Hacía ya un par de días de la noche más
larga de sus vidas. Una vez que Voldemort había muerto, los mortífagos que no
estaban gravemente heridos, o que no habían sido inmovilizados intentaron
escapar, algunos lo consiguieron, mientras que otros habían sido capturados y
estaban pendientes por el proceso judicial.
Aquellas personas que se encontraban
bajo la maldición Imperius volvieron
a la normalidad. Las familias que se habían visto obligadas a abandonar el
país, comenzaban a regresar a sus hogares. Y aquellos que estaban detenidos en
Azkaban injustamente, fueron liberados.
Los que habían recibido heridas graves,
se encontraban en San Mungo. Cincuenta estudiantes habían perecido en la Batalla , y el funeral se
llevaría a cabo esa tarde.
Kingsley
había sido nombrado Ministro de Magia de manera provisional y ahora
estaba sentado frente a su escritorio y miraba a los presentes. En sus caras
podía leerse claramente la preocupación por lo que sabían que aún estaba
pendiente.
-
¿Cómo
está tu brazo? -- le preguntó el mago a Dánaee
-
Mejor,
el sanador que me atendió dijo que en un par de días más estará perfectamente.
-
Me
alegro -- y miró a los demás
-
¿Y
bien? --
preguntó Sirius -- ¿Para qué nos has hecho venir?
-
Supongo
que ustedes -- y miró a Dánaee, a Grace y Joseph -- se
integraran nuevamente a sus labores en el Departamento ¿no? -- los
tres asintieron y Kingsley miró a Bill
-- ¿Qué quieres hacer?
-
Volver
a mi trabajo, supongo -- dijo él
-- Tengo una esposa que mantener -- y
sonrió
-
No
puedo decir si es mejor, pero te ofrezco un puesto en el Departamento -- le
dijo Kingsley
-
Gracias,
pero no soy un Auror, yo estudié…
-
Ya
lo sé --
lo interrumpió él -- pero tu desempeño en la Orden fue inmejorable, y con
un pequeño período de entrenamiento en la Academia , solo en aquellas cosas que te falta por
saber, y serás un Auror en toda la regla.
-
¿Me
concedes un par de días para pensarlo?
-
De
acuerdo, pero quiero que sepas que estoy plenamente convencido que naciste para
esto
-
Te
avisaré -- le dijo Bill
-
Y
ahora ustedes -- dijo Kingsley mirando a Remus y a Sirius -- a
diferencia de Bill no necesitan entrenamiento alguno ¿Están dispuestos a
regresar?
-
¿Por
qué? --
preguntó Lupin
-
Primero,
porque ustedes son Aurores y eso es lo que les gusta, y segundo porque aún
tenemos trabajo qué hacer. Muchos mortífagos escaparon y siempre habrá que
mantenerse alerta por si alguno quiere retomar el camino de Voldemort.
Ellos se miraron durante unos momentos y
luego miraron a Kingsley.
-
De
acuerdo, estamos dentro -- dijo Sirius
-- pero con una condición de mi
parte.
-
¿Cuál? --
preguntó Kingsley casi con temor, conociendo a Sirius podía ser
cualquier locura
-
Haré
lo que sea necesario para atrapar a esos malditos cobardes, pero cuando
necesite irme, no harás preguntas ni pondrás reparos
-
¿Irte? --
preguntó confundido -- ¿Irte a dónde?
-
Mi
hijo sigue perdido Kingsley, y pienso encontrarlo cueste lo que cueste
-
Claro,
lo siento -- dijo él apenado --
cuenta con eso y con la ayuda que necesites para ello.
Después de un breve silencio, Kingsley
volvió a hablar.
-
¿Alguno
de ustedes sabe qué piensan hacer los chicos?
-
Por
favor, déjalos descansar un poco -- dijo Sirius
-- después de todo lo que
vivieron durante el último año, creo que se lo merecen.
-
Por
supuesto, solo quiero saber si piensan volver a Hogwarts para hacer su último
año, o si tienen otros planes.
-
Hermione
no me ha dicho nada al respecto -- dijo Remus
-- pero no creo que quiera
separarse de la niña más tiempo.
-
Comprendo -- y
se quedó pensativo un momento
-
Vamos
Kingsley -- dijo Sirius
-- suéltalo de una vez
-
Todos
ustedes lo vieron, pero ¿alguien puede decirme qué fue todo eso?
-
Sabes
que no -- dijo Lupin
-- todos estamos en la misma
situación que tú.
-
Fue
un tipo de magia que yo jamás había visto
-- dijo Dánaee
-
Y
algo muy cercano a la magia oscura
-- opinó Joseph
-
¡No
digas estupideces Morgan! -- exclamó Sirius -- El
niño jamás habría cruzado esa línea.
-
Y
estás hablando del hombre que te salvo la vida Joseph --
agregó Grace molesta también
-
Ustedes
estaban ahí -- insistió él
-- mató a ese hombre sin
misericordia alguna, y de una forma…
-
Sí,
y te olvidas de todo lo que ese miserable le hizo ¿no? -- lo
interrumpió Bill -- Porque tú viste lo que Jason hizo, pero
ciertamente no viste a Turel torturarnos a todos, no lo viste intentar matarlo
cuando no podía defenderse, y no sufriste su persecución -- la
voz de Bill había ido en aumento -- No Joseph, perdóname si no puedo sentir
lástima por ese desgraciado, y sinceramente espero que se esté pudriendo en el
infierno.
-
Cálmense --
pidió Kingsley -- No estoy sugiriendo, ni se me ocurriría
pensar que Jason pudo en algún momento ser un mago oscuro, es solo que lo que
vimos no es algo a lo que estemos acostumbrados.
-
Creo
que simplemente demostró ser poseedor de un poder extraordinario --
dijo Remus
-
Sí,
pero que ningún mago o bruja que conozcamos…
-
¡Ya
qué demonios importa! -- exclamó Sirius poniéndose de pie --
¡Todo acabó, así que dejen eso en paz!
-- y acto seguido abandonó la
oficina
-
Disculpa
Kingsley -- dijo Remus
-- pero el tema “Jason” es algo
delicado aún
-
Por
favor, ni que hablásemos de su hijo
-- dijo Joseph
-
No,
pero una relación bastante parecida, aunque te resulte difícil de creer -- y
la voz de Remus comenzaba a ser peligrosamente fría
-
No
sé si es buena idea que lo traigas de vuelta
-- dijo Joseph mirando Kingsley e
ignorando a Lupin
-
Créeme
Joseph, es uno de los mejores aunque su carácter no lo sea tanto -- le
contestó el mago
-
En
cualquier caso, trabajar con un sujeto así de irascible, no es el sueño de mi
vida ¿no?
-
¡Nadie
te pide que lo hagas! -- exclamó Remus poniéndose de pie --
Pero te recuerdo que “el sujeto del carácter irascible” fue uno de los
que te salvó la vida infeliz -- y también abandonó la oficina
-
Bien --
dijo Bill poniéndose de pie
-- creo que podemos dar por
concluida esta reunión -- y comenzó a caminar hacia la puerta, pero
antes de salir miró a Joseph -- Si le tienes algún aprecio a tu cabeza, te
sugiero no atravesarte en el camino de Sirius Black, porque por sus venas corre
la misma sangre de Jason, y no dudará en quitártela limpiamente.
Bill y Remus alcanzaron a Sirius en el
pasillo y ambos sabían que estaba del peor humor.
-
Si
a Kingsley se le ocurre ponerme a trabajar con ese…
-
Descuida -- lo
interrumpió Remus -- tampoco es que él se muera por trabajar
contigo.
-
Y
Kingsley no es estúpido -- agregó Bill
Cuando estaban por entrar al elevador,
escucharon la voz de Grace gritando que la esperasen. Cuando llegaron al Atrio,
caminaron hacia las chimeneas pero Sirius se detuvo.
-
Yo
voy al Hospital, nos vemos en Hogwarts
-
Nosotros
vamos contigo -- dijo Bill
Él asintió, y los cuatro entraron a las
chimeneas rumbo a San Mungo.
Hermione había ido a Inverness mientras que Harry y Ron se
habían quedado en Hogwarts. Quisieron hacerlo hasta que se llevase a cabo el
funeral, y aprovecharon para ayudar con las reparaciones. Pensaron que dos días
serían muy pocos para reparar todo aquel desastre y destrucción, pero contaron
con una inusitada cantidad de ayuda. Padres, alumnos y ex alumnos, gente del
pueblo y magos de otros lugares, y hasta los centauros ofrecieron su ayuda. De modo que para el día
del funeral, estaba todo dispuesto.
Harry había decidido dejar la “piedra de
la resurrección” en el lugar dónde había caído, pero conservaría la Capa , algo con lo que el
retrato de Dumbledore, a quien había consultado su decisión, había estado de
acuerdo, sobre todo en el caso de la
Capa , ya que le pertenecía por derecho de sangre. En cuanto a
la varita, había decidido devolverla al sepulcro, algo en lo que Ron mostró su
desacuerdo, mientras que Hermione aplaudía.
Ahora, sentados en el comedor, discutían
sobre el asunto por el que había estado preguntándose Kingsley.
-
¿Qué
has pensado? -- preguntó Ron
-
No
lo sé --
y miró a su alrededor -- Sé que no terminé mi educación, pero no me
veo de nuevo en las aulas de clase. De alguna manera siento que ya no es mi
lugar. Hogwarts es y siempre será mi hogar, pero ya no me siento un alumno.
-
Te
entiendo, tampoco yo me veo de nuevo aquí, pero algo debemos hacer ¿no? -- y
lo pensó un momento -- Tal vez ahora que… -- se
detuvo un momento con el doloroso recuerdo
-- ahora que Fred no está, George
necesite ayuda en la tienda.
-
Ron,
sé que dije que ya había tenido suficientes problemas para toda una vida, pero
también es cierto que siempre quisimos ser Aurores.
-
El
asunto es que sin haber completado nuestra educación, tenemos pocas opciones
para hacer la carrera -- dijo el pelirrojo con pesar
-
Son
ustedes muy necios si piensan eso
-- dijo la voz soñadora de Luna y
ambos se giraron
-
Hola
Luna --
la saludaron
-
Si
realmente quieren ser Aurores, todo lo que deben hacer es ir a hablar con
Kingsley -- dijo la chica
-- Él es el nuevo Ministro de
Magia y seguro puede ayudarlos con eso.
Dicho esto se alejó y fue distraída por
un grupo de estudiantes que la rodeó.
-
Definitivamente
me encanta esta chica, y sin duda tiene razón, somos unos imbéciles --
dijo Ron
-
Habla
por ti amigo -- replicó Harry
-- porque yo ya lo había pensado.
En cuanto a eso de que te “encanta” pues yo en tu lugar me daría prisa -- y señaló hacia el grupo de estudiantes que
se arremolinaba alrededor de la rubia
-- o algún idiota se te
adelantará
Hermione había despertado aquella mañana
con la conocida sensación de pesar. Durante todo ese año, cada mañana había despertado
creyendo escuchar a su hija, pero en aquella ocasión no era un sueño. Cuando
abrió los ojos, Lyra estaba a su lado y tiraba de sus cabellos.
-
Ma, Lya te
Por un momento la enorme alegría de ver
que en realidad estaba con su hija, se vio opacada por la frustración de no
entender lo que decía. Trató de hacer memoria porque seguramente Remus le había
dicho lo que aquello significaba, pero aún las brumas del sueño parecían
impedirle pensar con lógica. Escuchó que llamaban a la puerta y dio su permiso para
que pasaran.
-
Buenos
días señora -- saludó Annie
-
A, Lya te -- dijo la niña antes de que Hermione tuviera
tiempo de contestar
-
Sí
linda, lo imagino -- y al ver el desconcierto en la cara de
Hermione, sonrió y agregó -- Dice que tiene hambre
Hermione intentó hacer encajar la frase
de su hija, con lo que Annie acababa de decir pero no le encontró sentido.
-
“Te”
significa tetero, señora -- aclaró la mujer y la luz se hizo en el
cerebro de Hermione
-
Gracias
Annie, lamento no comprender algunas cosas aún
-- se disculpó
-
No
se preocupe, tampoco a nosotros nos ha resultado muy sencillo, quien mejor la
entendió siempre… -- pero calló
Hermione entendió a lo que se refería,
ya Remus se lo había dicho antes, quien mejor entendía a Lyra era Jason. Pero
aunque le habría gustado consolar a Annie, Lyra seguía pidiendo su biberón y
saltando en la cama. De modo que se apresuró a salir de ella, y declinó el
ofrecimiento de Annie para hacerse cargo del baño y la comida de la niña.
Cuando bajó, se encontró con Andrómeda
que miraba hacia la lejanía, parada al lado de la ventana. Hermione colocó a
Lyra en el suelo y se acercó a la mujer. Al igual que con Annie, le habría
gustado poder consolarla, pero ¿qué se le dice a una madre que ha perdido a un
hijo?
Aparte de que tenía la sensación de que
podía no verla de la mejor manera a ella. No era un secreto para nadie que
Tonks siempre había estado enamorada de Remus, y el hecho de que hubiese muerto
intentando protegerlo, no ayuda en nada. Intentó decir algo, pero las palabras
se quedaban a medio camino entre su cerebro y su garganta, y finalmente fue
Andrómeda la que habló.
-
No
tienes por qué sentirte mal Hermione
-- le dijo para sorpresa de
ella --
El amor tiene voluntad propia, no importa cuánto intentemos negarlo u
obligarlo, siempre le pertenecerá a quien haya escogido nuestro corazón, con
independencia de nuestra razón.
-
Andrómeda
yo…
-
Mi
hija amó al hombre equivocado -- siguió ella aun mirando por la ventana -- no
porque Remus no sea una maravillosa persona, sino porque su corazón te
pertenecía y te pertenece a ti. Creo que al final eso habría amargado mucho su
vida.
Guardó silencio y se secó unas rebeldes
lágrimas. Hermione sentía un enorme peso en el corazón, pues se imaginaba el
terrible dolor que debía estar sintiendo aquella pobre mujer.
-
Andrómeda,
sé que no hay nada que pueda decir para aliviar tu pena, pero créeme que de
veras lo siento mucho.
-
Lo
sé --
le dijo -- Mi hija murió luchando por aquello en lo que
creía, y estoy segura que de haber podido escoger la forma de morir, ésta
habría sido la elegida, pero además de ello, su muerte también sirvió para
salvar la vida de Remus, y sé que estaría feliz por eso. Ustedes también han
tenido que sufrir mucho Hermione, así que se merecen ser felices. Si mi hija
debía morir, al menos es un consuelo que haya sido por una causa noble y
justa --
dicho esto, se excusó y abandonó la estancia
Hermione sentía deseos de gritar, era
todo tan injusto. Se sobresaltó al escuchar a su hija y se volvió a mirarla. La
niña jugaba en ese momento con unos muñecos y tenía un libro de láminas
abierto.
-
Jey ento cesa
-- le decía la nena en ese
momento al muñeco que tenía en la mano
En aquellos dos días, Hermione había
tenido suficientes oportunidades para ver que la vida de su hija había estado
muy unida a la de su padre y la de Sirius, pero muy especialmente a la de
Jason, y era evidente que lo echaba mucho de menos porque lo mencionaba
constantemente.
De modo que Hermione se dejó caer
emocionalmente exhausta y escondiendo el rostro entre las manos, lloró con
verdadero dolor.
Inverness se había ido quedando vacío. Los
Weasley habían regresado a La Madriguera inmediatamente. Bill y Fleur en
realidad no habían llegado a pasar ni una noche allí. Las Thomas también habían
vuelto a su casa, aunque Dean permanecía en Hogwarts, al igual que la mayoría
de los estudiantes. Dánaee no había regresado desde el día de la batalla, al
igual Joseph y Kingsley. La abuela de Neville estaba en San Mungo, aunque sus heridas
no habían sido graves, los sanadores habían insistido en que se quedara unos
días. Y los Tonks, no regresarían luego
de efectuado el funeral.
Hermione había hablado con Remus al día
siguiente de la Batalla, y habían acordado esperar a que las cosas se
estabilizasen para ir por sus padres, y luego regresarían a su propia casa.
Sirius estuvo en desacuerdo con esto último, porque decía que aquel cambio no
le sentaría bien a la lobita, ya que ella estaba acostumbrada a aquel ambiente
en el que todo le era familiar, pero Hermione se mostró inflexible al respecto.
Primero, porque mientras más pronto volvieran a su hogar, más pronto se
habituaría la niña a él. Y segundo, porque bajo ningún concepto podría quedarse
allí en forma indefinida.
Se reunieron en Hogwarts para el
funeral. Al igual que para el funeral de Dumbledore, los terrenos de la escuela
estaban abarrotados de personas, y en esta ocasión había muchas más, ya que
estaban presentes los familiares y amigos de todos los estudiantes fallecidos.
Cuando Hermione se presentó con Lyra,
Harry y Ron corrieron emocionados hacia ella, pero casi se les salió el corazón
del pecho cuando la pequeña versión de su amiga, los miró a través de los ojos
de Remus y luego se dibujó una enorme sonrisa en sus labios.
-
Tío Hady -- dijo mirando a un sorprendido y muy
emocionado Harry -- Lya ela --
agregó tendiendo los brazos hacia él
Sirius y Remus sonrieron y pasaron a dar
las explicaciones.
-
Lo
que quiere decir es que ella también vuela
-- dijo Remus mirando acusadoramente
a Sirius
-
La
lobita te quitará el título de mejor Buscador de Hogwarts --
dijo Sirius
-
Sobre
mi cadáver Sirius Black -- protestó
Hermione
-
¿Quién
lo hubiera dicho? -- dijo Ron mirando a la niña --
Eras apenas algo más grande que una ratita la última vez que te vi.
-
¡Ronald
Weasley! -- exclamó Hermione --
Estás llamando “ratita” a mi hija
-
Pero
una ratita muy linda -- dijo él sonriendo
-
La tío Don -- dijo Lyra
-
¿Cómo
que “la tío? -- preguntó él mirando a Remus y a Sirius -- No
han hecho un muy buen trabajo con el vocabulario ustedes.
-
El
“la” como deberías suponer significa hola
-- aclaró Remus
-
Y la mayor parte de su vocabulario se lo enseñó
el niño -- agregó Sirius con tristeza
La conversación había sido interrumpida
por la voz de la Profesora McGonagall anunciando que el funeral iba a dar
comienzo. Harry le devolvió la niña a Hermione y fueron a ocupar sus lugares.
Mientras la Profesora hablaba, Harry
sintió de nuevo el dolor por todos los que se habían ido. Miró a los Weasley, y
aunque le dolían todas las muertes, el dolor
de esa familia lo afectaba más que ningún otro.
Después de rendir homenaje al valor de
aquellos héroes, todas las familias se dirigieron a los sepulcros de los suyos.
Harry después de acompañar a los
Weasley, se acercó a cada uno de los otros, y por último se detuvo frente al de
Severus Snape, el único que permanecía solitario. Recordó todo lo que había
visto en el pensadero, y una solitaria lágrima resbaló desde sus enrojecidos
ojos. Ojos que habían sido lo último que aquel desdichado hombre había pedido
ver.
A los pocos minutos sintió la presencia
a su lado, no necesitó girarse para saber de quienes se trataba. Una mano se
deslizó en la suya, se trataba de Ginny. Hermione y Ron se situaron al otro
lado, y dos manos se posaron en sus hombros, las de Sirius y Remus.
Harry sabía que ninguno de los dos,
olvidaría la antipatía que siempre profesaron por Snape, del mismo modo que
Hermione, Ron y Ginny no olvidarían las muchas horas de castigo, pero igualmente
estaba seguro que todos reconocían y agradecían su sacrificio.
Con una última mirada a la hilera de
sepulcros, Harry se despidió de todos y pensó que a diferencia de otras
guerras, en este caso no serían héroes anónimos, porque todos y cada uno de los
sobrevivientes, se encargaría de que sus nombres no fuesen olvidados nunca, y
aunque los caídos no podrían ver el fruto de sus esfuerzos, siempre les
estarían agradecidos por haber sacrificado sus vidas en beneficio de un mundo
mejor.
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