto formaba parte de la “fantasía” de
los muggles, estaba perfectamente datado aquel hecho. De modo que Jason no solo
era hijo de un mago, sino que las raíces de su madre estaban ligadas a un lugar
mágico por excelencia. La tierra de Merlín, Morgana, la reina Mab y todo
aquello que había dado origen a lo que los muggles llamaban con escepticismo
“las leyendas artúricas”
El
rompecabezas comenzaba a tomar forma. Habría apostado su varita a que Fabián
Prewet, cuyo interés por la Historia de la Magia era por todos conocido, había
entrado en contacto con la madre de Jason en alguno de sus viajes de estudio a
la zona, pero aún le faltaba una pieza. En cierta forma estaba claro para él
que el innegable poder de Jason “tenía” que estar ligado al origen materno.
Pero por otro lado, si bien era cierto que Caroline procedía de aquel lugar, el
cómo ello había influido en el chico sin que ella tuviese ningún poder mágico,
era para lo que aún no tenía respuesta.
Sirius
por su parte, también se retiró pensando en el asunto. Hasta donde sabía, los
Campbell tenían sangre tanto celta como vikinga, de allí el nombre que acompañaba
al título, (Somerled significa
“trotamundos de verano” que era como se
conocía a los vikingos) Sin embargo, Jason tenía y no tenía el aspecto de estos
sujetos, porque por un lado poseía ciertas características de su físico, como
la elevada estatura y la complexión física. Pero por el otro, no era rubio ni
de ojos azules como solían ser estos, sino que tenía el cabello tan negro como
el suyo y los ojos entre azules y grises, aunque suponía que esto podía deberse
a las distintas mezclas que se habían efectuado a través de los siglos, y por
su padre desde luego.
No
obstante todo lo anterior, dudaba mucho que aquello lo afectase tanto como para
no querer tener contacto con sus raíces. Entonces pensó que tal vez podía
deberse a la oscura historia de su familia. Siendo como habían sido, los
primeros pobladores de las tierras altas (Highlands) de Escocia, sus
compatriotas daban por hecho que debían defender los derechos de los monarcas escoceses.
Sin embargo, los Campbell siempre mostraron su lealtad a la monarquía inglesa y
fueron señalados, acusados, perseguidos y muchas veces ejecutados como reos de
alta traición. Aún después de la unificación del Reino Unido, muchos escoceses
seguían considerando al Duque de Somerled y por extensión a todos los Campbell,
como los mayores traidores a su patria. Y si Sirius sabía todo aquello, era por
la sencilla razón de que uno de sus execrados parientes, lo había sido por
emparentar con aquella familia y no por su supuesta traición, sino por ser
muggles.
Pero
ya había llegado a su destino, de modo que detuvo sus elucubraciones y se
preparó para enfrentar al chico. Al igual que en el caso de Bill, Miles había
tenido la intención de despedir al caballero que pedía ver a su señor, pero
algo en la actitud de aquel hombre despertó un vago recuerdo en la mente del
mayordomo y decidió escucharlo. Por supuesto no podía haber tomado peor
decisión, porque Sirius no tuvo ningún reparo en utilizar su considerable poder
de convencimiento, y de no haberlo logrado, tampoco lo habría tenido en
utilizar la magia.
Cuando
Miles lo dejó frente a la puerta de la habitación de Jason, Sirius decidió ser
generoso.
-
Miles no se preocupe, él nunca sabrá que
usted me permitió el acceso
-
Muy agradecido señor -- le
dijo el hombre con evidente alivio y se retiró con la convicción de que aquel
era un auténtico caballero
Sirius
esperó a que el mayordomo desapareciese por las escaleras, pero para estar más
seguro de que nada de lo que hiciese sería escuchado, sobre todo teniendo en
cuenta que aún no sabía qué tendría que hacer, lanzó un encantamiento para
aislar el sonido. Luego de esto llamó a la puerta y como esperaba no obtuvo
respuesta.
-
Vamos niño, sé que estás ahí y que aun estás vivo, así que déjate de
tonterías y abre la puerta -- pero el resultado fue el mismo como suponía,
de modo que continuó -- Verás, puedo pasarme aquí tanto tiempo como
sea necesario porque tengo una extraordinaria paciencia --
aquello era una soberbia mentira, ya que si algo no tenía Sirius Black,
era paciencia -- pero como no veo razón para perder tan
miserablemente mi tiempo, entraré quieras o no.
Esperó
unos segundos para ver si contra todo evento él decidía abrir, pero como no lo
hizo, se alejó un par de pasos y apuntó a la puerta.
-
En caso de que estés cerca de la puerta,
te sugiero alejarte -- y sin esperar
-- ¡EXPELLO! -- sin embargo nada sucedió y Sirius maldijo por
lo bajo, el condenado muchachito ya se esperaba algo así, pero enseguida sonrió
con malignidad -- De acuerdo niño, si quieres que destruya tu
propiedad es asunto tuyo ¡CONVULSUM!
En
esta ocasión el resultado fue muy diferente, porque no solo la puerta quedo
hecha pedazos, sino que parte de la pared también y el estremecimiento del piso
difícilmente podía haber sido ignorado.
-
¿Cómo te atreves infeliz? -- le
llegó la voz de Jason a través de la densa nube de polvo
-
Creo que el término “infeliz”, por el
momento es de tu absoluta propiedad
-- dijo disipando con un encantamiento
el polvo
Pero
apenas entró se arrepintió de haber dicho aquello, porque el estado de Jason
era lamentable. Tenía una barba de varios días, sus ropas estaban en desorden y
no precisamente limpias, pero quizá lo que más impresionó a Sirius, fue que sus
ojos eran dos profundos y enrojecidos pozos de desesperación.
La
habitación no estaba en mejor estado que su dueño, había docenas de botellas
esparcidas por el piso y los muebles, era evidente que aquel individuo se había
“tomado hasta las molestias”, lo que no había era restos de ninguna clase de
alimento. De modo que Sirius, aun siendo un bebedor de los fuertes, se preguntó
cómo demonios aquel crío se mantenía en pie.
Apuntó
su varita hacia las ventanas y descorrió las cortinas, era sumamente necesario
que algo de aire fresco entrase allí.
-
¡Largo!
-- le gritó Jason, pero él siguió
como si tal cosa
-
Supongo que como sanador, estás al
corriente de lo que es un shock etílico ¿no?
-
¡Fuera de mi casa!
-
Aunque para ser sanador --
continuo Sirius mientras hacía desaparecer las botellas vacías --
eres bastante descuidado con tu propia salud ¿Cuánto hace que no comes?
-
No te importa
-
Eso es cierto, pero tengo un serio
problema ¿sabes? -- dijo encaminándose a lo que suponía era la
puerta del baño -- Tengo la desagradable manía de meterme donde
no me llaman.
Abrió
la puerta y asomó la cabeza dentro comprobando que había una tina allí. Apuntó
su varita y los grifos comenzaron a
surtir el agua.
-
Ahora, para que pueda hablar contigo
debes estar en condiciones
-
No tengo nada que hablar contigo ni con
nadie, así que lárgate de una buena vez.
-
No dije que tú tuvieras que hacerlo, dije
que “yo” iba a hablar
-
¡Vete al infierno!
-
¡Oh, ya estuve allí! -- le
dijo --
Y créeme, no es nada del otro mundo. En mi opinión está sobrevaluado,
pero volviendo a nuestro asunto -- y se acercó a él --
Debes tomar un baño, porque en realidad y supongo que no te importa que
te lo diga -- le dijo acercándose más --
Apestas niño, y no solo a alcohol.
Jason
lo miró con odio y por toda respuesta se volvió a tirar en la cama. Sirius se
guardó la varita en el bolsillo y se acercó a la cama, lo que fue un gran
error, tanto lo primero como lo segundo, porque lo que sintió a continuación
fue un latigazo en el pecho. A pesar de la sorpresa y con la rapidez nacida de
la práctica, extrajo de nuevo su varita y antes de que el chico se diera cuenta
lo había desarmado.
En
cierta forma se sorprendió de que fuese capaz ya no digamos de lanzar un
hechizo correctamente en aquellas condiciones, sino de hacerlo de forma “no
verbal”. Sin embargo, no perdió el tiempo en aquello, sino que lo agarró por el
frente de la camisa levantándolo y clavándole la varita en el cuello.
-
Escúchame niño, no son muchos los que me
atacan y salen indemnes. Así que por tu propio bien deja de hacer
estupideces -- le dijo
-- Ahora irás a tomar ese baño,
tú decides si lo haces de la forma fácil o de la difícil.
-
¡No haré ni una maldita cosa!
Sirius
pensó que o era muy estúpido o estaba demasiado borracho, pero se quedó con la
segunda opción, porque estaba seguro de que estúpido no era.
-
Muy bien, como quieras
En un
movimiento rápido torció el brazo de Jason hacia su espalda y lo empujó hacia
el baño. Una vez allí miró el agua en la tina y tomó una decisión. Apuntó con
su varita hacia el interior y un chorro de luz plateada salió disparado hacia
el agua. Luego apuntó a Jason y le sacó
toda la ropa empujándolo después dentro de la tina. Jason soltó una exclamación
al entrar en contacto con el agua helada y luego una alusión sumamente grosera
acerca de los orígenes de Sirius.
-
No creo que mi madre se mostrase muy de
acuerdo -- le dijo riendo, y luego le preguntó con
malignidad -- ¿Está muy caliente el agua?
A
Jason que le castañeteaban los dientes por el frío, lo miró con verdaderos
deseos de asesinarlo, pero sin duda el agua helada tenía un efecto milagroso,
porque su brumoso cerebro había comenzado a aclararse.
Sirius
buscó en la repisa del baño y encontró una navaja y una vasija para la espuma.
-
¿Crees que puedes hacerlo solo? -- le
preguntó señalándole los utensilios
-- Espero que sí, porque la
verdad soy bastante torpe con cualquier objeto cortante
-
Puedo solo
-
Bien, procura no ahogarte mientras voy a
decirle a Miles que te suba algo caliente.
Jason
lo miró con incredulidad pero optó por no decir nada. Estaba visto que no
podría deshacerse de aquel irritante sujeto.
Lo
primero que hizo Sirius fue enviarle un patronus a los Weasley para
tranquilizarlos y avisarles que no era probable que regresaran aquella noche,
pero que al día siguiente sin falta estarían de vuelta. Luego se dirigió a la
cocina donde encontró a Miles y a una simpática señora que se afanaba en la
estufa. Les informó que había conversado con el chico y que sería una buena
idea que le subiesen un plato de sopa. Annie estaba que no cabía en sí de
alegría y ofreció llevarle algo más del agrado de Jason.
-
Mi querida señora créame, en este momento
su estómago no está en condiciones de aceptar nada más pesado, pero seguramente
mañana necesitará un abundante desayuno
-- finalizó sonriéndole con lo
que la mujer casi se derrite
Cuando
entró de nuevo en la habitación, Jason estaba a medio vestir. Solo llevaba el
pantalón pero ni zapatos, ni camisa y se había sujetado el largo cabello con su
habitual cola. Ahora presentaba un aspecto más limpio y sano.
-
¿Todavía aquí? Tenía la vana esperanza de
haberme librado de tu muy dudosa agradable compañía --
dijo Jason con acidez cuando lo vio entrar
-
Te dije que tenía que hablar contigo
niño.
-
Y estoy seguro de no querer escucharte.
-
Peor para ti, porque yo sigo teniendo tu
varita -- dijo mostrándosela
Sirius
compuso el estropicio causado en la pared y la puerta antes de que llegase
Miles con la bandeja que dejó sobre la mesa.
-
Me alegra verlo mejor milord
-
Te he dicho que no me llames así
¡Maldición! -- dijo el chico
-
No le haga caso Miles, solo es un niño
malcriado.
-
¡Ey!
-
Gracias Miles --
dijo Sirius ignorando a Jason
El
mayordomo se retiró con una sonrisa en los labios y pensando que tal vez eso
era lo único que necesitaba el joven Duque, la mano fuerte de un padre. Pero
mientras bajaba la escalera, de pronto quedó paralizado por esa descabellada
idea que le había venido a la cabeza ¿Sería posible que aquel hombre fuese…?
Tenía la misma estatura que Jason, el mismo cabello, aunque eso no era tan
relevante porque la niña Caroline también lo había tenido oscuro ¿Y los ojos?
Ciertamente eran muy parecidos, aunque a ellos les constaba que los de Jason
solían cambiar a menudo. Pero en definitiva tenían un enorme parecido.
Sirius
esperó dejando a Jason comer en paz, pero una vez que finalizó, se sentó frente
a él.
-
Bien, creo que ya has tenido suficiente
alcohol, suficiente soledad y suficiente autocompasión -- le
dijo sin ninguna delicadeza -- es hora de que regreses al mundo real.
-
¿Quién te crees para decirme lo que tengo
qué hacer o no? -- preguntó Jason con indignación
-
Por lo pronto, alguien con más sentido
común que tú Niño -- prosiguió
-- ¿Crees que aquí encerrado
autodestruyéndote lograrás algo? Realmente eres muy infantil si la mejor manera
de enfrentarte la realidad es escondiéndote a llorar en tu habitación. Es hora
de que ajustes tus pantalones y aceptes que perdiste pero que no por ello el
mundo terminó -- Sirius era perfectamente consciente de que
estaba siendo cruel, pero con lo que conocía de aquel individuo, sabía que la
suavidad no produciría ningún resultado
-- Tienes responsabilidades que cumplir,
de modo que debes asumirlas, de lo contrario estarás demostrando al mundo que
yo tengo razón cuando digo que solo eres un niño malcriado con un superego y
sin nada de cerebro.
Jason
estaba más allá de la simple ira. Se puso de pie con expresión amenazante y tal
vez cualquier otro se habría amedrentado con ella, pero este sujeto no parecía
tener el juicio suficiente como para concluir que en aquel estado, Jason era
capaz de causar un serio daño. Sirius se levantó con parsimonia y expresión de
enorme fastidio.
-
¿Quieres golpearme? -- le
preguntó -- Adelante, pero te advierto que el hecho de
que seas un niño, no me hará tener compasión.
Aquello
fue la gota que colmó el vaso y ciertamente Jason vio todo “rojo”, pero si
había un terreno en el que Sirius Black era experto, era aquel. Si bien es cierto que en el aspecto físico la
pelea no era desigual, no era menos cierto que Sirius tenía a su favor el hecho
de estar sereno mientras que Jason estaba furioso.
Después
de unos minutos de detener golpes, Sirius se hartó. Le dio un puñetazo directo
al estómago, cosa que lamentó de veras ya que acababa de comer, y luego le dio
otro en la mandíbula. Ambos golpes dados con considerable fuerza y con la mayor
precisión, hicieron tambalear al chico que, justo es decirlo, no estaba en las
mejores condiciones después de tantos días maltratando su cuerpo de la forma
como lo había estado haciendo.
-
¿Es suficiente o quieres seguir con
esto? --
preguntó Sirius mientras lo sujetaba
Pero
aunque Jason seguía teniendo una mirada de rebeldía, estaba pálido y con un
labio sangrante. De modo que Sirius lo arrastró hacia la cama y lo dejó caer
sobre ella.
-
Acabemos con esto Niño -- le
dijo mientras arrastraba un sillón hasta situarlo al lado de la cama -- No
voy a decirte que dejes de amarla, porque estoy consciente de que no es una túnica
que te puedas quitar o poner a tu antojo. Y si quieres seguir amándola el resto
de tu vida es tu asunto, pero si de veras es así, entonces has algo útil con
ese amor y ayúdala. Cumple con la palabra que empeñaste al prometer cuidar de
la vida de Lyra mientras sus padres están arriesgando las suyas. Todos están de
acuerdo en que adoras a esa niña y yo mismo tuve esa impresión al verte
conservar la sangre fría y librarla de la loca de mi prima, de modo que
levántate de esa cama, acepta las cosas como son y demuestra que tu amor aunque
no sea correspondido como tú quieres, al menos tiene un sentido.
Jason
sabía que Sirius tenía razón, pero seguía sintiendo un terrible dolor en su
corazón. Sin embargo, nada dijo, solo dejó que toda la terrible realidad lo
golpeara con saña mientras unas incontenibles y ardientes lágrimas escapaban de
sus ojos. Sabía que Sirius estaba en lo cierto cuando lo había llamado
estúpido, porque él mejor que nadie sabía que todo el alcohol del mundo no iba
a borrar los hechos, y que encerrándose allí queriendo escapar del mundo no
cambiaría lo sucedido.
No
supo cuando se quedó dormido, pero la enorme tensión a la que había estado
sometido, las muchas noches sin dormir y el incalculable daño que se había
hecho, finalmente lo vencieron. Cuando abrió los ojos, el sol entraba a
raudales por las ventanas, estaba en su cama cubierto con una manta y Sirius de
pie al lado de la cama con una taza de café en las manos.
-
Buenos días -- lo
saludó -- ¿Listo para partir?
Jason
se incorporó en la cama y aunque sintió un leve malestar, sacudió la cabeza y
se levantó. Pero antes de entrar al baño se giró y miró a Sirius.
-
Gracias
-- y sin darle tiempo a decir
nada, entró al baño.
Una
hora después estaban listos para partir. Annie y Miles salieron a despedirlos.
-
Ha sido un verdadero placer conocerla mi
estimada señora -- decía Sirius a una muy sonrojada Annie
mientras le sujetaba la mano -- Y déjeme decirle que su comida es simplemente
celestial -- depositó un beso en la mano de la mujer que
casi se desmaya y Jason rodó los ojos
-
Vámonos
-- le dijo en su habitual tono
seco --
¿No decías que teníamos prisa?
-
Sí, pero esa no es excusa para perder los
buenos modales -- le extendió la mano a Miles --
Muchas gracias por todo Miles
-
Ha sido un placer tenerlo por acá señor…
-
Black, Sirius
Black --
completó él
Miles
apenas alcanzó a decir algo que esperaba hubiese sido una despedida adecuada,
porque al escuchar “Black”, finalmente todas las piezas encajaron en su lugar y
lo entendió todo.
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