Al filo de la navaja

Al filo de la navaja
Nuestro pasado no determina nuestro futuro, son nuestras decisiones y nuestras acciones las que lo hacen. Así como tampoco somos responsables por lo que nuestros antepasados hayan hecho o pretendido hacer de nosotros, pero sí lo somos de lo que decidamos hacer con ello. El pasado es un hecho, el presente lo construimos segundo a segundo, y el futuro es un lugar incierto que siempre nos mantendrá… Al Filo de la Navaja

lunes, 21 de julio de 2014

Cap. 44 ¿Cómo pudiste?…



Sobreponiéndose al dolor, Arthur hizo un esfuerzo por separar a su esposa del cuerpo de Jason.

-         Vamos Molly, tenemos que…

-         No…  --  seguía sollozando ella  --  mi niño… no

Charlie ayudó a su padre a desprenderla de allí, mientras Ginny con un pañuelo limpiaba los rastros de sangre del rostro del chico. Bill tras mirar a Lupin,  sujetó con suavidad a Ginny por los hombros y la levantó.

-         Podrás seguir haciendo eso cuando lo llevemos arriba ¿bueno?

-         ¿Por qué?  --  preguntó ella

Bill sabía a lo que se estaba refiriendo, pero no había ninguna respuesta satisfactoria o que explicara de forma medianamente aceptable, aquel acto de suma barbarie.

-         No lo sé Ginny, pero te juro que ese miserable va a pagar con su sangre la vida de Jason.

-         Y yo te juro que si no lo haces tú, lo haré yo  --  dijo ella

Y a nadie le cupo la menor duda de que cumpliría su juramento, ese día Ginny había demostrado tanta habilidad, valor y determinación como cualquiera de ellos, y aunque eso les produjo un gran orgullo, también los hizo temer por el futuro de la chica. No sabían cuántos la habían visto pelear durante el sorpresivo ataque, pero por lo menos la media docena de individuos que estaban en el Salón, durante el desgraciado interrogatorio la habían escuchado amenazar a Turel, y estaban seguros que no lo olvidarían.

Bill y Remus apuntaron sus varitas al cuerpo de Jason y lo hicieron levitar escaleras arriba hasta dejarlo sobre su cama, alrededor de la cual se situaron todos.

Aún aquella terrible realidad se les hacía inaceptable. Molly ya estaba un poco más serena, pero las lágrimas seguían resbalando por sus mejillas. Ginny terminó lo que había iniciado antes y ya el rostro de Jason no presentaba ningún rastro de sangre. Ladeó un poco su cabeza y le recogió el largo cabello en una cola como solía llevarla a diario.

Con un suspiro resignado, el señor Weasley tomó el brazo de su esposa y comenzó a alejarse hacia la puerta.

-         Debemos avisarle a los chicos  --  dijo a nadie en particular  --  Donde quiera que estén, deben estar sumamente  angustiados.

-         Y es imperativo que por ningún motivo se les ocurra regresar  --  dijo Bill  --  Creo que es mejor que no les digas que Jason…  --  pero dejó la frase inconclusa y el señor Weasley asintió

Una vez que estuvieron en la cocina, Molly puso a hacer té mientras ellos discutían otro asunto.

-         ¿Cómo haremos para sacar a Sirius y a Lyra del sótano y de la casa?  --  preguntó Remus

-         Creo que primero debemos asegurarnos cuántos guardias han dejado y dónde están  --  dijo Charlie

-         En cualquier caso, no creo que podamos sacarlos de aquí  --  opinó Bill  --  Con toda seguridad nuestra chimenea estará vigilada, y habrán colocado un hechizo anti desaparición sobre la casa.

-         ¿Quieres decir que no nos dejaran salir de aquí a ninguno de nosotros?  --  preguntó Molly  --  ¿Estaremos presos en nuestra propia casa?

-         No, no se trata de eso Molly  --  intervino Arthur  --  no estaremos presos, pero para poder trasladarnos debemos pasar ante los guardias que seguramente están apostados en la entrada.

-         Y aunque nosotros podremos ir a nuestros respectivos trabajos, porque todo debe “parecer normal”, obviamente no podemos sacar a Sirius y a Lyra de ese modo  --  agregó Bill

Un poco después, cuando los gemelos regresaron de su excursión por el perímetro de la propiedad, les dijeron que solo había dos individuos en la entrada, pero que habían intentado ir más allá de los límites y no había sido posible. De modo que eso confirmaba lo que había dicho Arthur, la única manera de abandonar La Madriguera, era por la puerta principal.

El señor Weasley les había enviado un patronus a los chicos diciéndoles que todo estaba bien, pero que no intentaran ponerse en contacto porque estaban siendo vigilados. Después de eso Bill y Remus fueron a la parte trasera a buscar a Sirius y a la niña, sin tener idea de la sorpresa que les esperaba.

Apenas terminaron de bajar los escalones, Sirius se les acercó con una expresión tormentosa que Remus conocía muy bien, pero que en esta ocasión no sabía a qué atribuírsela.

-         ¿Dónde está mi hijo?

Tanto Remus como Bill habrían podido esperar muchas cosas, pero con seguridad no aquello. Y ciertamente era el peor momento para hacerle esa revelación.

-         Sirius…

-         ¿Dónde está?

-         Escúchame…

-         ¿Por qué no me lo dijiste?  --  y cabe destacar que su tono iba en acelerado aumento

Remus miró a Bill pero él estaba tan asombrado como Lupin. Era cierto que Jason había dicho que finalmente terminaría por recordarlo todo, pero también había dicho “poco a poco”

-         Sirius, siéntate por favor y…

-         ¡Con un demonio Lupin!  --  dijo avanzando hacia él, y Remus comenzó a alarmarse, el hecho de que lo llamase por su apellido, por sí solo ya era una señal de peligro  --  ¡Me vas a decir ahora mismo dónde está mi hijo!

-         No lo sé

Sirius lo miró con asombro, pero eso era lo más honesto que podía decirle.

-         ¿Cómo que no…?

-         Sirius  --  intervino Bill  --  podemos explicártelo todo, pero debes calmarte y escuchar.

Remus había lanzado una mirada hacia la cuna comprobando que Lyra estaba dormida. Una vez que lograron que Sirius se sentase, comenzaron la larga explicación. Las facciones de Sirius pasaron por toda la variedad de emociones que podía experimentar un ser humano, pero finalmente el inconfundible brillo de locura, característico en todos los ojos de los Black, fue el que prevaleció.

-         ¡Voy a matar a esa perra desgraciada!

Remus y Bill se miraron confundidos ¿De qué, o más bien de quién hablaba?

-         Sirius  --  dijo Remus con precaución mientras Sirius seguía con la mirada fija en un punto cualquiera  --  ¿A quién te estás refiriendo?

-         ¡Bellatrix!  --  el nombre salió disparado como un insulto

Los otros dos lo miraron con curiosidad, porque ellos no habían mencionado en ningún momento, que quien se había llevado a Anthar hubiese sido Bellatrix, y la verdad era que no tenían ni idea de quién lo había hecho.

-         Sirius, en realidad no nos consta que…

-         ¡Fue ella!  --  exclamó y  miró a Bill  --  Tú estabas allí, escuchaste lo que dijo cuando creyó que Lyra era mi hija.

Bill recordó el incidente y que tanto él como Jason habían temido que ella mencionara a Anthar, pero aparte de no hacerlo, el hecho de que lo supiese, no implicaba necesariamente que ella hubiese sido la que se lo llevó.

-         Lo recuerdo  --  reconoció  --  pero ella no mencionó que se lo hubiera llevado.

-         ¡Vamos, piensen un poco!  --  les dijo con exasperación  --  Ella intentó matarme, de modo que fue la última que estuvo en contacto directo conmigo y sabemos que es una experta en…

-         … invadir mentes ajenas  --  completó Bill interrumpiéndolo al recordar las palabras de Dumbledore

Remus por otro lado, estaba pensando que si aquello era así, los últimos momentos de Anne Marie debieron ser realmente aterradores. Conocían bien la locura de Bellatrix y estaba seguro que si algo no era aquella mujer, era misericordiosa.

Sirius hizo muchas preguntas acerca de lo que se había hecho una vez desaparecido el niño, y ellos contestaron que Dumbledore había hecho todo lo imaginable para hallarlo, pero no habían encontrado ni una miserable pista. Y contrario a lo que hubiesen podido esperar, Sirius no se sumió en la desesperación, sino que utilizó su odio como escudo y literalmente vieron formarse la determinación en su mirada. Sabían que de ahora en adelante no descansaría hasta encontrar a su hijo. Después de eso, Remus se acercó a la cuna y tomó a Lyra en sus brazos.

-         Gracias  --  dijo mirando a Sirius

-         Le di de comer pero estuvo llorando mucho después, así que aunque estoy bastante seguro de haberlo preparado correctamente, es mejor que el Niño la examine.

Remus y Bill volvieron a mirarse, pero esta vez al escuchar mencionar a Jason, hizo que todo el horror y el dolor volviesen en toda su intensidad.

-         ¿Qué?  --  preguntó Sirius

Les resultó tremendamente duro contarle todo lo sucedido, y cuando llegaron a la muerte de Jason, Sirius se levantó como impulsado por un resorte.

-         ¡No es cierto!  --  y acto seguido corrió hacia las escaleras, pero Bill le dio alcance

-         ¡Sirius espera!  --  dijo sujetándolo  --  Debemos ser cuidadosos, la casa está vigilada. Turel estuvo a punto de matar a Remus cuando él se negó a decirle dónde estabas, así que puedes imaginar lo feliz que lo haría encontrarte y cómo nos iría a todos ¿verdad?

Sirius hizo un gesto de asentimiento y esperó a que Bill saliese y les diese la señal para hacerlo ellos. Se dirigieron hacia la casa con sumo cuidado y una vez allí, Sirius subió a la habitación de Jason, pero una vez que se encontró ante la puerta no fue capaz de entrar. Por alguna razón, aquella era una realidad que se negaba a aceptar. De modo que dio media vuelta y bajó de nuevo.


Los Delacour habían decidido volver a Francia a primera hora, la verdad era que madame Delacour no se veía con fuerzas para enfrentar el funeral de aquel joven. Si bien era cierto que no lo habían conocido mucho, el solo hecho de que una vida que apenas comenzaba fuese cegada de aquella manera tan cruel y cobarde, le producía un gran dolor. Y por otro lado, pensaba que tampoco sería capaz de ser testigo del dolor de aquella familia durante el funeral. De modo que aunque no los hacía especialmente felices el tener que dejar a su hija, no solo en medio de una guerra, sino como miembro activo de ella, tal y como habían dicho la noche anterior, a primera hora se despidieron de los Weasley y partieron.

Charlie debía volver a Rumania pero lo haría después del funeral, así que en compañía de los gemelos, prepararon todo en el exterior bajo la atenta vigilancia de los guardias, que aunque no se acercaban a la casa, no dejaban de observar desde la verja todo cuanto sucedía en el jardín.

Habían acordado efectuarlo a la una de la tarde. De manera que al acercarse la hora, todos comenzaron a subir a la habitación.

-         ¿Vienes?  --  le preguntó Remus a Sirius

-         No

Remus asintió y subió con su hija en los brazos. Él sabía que aquello iba a ser difícil para Sirius, aunque no esperaba que lo afectase hasta el punto de no querer verlo. Cualquier extraño que los hubiese visto juntos en alguna oportunidad y por su especial forma de tratarse,  habría pensado que aquellos dos sujetos se odiaban, pero él sabía que no era así. Sirius no era de los que entregaba su afecto tan fácilmente pero quiso a Jason desde que lo conoció, y aunque cuando despertó de su larga inconsciencia se molestaban mutuamente con el mayor ahínco, eso solo era un indicativo de lo mucho que le importaba. Y si alguna duda le hubiese quedado, esta habría desaparecido cuando Sirius fue a buscarlo y lo trajo de vuelta. Así que sí, entendía perfectamente cómo debía estar sintiéndose su amigo.

Cuando Remus entró a la habitación, todos miraban el cuerpo del chico con la misma expresión de profundo dolor.

-         Parece que estuviese… solo dormido  --  dijo Molly entre sollozos  --  aún recuerdo cuando lo vimos por primera vez  --  y en realidad todos lo recordaban  --  era un niño tan dulce

Guardaron silencio porque por sus mentes estaban pasando distintas imágenes de las cosas que cada uno había vivido con Jason. Bill y Charlie recordaban cuando casi quemaron la casa porque a su primo se le había ocurrido que sería divertido hacerle el pastel de cumpleaños a Percy.

Arthur recordaba las muchas horas que su sobrino se había dedicado con infinita paciencia a explicarle cualquier cantidad de cosas acerca del funcionamiento de diversos aparatos muggles.

Los gemelos por su parte, conociendo el carácter volátil de su primo, siempre lo habían molestado solo por el placer de verlo furioso, pero un día decidió pagarles con la misma moneda y los hizo desfilar en ropa interior desde el vestíbulo hasta la Torre de Gryffindor. 

En el caso de Ginny, recordaba que su primo había sido su primer amor, tenía apenas cinco años cuando él llegó a sus vidas, de modo que a los seis años la pequeña Weasley había decidido que cuando fuese mayor se casaría con Jason. Esta decisión infantil se vio reforzada porque Jason había sido el único enterado de sus prácticas escondidas de vuelo, y en una ocasión en la que ella perdió el control de la escoba, aunque el chico no había podido evitar la caída, fue quien le curó la herida prometiendo no decir nada a sus padres ni hermanos. Por supuesto ese “amor” se le había terminado con la aparición de Harry, siendo sustituido por el amor fraternal que era lo que en realidad había sido siempre.

Los recuerdos de Remus en cambio, databan de mucho antes, porque él conoció a Jason primero que su familia, cuando el chico tenía alrededor de siete años. Recordó cuando su madre lo llevó por primera vez a su casa para que él viese qué podía hacerse con el aparentemente escaso intelecto del niño. Recordó asimismo, que no solo había descubierto que el chico era un mago, sino que había sido un verdadero placer enseñarlo porque contrario a lo que pensaban sus padres, Jason era en extremo inteligente, solo que la escuela tradicional lo aburría. Del mismo modo recordó lo mucho que le había dolido el resentimiento y el dolor que le había causado por causa de su amor por Hermione y se preguntó si habría llegado a perdonarlo por ello.

Aún estaban todos inmersos en sus recuerdos cuando escucharon la puerta y para sorpresa al menos de Remus, Sirius apareció a través de ella. Al parecer de algún modo había conseguido el valor para subir y hacerle frente a la terrible realidad. Se acercó a la cama y se quedó mirándolo.

-         Aún… aún no puedo creerlo Niño… aún pienso que… es un mal sueño… del que voy  a despertar en cualquier momento  --  dijo con la voz entrecortada. Levantó la cabeza y miró a Molly  --  Nunca se lo dije como era debido pero… realmente estaba… y estoy agradecido por lo que hizo por mí y… quiero que al menos ustedes lo sepan.

-         Lo sabemos Sirius  --  le dijo ella

-         Y estamos seguros que él también  --  agregó Bill

Transcurrió un largo minuto en el que Remus estaba seguro que Sirius luchaba con las lágrimas que le atenazaban la garganta.

-         Yo… yo… voy a extrañarte Niño  --  logró decir al fin y una solitaria lágrima se deslizó por su mejilla

-         Escuché eso

Sirius casi pegó del techo con el salto que dio. Molly emitió un grito y Lyra comenzó a llorar de forma estridente y en ese momento para estupefacción de todos, Jason abrió los ojos.

No hay forma de describir en manera bastante ilustrativa las reacciones de todos. Los primeros en reaccionar fueron Remus y Bill. El primero, ignorando el llanto de su hija se abalanzó hacia la cama con los ojos a punto de saltar de sus órbitas. Bill hizo otro tanto pero había estirado las manos y sujetado tal vez con excesiva fuerza los hombros de su primo.

-         Estás… no puede ser… yo… yo te…

-         ¡Ey! Con cuidado  --  dijo Jason  --  creo que aún mis costillas no terminan de sanar.

Ahora fue Fleur la que gritó, acto seguido perdió el conocimiento y de no ser por Charlie, habría dado con sus huesos en el piso. Los gemelos y Ginny se pusieron a saltar en medio de risas y llanto. Molly aunque había estado a punto de seguir a Fleur en su viaje al piso, se recuperó y soltándose de los brazos de su marido, quiso abrazar a su sobrino pero se apartó con rapidez cuando el chico emitió un quejido.

-         Pero… pero… ¿cómo es posible?  --  intentaba hacerse oír Lupin por encima del llanto de Lyra

Sirius finalmente encontró su voz que por lo demás había tardado más de lo habitual en encontrar el camino de salida, y apartando sin ceremonias a Bill, sujetó a Jason por el frente de su camisa

-         ¿Cómo te atreves?  --  le gritó sacudiéndolo  --  ¿Cómo pudiste, infeliz?

-         ¡Ah!  --  se quejó Jason  --  ¿Es que… no me escuchaste… idiota? Mis…

-         ¡Al demonio con tus malditos huesos! Eres un…

-         Sirius por favor  --  intervino Arthur que había estado reanimando a Fleur y ahora se acercaba a la cama también

Todos estaban hablando al mismo  tiempo y Lyra seguía con su escándalo. Jason miró a Lupin y luego a la niña.

-         ¿Qué le has estado haciendo?  --  preguntó estirando sus brazos

Remus aún medio en shock, le acercó a la niña. Jason trató de incorporarse un poco pero en verdad aún le costaba, de modo que Bill lo ayudó. Lyra seguía llorando pero en cuanto él pasó el dedo por la mejilla como lo hacía siempre, la niña comenzó a calmarse.

-         Puede que seas un excelente profesor  --  le dijo a Remus  --  pero eres un pésimo padre  --  y él logró esbozar una sonrisa

-         Bien  --  dijo Bill  --  ahora puedes… cómo… es decir… cómo es que… ¿qué fue todo eso?

-         Catalepsia  --  contestó él mientras todos lo miraban no muy seguros de haber entendido

-         ¿Qué?  --  preguntó Sirius

-         Suspendí temporalmente todos mis signos vitales  --  y los miró un tanto apenado  --  Lo siento pero…

-         Espera, espera  --  lo interrumpió Sirius  --  ¿Cómo que “suspendiste” tus signos vitales?

-         Pues eso, ya sabes los latidos cardíacos, la respiración…

-         Jason sé consecuente  --  dijo Remus  --  Lo único que Sirius sabe de anatomía lo aprendió de forma práctica “estudiándolo” con sus propias manos.

-         ¡Oye!  --  protestó Sirius

-         Jason pero cómo… es decir, no tenías pulso, estabas pálido y rígido --  insistió Bill

-         Verás, en eso justamente es en lo que consiste la catalepsia  --  intentó él con más calma  --  cuerpo rígido, no hay respuesta a estímulos visuales o táctiles, y la desaceleración de las funciones corporales como la respiración y el latido cardíaco.

-         ¿Y la consciencia?  --  preguntó Charlie

-         Eso es un asunto más crítico  --  dijo Jason  --  de haber estado en pleno uso de mis facultades lo habría podido controlar mejor, porque en estado cataléptico eso puede variar desde un vago estado de consciencia hasta la consciencia plena, pudiendo escuchar y hasta ver todo lo que sucede alrededor, pero yo estaba cercano al shock traumático, de modo que apenas si tuve tiempo de inducirme el estado cataléptico y recién hace un momento fue que recuperé la consciencia y pude volver.

-         ¿Y te enseñaron todo eso en San Mungo?  --  preguntó George

-         Sí y no, es decir, una parte la aprendí en San Mungo, la que corresponde al proceso anatómico, la otra en la India, la que tiene que ver con el manejo consciente de la misma  --  le contestó  --  y se supone que debía poder controlarlo, es decir, suspender todas mis funciones vitales y recuperarlas cuando quisiera con plena consciencia de lo que hacía, pero como dije no estaba en mi mejor momento  --  y miró a su tía  --  Lo siento, era eso o dejar que el desgraciado de Turel me matara  --  y su mirada se endureció

-         ¿Te das cuenta que estábamos a punto de incinerarte Niño?  --  preguntó Sirius

-         Pues esa era una complicación que no…

-         ¿Una complicación?  --  vociferó  --  ¡Íbamos a matarte nosotros mismos!

-         Sí, eso ya ha sucedido  --  y todos lo miraron  --  La catalepsia puede darse también a causa de algunas enfermedades y han sido muchas las personas que han sido declaradas muertas cuando en realidad no lo estaban.

-         ¿Y cómo lo saben?

-         Muy sencillo, la mayoría de los magos suelen ser enterrados con sus varitas ¿no?  --  les dijo  --  Pues cuando despiertan, solo tienen que realizar un simple hechizo para salir y listo. En el caso de los muggles lo tienen más difícil, de modo que solo en el caso de la exhumación de cadáveres es que puede notarse el “pequeño” error, aunque obviamente es demasiado tarde.

-         Pues tú Niño, mago o no, ibas a morir lo mismo porque querías ser incinerado, genio.

-         Como dije, una complicación que no estaba prevista.

-         ¡Eres un… un maldito desgraciado!

-         Sí, sí pero ibas a extrañarme mucho.

-         ¡Infeliz!


Y por primera vez en las últimas horas todos rieron. En medio de la terrible situación que vivía el mundo mágico, cualquier alegría por pequeña que fuese era bienvenida y en este caso particular, la alegría en realidad era enorme. 

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