Remus se abalanzó hacia el interior de
la habitación medio destruida y en un vistazo rápido captó que Bill tenía a su
hija en brazos, de modo que fue directo hacia Hermione y se agachó junto a
ella.
-
Nadie
la atacó, solo está desmayada -- dijo Bill
En efecto Remus comprobó que respiraba
con normalidad y no tenía ninguna herida, de modo que la apuntó con su varita.
-
¡ENNERVATE!
Hermione abrió los ojos lentamente, pero
unos segundos después se levantó con brusquedad y casi choca contra la cabeza
de Remus.
-
¡Lyra! --
pero enseguida Bill se la acercó
-
Aquí -- le
dijo --
a salvo.
La chica recibió a la niña en brazos y
la apretó contra su pecho, mientras las lágrimas corrían por sus mejillas.
Entre tanto, Sirius y Jason examinaban a
los mortífagos que estaban tirados en el piso, dos de ellos estaban muertos,
mientras que los otros sólo inconscientes. De manera que los ataron firmemente.
Cuando se detuvieron junto al cuerpo de Bellatrix, la miraron un minuto y luego
se miraron ellos.
-
Buen
trabajo niño -- le dijo Sirius mientras hacía que unos
pesados grilletes se cerraran en las muñecas y tobillos de la bruja --
Tuvo suerte de que fueses tú quien la atacara, porque yo la habría matado.
-
Aun
puede sernos de utilidad -- dijo Jason lacónicamente
-
Es
posible pero conociéndola, primero se dejará matar antes que traicionar a ese
bastardo -- dijo Sirius
-- Fue una de las pocas que
permaneció inconmovible aún después de la caída de Voldemort.
Entre todos reunieron los cuerpos y
bajaron. Mientras lo hacían Bill manifestó su curiosidad.
-
¿Qué
fue esa explosión? -- preguntó refiriéndose al ruido ensordecedor
que habían escuchado un momento antes de que ellos aparecieran --
Parecía que la casa estaba a punto de derrumbarse
-
Fueron
los gemelos -- dijo Ron, y luego agregó al ver la expresión
de susto de Hermione -- No te preocupes, la casa está en perfectas
condiciones, algo desordenada diría yo, pero por lo demás sin mayores daños.
Solo se trató de uno de sus trucos para desorientar.
En efecto cuando llegaron a la planta
baja, vieron que reinaba un caos total, pero tanto las paredes como el techo
estaban en sus lugares, y con la posible excepción del estropicio hecho por
Sirius y Jason al irrumpir a través de los ventanales, los maleficios no habían
causado mayores daños en la estructura.
Los restantes miembros de la Orden
estaban reuniendo a los mortífagos y separando los cadáveres. Jason vio que en
ese momento colocaban al individuo que había insultado a Hermione y al que él
había matado sin contemplaciones.
-
Es
Jugson -- dijo Bill que estaba a su lado
-
Me
trae sin cuidado quién haya sido y en cualquier caso este desgraciado me la
debía --
dijo Jason recordando al verlo bien, que había sido uno de los que lo
había atacado en el Ministerio y por cuya culpa él casi muere
Ojo Loco, Kingsley, Arthur y Bill, se
encargaron de llevar a los prisioneros y a los cadáveres al Ministerio.
Mientras que los demás a pesar del cansancio, se quedaron a reparar la casa y
dejarla en su estado original.
Los padres de Hermione estaban en estado
de shock, aparte de tener algunas heridas leves. De manera que fueron atendidos
por Jason, que luego les administró un calmante y los envió a la cama. Lyra se
encontraba en perfecto estado, y solo habían tenido que restituirle la voz.
Una vez que todo estuvo concluido,
activaron de nuevo los encantamientos protectores y se marcharon. Remus fue el
único que se quedó pero no durmió en toda la noche, y en realidad pensó que no
volvería a hacerlo hasta varios días después, cuando hubiese sacado a Hermione
y a Lyra de allí.
*************************************************
Jason había terminado de chequear a
Lyra, y ahora se volvió y observó a Hermione. Estaba nerviosa y él quería saber
por qué. Sin embargo, no fue necesario que se esforzara.
- Jason --
comenzó ella -- a partir de mañana ya no estaremos aquí.
- ¿Cómo
dices?
- Dentro
de dos horas me caso
Para Jason el mundo dejó de girar en ese
preciso instante, la sangre pareció haber huido de su rostro, estaba seguro de
que su corazón se había detenido y sentía que una mano helada apretaba su
garganta. Aquello no podía estar ocurriendo, se dijo. Ni siquiera cuando
comprobó que Hermione estaba embarazada había sentido algo parecido. No
obstante, si en aquella oportunidad se había graduado en el arte del
autocontrol, en esta ocasión estaba obteniendo una maestría en lo mismo, y con
las más altas calificaciones.
- ¿Dónde
tendré que ir a ver Lyra a partir de ahora?
-- preguntó, como si solo le
hubiese dicho que cambiaba de casa
- Eso
tendrá que decírtelo Remus -- dijo ella
-- él es el guardián secreto.
- Bien --
contestó él y dándole la espalda se acercó de nuevo a la cuna --
hasta mañana nena -- dijo haciéndole una caricia en la mejilla a
la niña lo que hacía aparecer una sonrisa en el pequeño rostro y luego se
volvió de nuevo hacia Hermione -- Que tengas buen día -- y
sin más abandonó la habitación
Si bien Hermione no esperaba que la
felicitara ni nada parecido, aquella actitud de fría indiferencia le resultó
mucho más aplastante, porque sabía que detrás de ella se ocultaba el dolor que
acababa de causarle. Era cierto que Jason no había vuelto a mencionarle sus
sentimientos nunca más, pero no era menos cierto que todos, ella incluida,
sabían que seguía amándola. Sin embargo, lo único que podría haber hecho para
aliviar su pena, era lo único que no podía hacer.
Faltaba solo media hora para la boda y
Remus estaba fuera de sí. Había recorrido la casa varias docenas de veces, y
otras tantas se había preguntado si estaba haciendo lo correcto.
- ¿Quieres
estarte quieto de una maldita vez?
-- vociferó Sirius ya harto
- Es
que tú no entiendes, no…
- ¡Oh
sí! --
lo interrumpió el animago -- En eso tienes toda la razón, jamás entenderé
por qué alguien desee cometer semejante atrocidad, pero en fin, es tu asunto.
Remus estaba a punto de lanzarle una
maldición, pero se quedó paralizado al escuchar que llamaban a la puerta.
- ¡Por
las barbas de Merlín, ya están aquí!
- Eso
supongo, y a menos que hayas reconsiderado tu decisión, te sugiero abrirles la
puerta, es descortés tenerlos allí afuera
-- se burló Sirius
Remus fue a abrir la puerta y los hizo
pasar. Los Granger no habían tenido oportunidad de compartir nunca con Sirius,
aunque habían escuchado hablar mucho de él. Por supuesto, Sirius desplegó todo
su encanto distrayendo al matrimonio que quedó encantado con aquel simpático
individuo. Jugó un rato con Lyra y aún la tenía en brazos cuando llegó el
funcionario que oficiaría la ceremonia. Esta fue rápida y sumamente sencilla.
Solo estaban presentes los contrayentes, los padres de Hermione, Lyra y Sirius.
Lo único que podía haberse considerado
un tanto extraño, fue la parte final de los votos de Remus, pero en las
presentes circunstancias de peligro en las que estaban, a nadie le extrañó.
- …
y juro amarte y tratar de hacerte feliz todos y cada uno de los días que me
queden de vida -- decía mientras deslizaba la alianza en el
dedo de Hermione -- pero quiero que me prometas, que si yo
llegase a faltar, tú vas a rehacer tu vida por tu propio bien y por el de
nuestra hija.
El respeto y aprecio de los Granger por
Remus, creció en aquel momento, ya que lo hallaron un acto muy noble de su
parte decirle aquello, considerando que su hija era apenas algo más que una
niña, y sabiendo como sabían que todos corrían un gran peligro.
Una vez finalizada la boda, Sirius
convocó unas cuantas botellas y copas, porque aunque no tendrían una fiesta, en
su opinión al menos debían brindar por la “estupidez” de su amigo. El
funcionario del Ministerio había declinado cortésmente la invitación
argumentando que tenía otros asuntos pendientes, pero ellos sabían que solo
quería irse lo antes posible.
Después del brindis, de un rato de
charla intrascendente y muchas payasadas de Sirius, Hermione lo llamó a la
cocina.
- Llegó
el momento -- le dijo la chica con los ojos vidriosos
- ¿Estás
segura de que quieres hacer esto?
- Sí.
Hermione había solicitado la ayuda de
Sirius para lo que iba a hacer con sus padres. Estaba razonablemente segura de
poder con el hechizo desmemorizante, pero también tendrían que implantar
algunos “recuerdos” fabricados, acerca de la nueva vida que llevarían los
Granger a partir de aquel momento, y para ello necesitaba ayuda. Aparte de eso,
Sirius sería el encargado de sacarlos del país.
- De
acuerdo -- dijo él con un suspiro --
hagámoslo entonces.
La chica tomó aire y salió de nuevo al
salón. En cuanto Remus la vio, supo que había llegado el momento. Sirius se
quedó atrás con la varita en la mano, esperando la señal de Hermione.
- Mamá,
papá --
comenzó ella -- quiero que sepan que han sido los mejores
padres del mundo, y espero haber sido la hija que esperaban, así como deseo
poder llegar a ser la misma clase de madre para Lyra, y que algún día ella se
sienta tan orgullosa de mí, como yo lo estoy de ustedes.
Los Granger miraban a su hija con algo
de asombro, ya que aunque los hacía muy felices lo que les estaba diciendo, no
entendían por qué ella parecía tan triste. Hermione se acercó a su madre y le dio
un fuerte abrazo, e hizo lo mismo con su padre. En ese momento ya no pudo
contener las lágrimas. Pero a pesar de su asombro, los Granger no tuvieron
ocasión de decir o hacer nada.
- Los
amo --
dijo finalmente la chica y miró a Sirius
- ¡DESMAIUS! -- susurró él apuntando al matrimonio que cayó
sin conocimiento en el sofá
Después de esto procedieron a borrar las
memorias de los Granger, y a implantar los nuevos recuerdos. Hermione les dio
un beso final y le hizo un gesto de asentimiento a Sirius, con lo cual él
sujetó firmemente al matrimonio y se desapareció con ellos.
*******************************************
A unos pocos kilómetros de lo que fuese
el monasterio de Glastonbury, se levanta una imponente construcción que data de
varios siglos atrás. Un muro de sólida piedra gris rodea la propiedad excepto
en su parte frontal, donde el muro fue sustituido por una ornamentada reja, y
el foso que lo circunda fue a su vez transformado en estanque donde flotaban
ahora hermosos lirios de agua. Estas modificaciones sin duda habían sido hechas
en una época muy posterior a su construcción, cuando los dueños de grandes
propiedades se veían obligados a protegerlas de invasiones y ataques enemigos.
Una alfombra de verde césped tapiza todo
el jardín donde pueden apreciarse varias estatuas bordeando el empedrado que
conduce a las escaleras de la entrada principal. El jardín está sembrado de una
gran cantidad de árboles grandes y pequeños, entre los que destacan los robles
y los sauces. Pero en cuanto la construcción queda a la vista, los escasos
visitantes del lugar suelen perder el aliento, ya que se trata de un imponente
castillo de piedra gris con las puntas de sus cuatro torres apuntando
desafiantes hacia el cielo. Era conocido como Inverness Castle y había sido la residencia de los Campbell, Duques de Somerled, desde el siglo V.
El lugar siempre estuvo rodeado de
cierta aura de misterio, básicamente porque los Campbell siendo escoceses, en
la época previa y posterior a María
Estuardo, se mantuvieron fieles a la corona inglesa, razón por la cual la
mayoría de sus miembros murieron de forma violenta. A eso había que sumarle el
hecho de que siendo de tierra escocesa y siendo hijos de las Tierras Altas, se
les consideraba doblemente traidores. De modo que se vieron obligados a emigrar
hacia tierras inglesas, pero todos conocían perfectamente su historia y aunque
habían pasado cuatro siglos de aquellos sucesos, sobre el lugar seguía flotando
la misma sombra misteriosa quizá ayudada por la negativa de sus dueños a abrir
algunas áreas del castillo a las visitas turísticas como habían hecho con
tantas otras construcciones de tan vieja data.
Hacía unos años los gobernantes de
turno, durante un breve lapso de tiempo tuvieron la certeza de que la propiedad
pasaría a sus manos cuando el último Duque de Somerled falleció. Este anciano
caballero había sobrevivido a sus dos hijos, herederos naturales de las vastas
propiedades y del título, ya que los jóvenes Campbell al parecer continuando
con la larga tradición de muertes violentas, habían fallecido uno en un
accidente automovilístico sin dejar descendencia, y el otro en uno aeronáutico junto con su
esposa y sus dos hijos. Sin embargo, la
anticipada alegría de los funcionarios gubernamentales se desmoronó cuando los
abogados de la familia Campbell les informaron que sí había un heredero.
Los miembros del gobierno maldijeron por
lo bajo preguntándose cuál de los dos hijos del viejo había dejado un bastardo
por allí. Mientras que los abogados comenzaron una desesperada búsqueda, porque
la última localización que tenían de dicho heredero parecía haber variado.
Sabían además que una vez que lo hallaran, les tocaba el trabajo de convencer a
los interesados y debían hacerlo en un tiempo determinado o el plazo para
reclamar lo que por derecho le pertenecía vencería, pasando todo a manos de la
corona.
El ruido de la puerta al cerrarse con
estrépito resonó en el vacío vestíbulo como un disparo de cañón. Y ahora no estaba seguro de si el
ensordecedor golpeteo que sentía en sus oídos era producto del ruido que hacían
sus botas sobre los pulidos pisos de la mansión, o si se trataba del frenético
palpitar de su corazón.
A pesar de que se habían trasladado a
vivir a este lugar cuando su abuelo falleció, él nunca había sentido especial
apego por aquella propiedad. En principio porque lo encontraba demasiado
grande, demasiado frío y demasiado vacío.
Sintió pasos y automáticamente se llevó
la mano al bolsillo para sujetar su varita, pero recordando donde estaba se
tranquilizó y siguió caminando sabiendo ya de quién se trataba.
-
Bienvenido
milord -- lo saludó una voz conocida
-
Miles --
dijo él a modo de saludo sin detenerse en su camino hacia las
escaleras -- ¡Y no me llames así! --
agregó con exasperación, aunque sabía la inutilidad de aquello, ya que
llevaba cerca de doce años diciéndole lo mismo
-
¿Desea
que le suba una bandeja con la cena a su habitación, o la tomará en el
comedor? -- preguntó el mayordomo con la misma
naturalidad que si lo viera todos los días, a pesar de que hacía mucho que no
portaba por allí
-
No,
no voy a comer -- le contestó cuando ya iba por la mitad de la
escalera
Todo lo que quería era estar solo y sin que nadie lo
molestase, de modo que al llegar a su habitación, aseguró la puerta y se tiró
en la cama.
Cerró los ojos y las muchas historias
que le había contado su madre en aquella habitación con la intención de que se
sintiese orgulloso de su sangre, comenzaron a desfilar por su mente. Algunas narraban valientes gestas heroicas
llevadas a cabo por sus antepasados, otras peligrosas misiones en favor de la
corona inglesa y otras de sangrientas venganzas perpetradas en contra los
miembros de su familia.
Esa habitación también fue testigo de la
historia de cómo su madre se había enamorado de su padre y cómo había decidido
renunciar a todo por ese amor. Su madre Caroline Campbell, se había visto
obligada a huir de su casa al enamorarse de un “don nadie” en opinión de su
padre, por lo que la desheredó y no quiso saber más de ella.
También recordó las muchas veces que su
madre le pidió perdón por haberle ocultado todo aquello. Y por último, la
historia de cómo todo había llegado finalmente a sus manos, aunque eso más que
todo lo sabía por los abogados.
Todos sabían que el viejo Duque tenía
una hija, pero las mujeres de la familia si bien podían heredar algunas
propiedades, no sucedía lo mismo con los títulos y las propiedades asociadas a
estos, razón por la cual ya los miembros del gobierno se veían como
propietarios de aquella maravilla histórica.
Pero como le dijeron estos sujetos, su
abuelo había cometido el pequeñísimo error de no especificar que no solo desheredaba
a su hija sino también a su descendencia, lo que en este caso resultó
providencial y de lo que los astutos abogados de la familia hicieron perfecto
uso legal.
Hacía dos años que había estado aquí por última vez. Después de la muerte de
su madre, había dejado todo lo concerniente al manejo de su herencia en manos
de los abogados muggles y aunque estos le enviaban informes regularmente, él
rara vez se había molestado en verlos.
Y en resumen, fue de esa forma como a
los doce años de edad y sin tener idea de lo que ello podía significar, Jason
se encontró como el heredero universal de todos los bienes de los Campbell y del
título de vigesimoséptimo Duque de Somerled.
Abrió los ojos, miró a su alrededor y se
preguntó de qué demonios le servía todo aquello que nunca había querido tener,
y en cambio la vida le negaba lo único que amaba.
Miró el reloj y supo con toda certeza
que a esa hora ya la había perdido para siempre. Toda la arrogancia de su
sangre se vino abajo y un grito ronco lleno de dolor, impotencia y
desesperación escapó de su destrozado corazón.
Jason pasó los próximos días encerrado
en aquella habitación deseando morir. Una ingente cantidad de patronus habían
pasado por allí y él los había ignorado todos. Entre tanto Annie, quien se
desempeñaba como cocinera y era la esposa de Miles, se lamentaba con los ojos
llorosos.
-
Tenemos
que hacer algo -- le decía a su marido
-
No
hay nada que podamos hacer mujer -- le dijo con paciencia -- Es
fuerte, sea lo que sea, ya lo superará. Recuerda que ya estuvo así cuando murió
su madre.
-
Pero
solo fueron unas horas, ya lleva dos días y tres noches --
seguía lamentándose la mujer
-- Ni siquiera una taza de té se
ha tomado ¡Se está matando!
Después de un rato, Miles entró de nuevo
a la cocina con la bandeja en idénticas condiciones. Annie lo miró y comenzó a
llorar de nuevo.
-
Solía
ser un niño tan simpático y alegre
-- dijo entre sollozos --
¿Por qué la vida se empeña en castigarlo de esta forma?
-
Es
un Campbell -- razonó el hombre --
¿Qué esperabas? Además, no hables de él como si ya hubiese muerto.
-
No
tardará en hacerlo, y con esa vida que lleva…
Miles y Annie eran los dos únicos
miembros del antiguo servicio de los Campbell que su madre había conservado, y
la razón para ello era que confiaba ciegamente en el fiel matrimonio. Razón por
la cual, ellos estaban perfectamente al tanto de la condición de Jason. Miles encontraba el asunto “interesante”,
mientras que su esposa pensaba que era una “abominación”, pero ambos habían
amado a la “niña Caroline” y ese amor se había trasladado a su hijo, y aunque
lo veían poco, le servían con el mismo entusiasmo.
Los Weasley estaban cada vez más
preocupados por la prolongada ausencia de Jason y un silencio tan aplastante.
Jason jamás faltaba a dormir a casa sin avisarle a su tía, de modo que a la
mañana siguiente de la primera noche de ausencia, Molly le pidió a Bill que
pasara por el Hospital. Por supuesto, allí nada sabían del sanador desde el
mediodía anterior, de modo que aquella noche durante la cena, los Weasley
estaban verdaderamente angustiados.
-
Yo
sé por qué es todo esto -- dijo Bill y poniéndose súbitamente de pie,
cogió su capa y antes de salir se volvió hacia ellos -- Y
voy a intentar resolverlo
Pero nada pudo hacer. Miles lo recibió y
tan cortésmente como le fue posible, le negó la entrada. Obviamente, esto no
iba a detener al chico, pero no queriendo emplear la magia en contra del
hombre, aceptó marcharse y una vez que el mayordomo abandonó la entrada, Bill
volvió sobre sus pasos y entrando con el mayor sigilo, subió y comenzó a buscar
a su primo. Pero una vez que lo encontró, aunque pidió, rogó y hasta amenazó
con echar la puerta abajo, no obtuvo ninguna respuesta, de manera que regresó
derrotado.
Faltando dos días para ir a buscar a
Harry, Remus llegó a La Madriguera en compañía de Sirius y con cara de
preocupación.
-
¿Qué
sucede? -- preguntaron Molly y Arthur en cuanto los
vieron llegar -- ¿Lyra y Hermione están bien? --
agregó Molly
-
Sí,
ellas están bien, pero Hermione y yo también a decir verdad, estamos
preocupados porque Jason no ha ido a ver a la niña en todos estos días --
hizo una pausa y luego continuó
-- Hace dos días fui a buscarlo a
San Mungo para decirle dónde tendría que ir para verla y me dijeron que no se encontraba, pero tampoco supieron decirme cuándo
volvería, de modo que le dejé el mensaje de que se comunicara conmigo, pero
hasta ahora no lo ha hecho.
-
Ya
le dije a Lunático que deje al niño en paz
-- dijo Sirius a modo de
disculpa -- que seguramente está ocupado con una linda
chica y… -- pero se detuvo al ver que los Weasley
intercambiaban miradas y ninguno estaba riendo
-- … y por alguna razón creo que
me estoy equivocando -- concluyó
Ginny y Molly intentaron esconder sus
lágrimas, mientras que algo del viejo resentimiento asomaba a los ojos de Ron.
-
No,
no por favor, díganme que no es lo que estoy imaginando --
dijo Remus
Pero nadie dijo nada. Sirius los miró
con curiosidad y le quedó claro que ellos sabían algo que él no.
-
¿Son
ideas mías, o hay algo que debería saber?
-
Pregúntale
a tu amigo por qué razón mi primo quiere morir en este momento --
dijo Ron y se levantó bruscamente
-
¡Ron! --
exclamó Molly, pero ya el chico había salido -- Lo
siento -- se disculpó mirando a Remus
-
¿Lunático?
-
Siéntate -- le
dijo él -- esto no es sencillo.
Entre todos le refirieron los
acontecimientos que habían precedido a la relación de Remus y Hermione. Sirius
escuchó atentamente todo el relato sin interrumpir. En varias ocasiones por su
mente pasaron imágenes como si se tratase de los cortes de una película, pero
decidió ignorarlos por el momento. Cuando finalizaron contándoles la visita que
le había hecho Bill recientemente, Sirius se puso de pie.
-
Bien --
dijo mirando al chico -- ¿Dónde dices que está?
-
En
su casa.
-
Eso
ya lo dijiste. Me refiero a ubicación geográfica genio --
dijo con irritación
-
¿Para
qué quieres saberlo? -- preguntó Bill mirándolo con desconfianza
-
Será
porque me gusta llevar una agenda con las direcciones de mis amigos --
dijo mirándolo con sorna -- ¿Para qué va a ser? Voy a buscarlo
-
Sirius
no creo que… -- comenzó Remus
-
Tú
quédate aquí o mejor aún, vuelve a tu casa
-
¿No
me escuchaste cuando dije que no…?
-
Amigo,
no es por menospreciarte pero tú careces de mi encanto.
Aunque ciertamente la situación no era
nada como para reír, Ginny no pudo evitarlo.
-
Eso
es cierto -- dijo la pequeña de los Weasley, más por
molestar a su cuñada que porque pensara que su hermano no era encantador
-
Gracias
preciosa -- le dijo Sirius guiñándole un ojo -- Y
ahora ¿ubicación? -- dijo mirando a Bill de nuevo
-
Glastonbury,
en una propiedad llamada Inverness Castle
-
Espera,
espera -- dijo Sirius -- ¿La
propiedad de los Duques de Somerled?
-
El
“es” el último Duque de Somerled -- aclaró Bill y sonrió malignamente al ver el
efecto que había causado esa información
Las caras de Sirius y de Remus eran dignas
de una foto para el recuerdo, ya que ciertamente ambos conocían el nombre y el
lugar, aunque por distintos motivos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario